Cuando Chimuelo llega al Centro de Derechos Humanos (CDH) de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), transforma el ambiente. Las sonrisas emergen con cada movimiento de su cola y las oficinas se llenan de alegría. Chimuelo no es solo un perro; es un valioso miembro del equipo. Se dedica a brindar apoyo emocional a estudiantes, docentes y personal administrativo como parte de un proyecto de terapia asistida con animales.

Chimuelo es parte del proyecto Cuidado al Cuidador, liderado por el Mtr. Pablo Bermúdez, psicólogo clínico del CDH. Esta metodología fue creada respondiendo al alto nivel de estrés que enfrentan los abogados y estudiantes en el ejercicio profesional. En este centro, se atienden casos como el de víctimas de tortura y de otras graves violaciones de derechos humanos. Entre estos últimos, existen casos de ciudadanos que afrontan la desaparición forzada de sus familiares. También, quienes no tienen acceso a la salud y privados de la libertad, etc.

«Nos dimos cuenta de que este desgaste emocional estaba acarreando problemas de consumo de sustancias, depresión y conflictos familiares. Para combatir esto, desarrollamos el proyecto Cuidado al Cuidador. El objetivo es mejorar el bienestar emocional del equipo del CDH. Este se conforma de abogados y de estudiantes de octavo semestre de Derecho, que realizan prácticas preprofesionales en el centro. Además, buscamos fortalecer el interés en temas relacionados a los derechos de la naturaleza y el bienestar animal», explica el Mtr. Bermúdez.

Las actividades semanales con Chimuelo se dividen en dos partes. Una descarga física, con estiramientos y juegos, y otra parte más íntima, donde se abordan temas emocionales y profesionales en un ambiente confidencial. Esto se realiza una vez por semana.

«Jugar con un perro actúa como una distracción positiva de los problemas cotidianos, permitiendo que la mente se relaje. Luego, los espacios de escucha son esenciales para conectar al equipo y entender sus necesidades», comenta Bermúdez.

Pero el CDH no es la única área que ocupa la terapia asistida. Esta técnica con animales tiene múltiples aplicaciones. En odontología, por ejemplo, los perros ayudan a calmar a los niños durante los procedimientos. Con adultos mayores, la interacción con perros facilita la rehabilitación cognitiva y física.

«Se ha demostrado que la terapia asistida es eficaz para tratar trastornos como la ansiedad, el espectro autista y ataques de pánico. Los perros proporcionan un apoyo emocional invaluable. Ayudan a los pacientes a sentirse más seguros y tranquilos durante las sesiones terapéuticas». Comenta así la Mtr. Valeria Grijalva, psicóloga clínica del Centro de Psicología Aplicada de la PUCE.

Además de los beneficios emocionales, la Mtr. Grijalva asegura que la terapia asistida con perros tiene efectos positivos en las personas. La interacción con los canes ha demostrado reducir el estrés, disminuir la presión arterial y mejorar el estado de ánimo.  Todo esto contribuye a un mayor bienestar general.

El plan piloto comenzó en 2022 con Chaulafán, una perrita adoptada por Bermúdez. «Chaulafán fue un éxito en términos de aceptación y valoración del equipo, pero enfrentó dificultades logísticas debido a su tamaño. Además, su edad adulta le dificultaba la socialización con otras personas. Esto nos llevó a la decisión de finalizar su participación. No obstante, el impacto positivo de su presencia abrió la puerta a nuevos enfoques», relata el psicólogo clínico.

Así, en diciembre de 2022, adoptaron a Chimuelo, un perro joven y pequeño rescatado de un refugio. Con problemas físicos iniciales, como tos de perrera y caída de pelo, Chimuelo nunca había interactuado con correas ni con otros animales. Sin embargo, mediante un trabajo constante en su comportamiento y socialización, Chimuelo ha mostrado avances significativos. Se ha convertido así en una parte importante del CDH.

La presencia de Chimuelo ha cambiado la dinámica del centro. Ha fomentado un ambiente más relajado y accesible, donde los miembros reconectan con su humanidad y enfrentan sus desafíos emocionales de manera saludable.

Además de proporcionar alivio emocional al equipo, este proyecto busca evaluar la eficacia de las terapias asistidas con animales. La intención es documentar estos hallazgos en un artículo académico próximamente.

“Con Chimuelo y este proyecto, también esperamos responder una pregunta fundamental. Conocer si los seres que han vivido en contextos violentos extremos pueden rehabilitarse y reintegrarse positivamente en la sociedad”, agregó Bermúdez.

La historia de Chimuelo es un testimonio del poder transformador de la terapia asistida con animales. Se espera que este pequeño perrito de gran poder pueda trasladarse con ellos a las comunidades, incluso en otras provincias, donde el CDH atiende casos.

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