«¡Mi hijo! ¡¿Dónde está Álvaro?!» gritaba desesperada en el hospital mientras la enfermera que lo recibió no tenía respuestas. Mi hijo estaba tan mal que apenas podía mantenerse en pie. Han pasado 13 años y aún desconozco su paradero. No puede ser posible que una persona lleve a un familiar por atención médica y lo terminen desapareciendo”. Expresó así Maribel Angulo, madre de Álvaro Nazareno.

Era un 14 de marzo de 2011, Maribel se dirigía a Emergencias con su hijo Álvaro. Él se encontraba en un grave estado de salud por una enfermedad catastrófica. En el hospital, una enfermera lo recibió. Solicitaron a la madre que vaya al laboratorio a dejar unas muestras de sangre, por lo que se ausentó 15 minutos. Al regresar, su hijo ya no estaba. Ni médicos ni enfermeras ni el personal de seguridad pudieron explicar a la madre sobre el paradero de Álvaro.

A partir de entonces, los familiares de Álvaro comenzaron una búsqueda infructuosa por todo el hospital y sus alrededores. Posteriormente, acudieron a la Fiscalía, donde se les negó presentar una denuncia de forma inmediata. Después de ello, la Fiscalía inició una investigación por una supuesta falta de atención al paciente que, más tarde, cambió a una investigación de búsqueda de personas desaparecidas.

En 2018, se presentó un habeas corpus desde el Centro de Derechos Humanos (CDH) de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE)Esta acción fue presentada en aplicación del art. 46 de la Ley Orgánica de Garantías Jurisdiccionales y Control Constitucional.

Aunque el juez negó la acción, reconoció indicios de desaparición forzada, lo que motivó el inicio de una nueva investigación de la Fiscalía por este delito. Sin embargo, hasta la fecha, no se ha establecido ninguna línea clara de investigación, ni la determinación de los responsables de la desaparición de Álvaro.

“La señora Maribel acudió a nuestro centro en 2017. Desde entonces, hemos trabajado para que se haga justicia en su caso de desaparición forzada y evidente violación a los derechos humanos”. Se refirió en este sentido el Mtr. José Valenzuela, director del CDH-PUCE.

Ahora, el CDH llevará este caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Allí, solicitarán que se determine la responsabilidad internacional del Estado por la desaparición de Álvaro y se repare integralmente a su familia.

 «Entre las medidas solicitadas se encuentran que se continúe con la investigación de la desaparición de Álvaro y se sancione a los responsables de la misma; establecer una placa conmemorativa en el hospital donde desapareció y nombrar un centro de salud en su honor. Además, se incluye una solicitud de reparación material e inmaterial, siguiendo el estándar de casos similares, agregó la abogada Alejandra Montero, parte del equipo CDH.

El proceso en el sistema interamericano puede llevar más de una década. No obstante, el CDH está solicitando que se dé prioridad al caso para agilizarlo. Esto considerando la política de la Comisión Interamericana de priorización de casos de graves violaciones de Derechos Humanos.

En 2020, la Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos (Inredh) solicitó acceso a información pública a la Fiscalía General del Estado (FGE).

Según esos datos, entre 1973 y 2020, en Ecuador se registraron 334 casos de personas desaparecidas en casas de salud:

  • 144 casos se dieron en hospitales.
  • 104 en centros y subcentros de salud.
  • 60 en clínicas.
  • 11 en farmacias.
  • Siete en dispensarios médicos.
  • Cuatro en laboratorios clínicos y en puestos de salud.
Álvaro Nazareno

“Muchos de estos casos quedan impunes y en el olvido. El CDH PUCE atiende estos temas por su compromiso con la comunidad y la atención a los más desfavorecidos. El caso de Álvaro es representativo de un patrón estructural de desapariciones en establecimientos de salud. Con la defensa del caso, se busca sentar un precedente para evitar que estos hechos se repitan”, señaló el Mtr. Valenzuela.

Hoy, Álvaro tendría 47 años. Su madre no ha dejado de buscarlo. Espera que esta pesadilla termine y encontrar a su hijo.

“Donde quiera que estés, mijito, quiero que sepas que te amo con todo mi corazón. No me cansaré de buscarte. No pararé hasta que se haga justicia por ti, mi hijo amado”, finalizó la señora Maribel.

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