El Banco Central prevé que la economía ecuatoriana crecerá 3,1% en 2023. Aunque el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica una tasa de crecimiento parecida, también advirtió sobre una posible recesión a nivel mundial que golpeará en mayor medida a los países en desarrollo.

En este contexto, el magister Rubén Flores, decano de la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), nos cuenta los desafíos económicos de Ecuador en 2023.

¿Cómo ve el panorama económico de Ecuador para 2023?

La economía de Ecuador en 2023 debe analizarse, desde las perspectivas de la evidencia, la reflexión y la ciencia. De esta manera, debemos considerar primero un elemento relevante, que tiene que ver con que la economía ecuatoriana está dolarizada.

Al estar dolarizada, somos más susceptibles o vulnerables a cualquier shock externo. Recordemos que, al adoptar el dólar, asumimos un tipo de cambio fijo, perdimos nuestra capacidad de manejar la política cambiaria. Los países utilizan la política cambiaria para enfrentar estos eventos externos; devaluar su moneda y tener menos efectos de los shocks externos.

El segundo elemento que se debe tener en cuenta en términos de la dolarización es que debemos sostenerla. Para sostener la dolarización, al no ser nuestra moneda, debemos generar dólares. En principio, tenemos que vender más y comprar menos. Así los saldos de la balanza de comercio exterior serán positivos e ingresará dólares.

Por eso, me parece muy sesgado el entusiasmo del Gobierno y las autoridades cuando dicen: «Hemos vendido más camarón, más petróleo, más banano.» Sin embargo, no te dicen cuánto y qué estamos comprando.

Cuando ves los balances comerciales por sector económico, el único sector que genera un balance comercial positivo es el agrícola. Este sector permite inyectar a la economía alrededor de USD 4.000 millones. Mientras que, los sectores petrolero e industrial tienen un balance comercial negativo; es decir, terminan saliendo más dólares de los que entran.

Con este panorama, esa burbuja de optimismo que nos venden es compleja.

¿Qué influencias externas nos afectan como país?

Lo que tenemos en el mundo es una recesión oficialmente anunciada por el FMI. Se prevé una desaceleración al 2,7% cuando en 2022 era 3,2%, es decir, hay una caída de la producción global. Esto implica, la pérdida del dinamismo de las tres economías más grandes del mundo: Estados Unidos, Europa y China. 

Esto como producto de dos factores. Primero, la guerra y segundo, el incremento de la inflación a nivel global. En este contexto, se espera que América Latina crezca 1% en promedio en 2023, mientras en 2022 tuvimos un crecimiento del 3,7%. Así, hay una caída significativa.

Dicen que Ecuador va a estar por encima del promedio y va a crecer al 3%. Pero, ¿solo ver ese indicador nos muestra cómo va a ser nuestro desempeño económico? Recordemos que la tasa de inflación es un factor importante que se debe analizar.

Para esto, se están tomando medidas económicas de tipo monetario como la subida de la tasa de interés, para frenar la inflación. Recordemos, que la inflación es producto del incremento del gasto y de la masa monetaria, digamos, de la inversión monetaria que se hizo para enfrentar la pandemia. Lo que estamos estamos viviendo en la inflación es parte de esa emisión monetaria, de esa liquidez canalizó para no parar el mundo en la pandemia.

Además, la guerra de Rusia y Ucrania sigue vigente generando sus impactos. Si se resuelve a términos de este año, la recuperación va a tener períodos de mediano y largo plazo. Esto debido a que los efectos profundizan el problema inflacionario a través del incremento de los precios de los commodities agrícolas, es decir, del sistema alimentario.

Rusia y Ucrania son potencias agrícolas del mundo, pero, además, son potencias de abastecimiento de insumos como los fertilizantes. Eso, en una economía dolarizada como la ecuatoriana, es una inyección directa a la elevación de costos y precios de los productos, lo que alimenta la inflación. Con ese panorama, los productores agropecuarios van a dejar de utilizar insumos para producir por abaratar costos. Sin embargo, su productividad se verá afectada, por tanto, sus ingresos también. Por lo que, esa lectura optimista de que Ecuador va a tener una inflación baja, hay que tomarla con pinzas.

¿Por qué deberíamos hacer esa lectura con pinzas?

Porque no es necesariamente bueno, pues puede significar un elemento fuerte de recesión económica sin incentivar el consumo. Esto convierte a la inflación en un impuesto perverso para los más pobres. Entonces, se tiene que advertir que Ecuador no va a crecer, sino más bien, entrará en una recesión como el resto del mundo. 

Las autoridades dicen que las ventas han crecido. Pero, ¿por qué han crecido las ventas? Existen dos elementos que no se analizan, no es solamente porque se ha reactivado el sector productivo. Sino que hay inventarios acumulados desde años anteriores y existen cada vez más ecuatorianos nuevamente en el frente de migración. Por eso es importante reflexionar sobre las remesas que envían los ecuatorianos. Ingresos que se han convertido en la segunda fuente más importante para sostener la dolarización.

En efecto, si hablamos que en el sector agropecuario tiene un balance de USD 4.000 millones, las remesas tienen uno de USD 4.800 millones. Por lo que insisto, que las autoridades están haciendo una lectura muy optimista.

Ya vimos el tema de la dolarización, el balance comercial. Ahora vámonos al balance fiscal. ¡Gran noticia! Cumplimos el acuerdo con el FMI. Sin embargo, la ejecución de la obra pública del gasto de inversión del Gobierno en 2022 llegó al 66%. Es decir que, el 34% destinado a la obra pública no se ejecutó. ¿Qué implica eso? No se reactivó ni se hicieron proyectos que podrían haber incidido en una mayor reactivación.  

Lo que queda claro es que no hay modelo de gestión eficiente para ejecutar el gasto público. Adicionalmente, tampoco se analiza la calidad del gasto. Se sigue debilitando la institucionalidad pública.

Por eso, el cuarto tema que hay que analizar es el institucional. No sé si ese es el más relevante. Desde mi mirada, te diría que es el más relevante.

¿Por qué es importante el tema institucional?

Porque si no tienes un buen modelo de gestión, ni instituciones sólidas, no vas a tener calidad ni oportunidad en la ejecución del gasto. Iniciamos 2023 con una crisis institucional compleja. Un Gobierno, Asamblea, la institucionalidad que administra la justicia, la policía y el Consejo de Participación Ciudadana desgastados. ¿Qué nos queda en términos de institucionalidad, que le de credibilidad a un modelo de gestión pública, de generación de política pública eficaz y sostenible que nos permita en 2023 salir y lograr el salto cualitativo que necesitamos?

Lo que tenemos es un sector privado (economía popular y solidaria y sector empresarial) que está empujando todo el tiempo. Además, una academia que está respaldando tímidamente ese esfuerzo. Creo que ahí están las instituciones, que algo de credibilidad tienen, y, por supuesto, la sociedad civil organizada.

La pregunta es: ¿qué va a pasar este año con el incumplimiento de los acuerdos negociados entre el Gobierno y las organizaciones indígenas? Entonces, vamos a pasar una campaña electoral invasiva, las elecciones seccionales y luego vendrá el reclamo del cumplimiento de los acuerdos logrados a final de año.

Si no hay respuesta, el clima social se volverá a poner complejo y habrá que definir qué facturas se pagan. Así, 2023 no tiene una plataforma de empuje para retomar el camino de un crecimiento adecuado, integral, sostenible en el Ecuador. Todo esto a pesar del optimismo del Gobierno y de su equipo de gestión.

¿Qué otros impactos tenemos que analizar?

Además de lo expuesto, tenemos en el mundo una alerta de una potencial crisis energética y una crisis alimentaria. Creo que hay que estar muy atentos para fortalecer nuestros sistemas alimentarios.

Recordemos que existieron dos sectores que realmente soportaron la pandemia. Uno fue el sector de salud y el otro, fue aquel que no se rompió, la cadena de abastecimiento de alimentos. Y ahí es donde debemos regresar a ver, aprender, entender y valorar los circuitos cortos y la economía campesina familiar.

El Ministerio de Finanzas habla solo de las ventas y dice vamos a superar las ventas y vamos a llegar a USD 220.000 millones ¿Quién activa eso? ¿Ese es un buen indicador?

Las crisis, generalmente, son oportunidades. ¿Qué oportunidades tiene el país en este contexto?

Existen dos sectores a los que los tomadores de decisiones deben regresar a ver y apoyar. El primero es el sector agrícola y el segundo es el de servicios. Estos sectores generan el 65% del empleo en el Ecuador.

Entonces, lo mínimo que se debe pedir es un entendimiento del Gobierno. Esto para garantizar que estos dos sectores tengan el apoyo requerido, priorizado y suficiente para que se mantenga su dinamismo y crecimiento. Pero para eso, necesitas impulsar política pública productiva y de servicios clara. No veo esto en la agenda de política económica del gobierno.

El plan de Gobierno es un vacío cuando ves, con un enfoque de articulación territorial de los servicios financieros y no financieros, la necesidad o la demanda de lo que requieren sectores como:

  • capital de trabajo,
  • inversión en tecnología,
  • capacitación en desarrollo de toma de decisiones de gestión,
  • educación,
  • salud.

Por ahí están varias respuestas. Diría que la academia, particularmente la PUCE, tiene claridad en el mandato de la economía del Papa Francisco. Mandato que pide apoyar a los más vulnerables a través de otra economía posible, la economía popular y solidaria.

En este marco, las encíclicas Laudato Si’ y Fratelli tutti son consistentes con la alianza estratégica, firmada a finales de 2022 con el Centro Yunus. Este convenio impulsa a conseguir los tres ceros:

  • cero emisiones,
  • cero pobreza y
  • cero desempleo.

Estos ceros se convierten en la guía de nuestro caminar. Cuando se entienden esas tres dimensiones se tiene clarito el camino a seguir.

Esos sectores de los que estamos hablando, requieren de políticas que apunten a lograr esos objetivos. Esos sectores necesitan apoyo y todo nuestro sector productivo para que se reactive.

Los acuerdos con los campesinos y con los indígenas generan unas expectativas. Su objetivo ahora es evaluar las acciones y los resultados. Ahí, el apoyo de la PUCE va a ser relevante. Cuando se mira la proforma presupuestaria para 2023, debemos alertar que muy pocos compromisos tienen un respaldo de recursos asignados para su realización.

Por ejemplo, el presupuesto del Ministerio de Agricultura refleja una constante reducción, cinco veces menos que el presupuesto hace cuatro años. Entonces, ¿de qué estamos hablando? ¿Se entendió el acuerdo y el compromiso de tener un programa para la agricultura familiar campesina en el Ecuador? Por eso pienso que es ahora la oportunidad de un respaldo mayor de la PUCE.

¿Qué deberíamos hacer como ciudadanos?

Los ciudadanos tenemos que ser más empáticos con los problemas que estamos viviendo. Es increíble que Ecuador, siendo mega diverso y contando con una riqueza inmensa, tenga problemas serios de pobreza estructural de una buena parte de la población.

Datos como que solo el 18,4% de la población tiene acceso a la educación superior y el 27% de los niños tiene desnutrición crónica, en un país que exporta alimentos, que se jacta de soberanía alimentaria, que desperdicia el 33% de alimentos, es para reflexionar y actuar de forma diferente.

Entonces, por favor, es cuestión de tomar la decisión. Si solo se distribuyese el 33% del desperdicio de alimentos con un modelo de gestión eficiente, apoyaríamos a mucha gente que va a dormir sin cenar.

Además, solo el 33% tiene acceso a seguridad social y el 67% restante es informal. Por eso, es importante el esfuerzo de formalizar la economía popular y solidaria.

Así, además, de analizar la pobreza, tenemos que hacer énfasis en garantizar cómo entender y repartir de mejor manera la riqueza, Eso es un trabajo que, como ciudadanos responsables, como academia, como PUCE, lo tenemos claro. Hay que seguir construyendo, digamos que hacia allá va el camino.

Debemos entender que hay una esperanza inmensa y que podríamos resolver los problemas si lograríamos ser los facilitadores de un acuerdo nacional de voluntades, en donde el ciudadano sea empático. Que tú cuides tu nichito, tu pedacito, que te comportes como un consumidor responsable. Además, que puedas basar tu accionar en evidencias científicas y logres incidir con esas evidencias del conocimiento, es decir, que seas parte de la solución.

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