El cambio climático es uno de los problemas ambientales de mayor relevancia mundial en la actualidad. El doctor Gaël Giraud, S.J., economista francés, nos comentó sobre la transición ecológica como alternativa para detener este fenómeno. El padre Giraud visitó Ecuador en el marco del taller del Programa Universitario Amazónico (PUAM) organizado por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).

El PUAM es un programa insertado en la PUCE. Esta iniciativa promueve el diálogo intercultural y la valoración de las identidades y sabidurías territoriales en la Amazonía con corte académico. Lo hace a través de la investigación y la educación universitaria.

Doctor Gaël Giraud S.J.

El doctor Giraud es sacerdote jesuita, investigador y académico. Trabaja en la Universidad de Georgetown y en el Centro Nacional de Investigación Científica en París, Francia. Además, es asesor del Vaticano en asuntos medioambientales. Ha trabajado en las encíclicas papales, especialmente en relación con la ecología y la justicia social. Una de las encíclicas que ha influido notablemente en su labor es Laudato si’, publicada por el Papa Francisco en 2015.

Gaël Giraud es conocido por el Modelo de Interacciones Económicas y Ecológicas (Modelo IEG) o Modelo Giraud. Es un modelo económico matemático que busca capturar las interacciones entre la economía y el medio ambiente. También, evaluar los impactos de diferentes políticas y escenarios en términos de sostenibilidad.  

A su criterio, ¿cuál es la relación que existe entre los sistemas económicos y el cambio climático? 

La relación entre los sistemas económicos y el cambio climático es muy simple.  Desafortunadamente, con la revolución industrial, desde el siglo XVIII, hemos basado la economía del mundo en el consumo de las energías fósiles.

Esto produce una emisión de carbono desmesurada. El consumo de los hidrocarburos fósiles tiene grandes consecuencias para el ambiente. Entre ellas, la deforestación y la destrucción de la biodiversidad que provocan el aumento de la temperatura, es decir, el cambio climático.

Por ejemplo, la deforestación en la Amazonía acelera el impacto de las emisiones de carbono. Recordemos que la Amazonía es un pulmón, si lo deforestamos, se reduce la capacidad atmosférica para contener las emisiones de carbono.

El 20 de agosto, los ecuatorianos deberán elegir, en consulta popular, si se sigue o no con la explotación petrolera en el Bloque 43, en el Parque Nacional Yasuní. Sin embargo, según el Estado, esto generaría grandes pérdidas económicas para el país. ¿Cómo deberíamos lograr un equilibrio entre el cuidado del ambiente y los ingresos del país?

Lo más importante es entender tres cosas. La primera es que la destrucción del Yasuní sería un desastre ecológico y a nivel mundial. Esto porque si la Amazonía se destruye, las consecuencias son para toda la humanidad. Entonces, lo mejor y más lógico sería que la comunidad internacional pague al Estado de ecuatoriano para no explotar el petróleo.

Sé que esta propuesta ya se hizo en el Gobierno de Rafael Correa. Desafortunadamente, la comunidad internacional no ha entendido la importancia del Yasuní y ha hecho muy poco para preservarlo.

En segundo lugar, según los ingenieros petroleros dicen que no será posible aumentar el flujo petrolero en los próximos años. La pregunta es ¿merece la pena estar en el Yasuní por un recurso que se agotará en los próximos 40 años?

Y, en tercer lugar, hay que entender que los países que explotan el petróleo muchas veces no distribuyen la riqueza equitativamente. Es decir, esos recursos no suelen ser para beneficios de todos. Recordemos que América Latina tiene un gran porcentaje de desigualdad, el fruto de los recursos naturales generalmente, no ve el pueblo que más lo necesita.

Por eso, las economías deberían enfocarse en modelos más sostenibles que relacionen la conservación de los recursos naturales con la generación de ingresos económicos. Es decir, caminar en dirección a una transición ecológica.

¿Cómo se logra esta transición? 

La transición ecológica tiene tres niveles. El primero es la transición energética, se trata de caminar hacia las energías limpias. El segundo nivel es la transición material, esto es un cambio radical de la industria. Deberíamos generar productos manufacturados con menos material, materia, energía, agua; productos fáciles de reciclar y de reparar. En tercer lugar, un cambio antropológico, necesitamos una revolución espiritual. En otras palabras, seguir lo que dice la encíclica Laudato si’.

Lo que pasa ahora es que pensamos que la naturaleza es una cosa incierta y silenciosa que podemos destruir. La verdad es completamente diferente. La verdad es que el vaso de agua potable que yo bebo viene del agua de la Amazonía, por ejemplo. Entonces, en verdad, yo soy la Amazonía, mi cuerpo es la Amazonía. No, no podemos destruir la Amazonía sin destruirnos al mismo tiempo.

Así, lo más importante es la relación que yo tengo con el medioambiente, con usted, con los ancestros, los muertos y con la próxima generación. Este cambio espiritual antropológico me parece el tercer nivel.

Sin este cambio me parece muy difícil poner en práctica los dos primeros niveles. Parecen niveles técnicos, pero en verdad es un cambio de pensamiento. Se trata de terminar completamente el capítulo de la revolución industrial. Es empezar un capítulo completamente nuevo, de una antropología y en cosmología relacionada con el mundo. 

Con los recursos naturales que tiene Ecuador, hacer esta transición no debería ser difícil. Debería ir hacia una soberanía alimentaria y una soberanía energética, pero esto significa un cambio radical del modelo económico. Implica iniciar con un modelo centrado en la población, no completamente alienado por la exportación, ni por los mercados del norte.

Cuando hablamos del modelo híbrido de los sistemas económicos, siento que se habla del Estado, pero, ¿cómo podemos hacer como individuos para también ser parte de la transición?

Al nivel individual es posible cambiar muchas cosas. Por ejemplo, deberíamos todos los adultos reducir el consumo de carne o ser vegetarianos. No necesitamos tanta carne para vivir, no es positivo para la salud. Recordemos que el consumo de carne es responsable de una parte muy importante de las emisiones de gases.

Segundo, también podemos, reducir la cantidad de alimento que adquirimos y producimos. En los países desarrollados un tercio de la comida que está en la refrigeradora se desperdicia. En la Tierra producimos comida para para 120 mil millones de personas y somos solo 8.000 millones de personas. Para la producción de este alimento usamos una cantidad enorme de agua y de cultivos. Esto es completamente loco.

Entonces, si las personas  empieza a adquirir únicamente lo que comen, a disminuir la basura, el consumo de plástico, agua y carne, harían un cambio enorme a nivel mundial. Así, podemos reducir nuestro impacto ecológico en al menos un 25%.

Ahora, hay un 85% que no depende de nosotros como individuos, sino del Estado y las de las grandes empresas. Para cambiar eso, necesitamos movimientos de las comunidades, de los políticos y conciencia política. Hacer buenas elecciones el rato de votar, porque si elegimos a políticos sin conciencia ambiental no van a existir cambios.

Hay la necesidad, desafortunadamente, de poner en práctica el cambio a los dos niveles. El nivel individual es muy necesario, pero también el nivel estatal. Entre los dos, hay también el nivel de las comunidades donde se puede hacer mucho.

También es importante ver a los recursos naturales como bienes comunes. En América Latina están muy avanzados en el tópico de los bienes comunes. Hay 14 países en los que no se puede privatizar el agua porque es un bien común. En Europa, es mucho más difícil, solo Eslovenia tiene dentro de su Constitución que el agua no se puede privatizar.

Su visita se debe a un trabajo en conjunto entre la Universidad de Goergetown y la PUAM coménteme de qué se trata este proyecto.

Esta es una iniciativa extraordinaria del PUAM. Se trata de organizar un programa universitario para las comunidades amazónicas que no pueden ir a Georgetown o a la PUCE.

La idea es tener un programa de formación superior que requiera un acceso mínimo al Internet, en donde sea posible combinar cursos presenciales y virtuales. Pero, además, y lo más importante es que vamos a trabajar con un tópico de investigación común para todas las universidades que están comprometidas con el plan. Este sería crear un modelo económico híbrido para estas comunidades.

Un problema de los modelos económicos clásicos, es que no tienen en cuenta las características específicas de los países. En el modelo híbrido, tenemos una columna vertebral, que es la misma para todo; pero luego se toman las características específicas de cada territorio. Para hacer el modelo hibrido para la Panamazonía, analizaremos las características de los nueve países vinculados. Así lograremos un modelo sustentable para ese territorio.

Autoridades de la PUCE, PUAM junto a Gaël Giraud, S.J.

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