Un niño envuelto en pañales nació en Belén hace más de 2.000 años. En un humilde pesebre junto a sus padres, Jesús se convirtió en el símbolo de la esperanza y la entrega de amor inquebrantable para el mundo. Así nació el Hijo de Dios, rodeado de animales porque no hubo lugar para Él.

Este acontecimiento ha marcado la vida de los creyentes por generaciones. El nacimiento del niño Jesús ha sido representado mediante figuras y adornos que emulan la tradicional escena religiosa. Pero, ¿cuál es su origen?, ¿quién inventó el pesebre?

El pesebre

El origen de esta representación proveniente del latín ‘praesēpe’. Lo inventó San Francisco de Asís, el santo de la humildad y de la pobreza, en la Navidad de 1223, en el pueblo de Greccio, Italia.

“Fue San Francisco de Asís el que recreó el nacimiento de Jesús narrado en la Biblia. En un pesebre, reunió a gente del pueblo y a animales. Así yació el primer pesebre en la historia”. En estos términos describe al primer pesebre la hermana Mónica Sáenz, coordinadora de la maestría en Teología de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).

El inicio

Según nos cuenta la hermana Mónica, San Francisco de Asís pidió a sus hermanos y al pueblo Greccio congregarse para recordar la Navidad. Anhelaba que las personas vivan ese momento como algo real. Por eso, decidió reunir en un pequeño establo una mula, un buey, ovejas y otros animales. Además, se sumaron personas que representaron el papel de María, José, los pastores, entre otros.

“Y es así como, a través del primer pesebre, la gente pudo ver el significado del nacimiento. Pese a ser el rey del universo, Jesús fue enviado a la Tierra a nacer en completa humildad rodeado de la gente más pobre, pero grande en espíritu. Ese era el mensaje que San Francisco de Asís intentó trasmitir”, mencionó la hermana Mónica Sáenz.

La representación del nacimiento de Jesús se fue completando con la estrella, las imágenes de ángeles y más animales. La tradición se extendió por toda Europa y de ahí al resto del mundo.

El pesebre de la PUCE

Dentro del Centro Cultural de la PUCE, se esconde uno de los pesebres más antiguos de Quito. Se trata del Belén Quiteño cuyas figuras datan del siglo XVIII.

El pesebre está conformado por una urna típica tallada y decorada con pan de oro. Las figuras y urnas conforman la colección de Museo Jacinto Jijón y Caamaño donado a la PUCE en el año de 1963.

El pesebre cuenta con diversas escenas religiosas como:

  • la niña María con Santa Ana y San Joaquín,
  • la Anunciación,
  • matanza de los inocentes,
  • músicos y danzantes,
  • oficios populares y la escena más importante el nacimiento de Jesús.

Acontecimiento principal

En la escena principal de Belén, se puede observar al Niño desde dos enfoques, una de ellas es la pintoresca. Aquí, la escena se desarrolla dentro de un habitáculo con una ventana rodeada de ángeles. En este caso, María sostiene a su hijo en brazos, acompañada por el niño Juan.

En la escultórica, los personajes se encuentran en el interior de una urna, simulando una choza. En esta interpretación, Jesús se ubica sobre la cuna en el centro, mientras que María y José lo acompañan.

Foto: pesebre Belén Quiteño.

Exhibición

El pesebre se encontrará en exhibición hasta el 13 de enero del 2023, de 8:00 a 16:00 horas. Además, la comunidad universitaria y el público externo disfrutará de 18 pesebres elaborados con material reciclable por las unidades administrativas y académicas de la PUCE. Estos se encuentran en el Centro Cultural.

La esperanza y el amor

Sin duda, el pesebre va mucho más allá de una bonita representación. Es una recreación que invita a reflexionar sobre el rol de cada personaje del nacimiento de Jesús. El nacimiento es el momento ideal para unir y fortalecer los lazos familiares a través de la mayor historia de amor.

Además, nos pone ante la perspectiva de que las vivencias de Jesús y su familia están más vigentes que nunca. Aún muchas familias migran en busca de mejores condiciones de vida, huyendo del dolor y la pobreza. Hoy tenemos la oportunidad de hacer de nuestro corazón un pesebre que acoja, que abrace, que apoye a los más vulnerables.

“El sentido de la Navidad, es saber que todos somos hermanos. Cristo nos llama a reflexionar sobre su gran amor hacia el más necesitado. Impartamos ese amor al prójimo y veamos el pesebre como esa representación del principio de la esperanza», finalizó la hermana Mónica Sáenz.

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