Llegó diciembre y con él los gastos de las fiestas. Comida, regalos y compromisos llenan nuestra agenda y vacían nuestra billetera. Este mes, en el que el pensamiento emocional le gana al racional te invitamos a analizar tus finanzas antes de hacer un gasto.

El magíster en Dirección de Empresas, Galo Sánchez, coordinador de la carrera de Finanzas de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), nos da una pauta de cómo manejarnos financieramente en diciembre.

¿Cómo deberíamos manejar nuestras finanzas en diciembre?

Diciembre es un mes complejo. Históricamente, ha sido el período de mayor gasto. Tanto es así que recordemos que, en la legislación ecuatoriana, tiempo atrás, se creó la figura del décimo tercer sueldo. Esto para atender las necesidades de gastos de estas fiestas por parte de las personas en relación de dependencia.

Lo que recomiendo para diciembre es planificar los gastos, por lo menos seis meses antes. Es decir, tener los ingresos extras libres con ese objetivo o ahorrar para los gastos que se harán.

Si la persona no planificó, ¿qué debería hacer este mes?

Siempre va a ser más complejo entre más cerca está la fecha. Creo que es importante tomar las riendas de nuestros gastos. En caso de que no se haya planificado, mi consejo es que, si no tiene recursos, evite los gastar.

En ese sentido, debe luchar con sus emociones para saber que los gastos que está evitando le darán tranquilidad y tendrá unas finanzas más saludables el próximo año.

Uno de los errores en el caso de las personas que tienen relación de dependencia es mensualizar el décimo tercer sueldo. Antes, se tenía ese dinero acumulado. En la actualidad, según los últimos datos, el 80% de las personas ya no tiene ese ahorro al final del año.

Uno debe pensar que puede pasar una Navidad sin un pavo y un Fin de Año sin una fiesta. Si no se medita en esto, puede adquirir con una deuda para los siguientes 12 meses que después será difícil pagar por las necesidades preestablecidas, como educación, salud, vestimenta, arriendo, que a veces sacrificamos estas cosas por temas emocionales.

Incluso esa falta de planificación puede aumentar la tristeza o la depresión, al no tener dinero para las fiestas.

¿Es prudente utilizar las facilidades de pagos que dan algunas casas comerciales o tarjetas de crédito?

La penetración de tarjetas de crédito en el Ecuador es baja, es decir, que estamos hablando de una minoría de la población que tiene esa opción. Contestando a la pregunta, un plan de pagos con diferimiento no es malo. Sin embargo, es muy importante el objetivo del mismo. Es decir, en lugar de comprar juguetes, adquirir ropa puede ser una opción más inteligente. La ropa es algo que dura más de un año. Así, utilizar los planes de pagos puede ser un plus.

Debemos recordar que uno se debe endeudar en artículos que duren en el tiempo. No deberíamos endeudarnos para una fiesta que, en el mejor de los casos dura 24 horas y te quedas con una deuda de 12 meses. Esto al comparar costo y beneficio no tiene sentido.

Es decir, ¿que lo ideal es gastar en diciembre lo que se ha ahorrado en todo el año?

Lo ideal es plantearse qué diciembre uno quiere tener. Entonces, ahí, hay dos caminos. El primero, y si tiene relación de dependencia, es no mensualizar su décimo tercer sueldo. El segundo, es analizar lo que se quiere e ir ahorrando en los meses anteriores. Una opción es depositar este dinero en una cuenta de ahorro programado o un fideicomiso. El tema es llegar con ese dinero a diciembre.

Lo más importante para ahorrar es tener sueños o metas. El mayor peligro que tiene el ahorro es la falta de sueños. El momento que una persona no tiene sueños ni objetivos, no ahorra. En ese instante lo que gana en el mes se gasta en el mes porque no tiene para qué ahorrar.

Diciembre es un buen mes para volver a soñar, para volver a ponernos metas y proyectarnos. Piense que el próximo año hay cosas que no necesariamente le deben quedar físicamente en el tiempo como un auto, una casa, porque las emociones también llenan la vida y es para lo que se trabaja. Solo recuerde que los gastos emocionales deben ser fruto del ahorro y no del endeudamiento.

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