No tener tatuajes es uno de los 22 requisitos para ingresar a la Policía Nacional del Ecuador. Este Nuevo Reglamento de Reclutamiento entró en vigencia el 26 de enero de 2024 para servidores policiales directivos y tropas. El objetivo es evitar la posible infiltración de criminales en la institución. Además, la entidad aseguró que los tatuajes no generan confianza a la ciudadanía tras haber realizado una encuesta a casi 22.000 personas.

Esta medida y afirmaciones por parte de la Policía Nacional desató un gran debate en redes sociales. ¿Son los tatuajes un indicador de violencia? ¿Cuál es su origen y qué representan?

En Conexión PUCE dialogamos con la antropóloga María Piedad Vera, docente de la Facultad de Ciencias Humanas de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) para amplía este panorama.  

Los tatuajes tienen una historia antiquísima que se remonta a las culturas prehispánicas. Allí ya se encontraban evidencias en momias, como las de la cultura Chinchorro en Perú, que mostraban marcas en la dermis.

Estas prácticas de modificación corporal estaban estrechamente ligadas al estatus social. A lo largo y ancho del planeta, en diversas culturas antiguas, los tatuajes han sido una forma significativa de modificación del cuerpo. Reflejan identidades sociales, étnicas, género y edad.

El cuerpo es nuestro medio primario de expresión y representación en el mundo, donde marcamos tanto nuestro entorno como a nosotros mismos con símbolos y significados específicos. Así, los tatuajes se convierten en una manifestación tangible de quiénes somos y cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea.

Foto: Mercedes González, Museo de las Momias de Quinto (Zaragoza, España)

La historia de los tatuajes es diversa y abarca distintas sociedades, con interpretaciones variadas incluso dentro del mundo occidental. Inicialmente, los tatuajes estuvieron asociados a grupos marginados, como marineros o individuos encarcelados. Esto marcó el comienzo de los estudios sobre su significado en la sociedad occidental.

Ahora bien, los tatuajes tienen significados diversos y personales. Pueden ser una forma de expresión artística, una manera de conmemorar eventos importantes en la vida de una persona, o incluso pueden tener significados espirituales o culturales profundos. Para muchos ciudadanos de a pie, los tatuajes son una expresión de identidad, creatividad o un medio para contar historias personales.

Por lo tanto, es crucial no estigmatizar a todas las personas con tatuajes basándose en estereotipos, ya que, para muchos, los tatuajes son simplemente una forma de expresarse y de celebrar su individualidad.

El reglamento deja varios puntos a analizar. Primero, para mí no está claro si esta prohibición es total o si solo implica la ausencia de tatuajes visibles. Una restricción absoluta sería excesiva y podría ser considerada una medida extrema.

Segundo, hay dudas sobre su eficacia para evitar la vinculación con organizaciones criminales y si realmente contribuye a la formación de un cuerpo policial idóneo. Además, la prohibición de tatuajes puede interpretarse como una forma de imponer una identidad corporal específica. Esto sería muy similar a las prácticas de las bandas criminales ya que estas imponen marcas o tatuajes distintivos a sus miembros.

Esta imposición de una identidad corporal puede ser problemática por varias razones. Una de ellas es que limita la libertad individual de expresión y elección personal sobre el propio cuerpo. También, puede generar estigmatización y discriminación hacia aquellos que tienen tatuajes, asociándolos automáticamente con ciertos estereotipos negativos.

Además, al imponer una norma de no tener tatuajes, se está estableciendo un estándar de aceptabilidad basado en criterios superficiales. Esto puede ignorar las habilidades, competencias y características personales que son más relevantes para el desempeño de una función específica.

Igualmente, estas limitaciones deben considerarse en conjunto con otras normativas disciplinarias presentes en las instituciones policiales. Lo que sugiere que la ausencia de tatuajes no es el único criterio para determinar la capacidad de un miembro del cuerpo policial.

Es fundamental comprender que los tatuajes por sí mismos no indican automáticamente una afiliación a bandas criminales; considerarlos así sería un prejuicio. Por lo tanto, los tatuajes que se deben observar y restringir deben tener características específicas y significativas. No todos los diseños son indicativos de una afiliación criminal. Es necesario analizarlos en relación con otros tatuajes y marcas corporales que puedan estar presentes en la persona.

La presencia de tatuajes no debe ser vista de manera aislada, sino como parte de una narrativa más amplia que se escribe en el cuerpo de la persona. Se deben considerar también otros símbolos o marcas que puedan estar presentes, como nombres de organizaciones criminales o imágenes relacionadas con la delincuencia. Para esto se necesita preparación. Se requiere saber y comprender cómo se leen los símbolos en los tatuajes.

Un aspecto relevante es que las interpretaciones de los tatuajes pueden variar según las características individuales de las personas, como su clase social, origen étnico o aspecto físico. Esto puede llevar a prejuicios y estigmatización injusta, especialmente si no se tiene en cuenta el contexto cultural y personal del individuo.

Es fundamental preguntarse si las personas encargadas de hacer cumplir estas restricciones están realmente capacitadas para interpretar los tatuajes de manera adecuada. Los tatuajes deben ser observados y evaluados de manera cuidadosa y contextualizada, como parte de un proceso de investigación más amplio y objetivo.

Por lo tanto, la interpretación de los símbolos no siempre es intuitiva y puede requerir un análisis más profundo para captar su verdadero significado.

Debemos ser críticos respecto a si esta restricción alimenta prejuicios sociales o realmente cumple su propósito. La institución policial debe analizar cuidadosamente esta cuestión, ya que las violencias que intentamos prevenir no solo provienen de grupos criminales, sino que también debemos evitar que se trasladen a la cotidianidad de las personas.

Es fundamental explicar y evaluar si esta medida es verdaderamente efectiva. Los tatuajes, incluso los más llamativos, no son un indicador fiable del comportamiento social de una persona.

En fin, la discusión sobre los tatuajes en el contexto policial invita a cuestionar nuestros propios prejuicios. Asimismo, nos invita a promover un diálogo abierto y constructivo sobre la identidad, la diversidad y los derechos individuales en nuestra sociedad. Ecuador: ¿hay salida a la situación de violencia?

Ecuador: ¿hay salida a la situación de violencia?

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