El acceso a más conocimiento y educación, mejores oportunidades de empleo, hasta nuestro nivel de productividad, están ligados en la actualidad a la capacidad de acceso a Internet. Esto impacta en el crecimiento económico del país. Así, la reducción de la brecha digital se ha vuelto una prioridad para los gobiernos.

Más allá de ser desarrollos técnicos, el acceso al Internet y a las nuevas tecnologías de la información son herramientas importantes para mejorar la calidad de vida de las personas y de las empresas, así como, de la economía.

“Las tecnologías de la información y comunicación (TIC) brindan un conjunto de nuevas opciones en nuestro desarrollo. Esto tiene una incidencia directa sobre los costos del intercambio de la economía y la productividad”, explica el sociólogo y magíster en Economía, Pablo Samaniego. Actualmente, es docente de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).

Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en Ecuador el 29,3% de la población de cinco años en adelante no tiene acceso a Internet. Característica que pone a esta población en una situación de mayor vulnerabilidad y desigualdad en la sociedad.

Un problema mundial

Lograr la inclusión a través de la conexión digital es un objetivo mundial. Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), las tecnologías de la información y la comunicación contribuyen a mejorar la calidad de vida de las personas, facilitan el crecimiento equitativo y protegen el medioambiente. Así, la reducción de la brecha digital contribuye al cumplimiento de cada uno de los 17 ODS.

Sin embargo, de todos los ODS, el Objetivo 9: Industria, innovación e infraestructura es el que trabaja en mayor medida en reducir la brecha digital y garantizar el acceso igualitario al conocimiento que se transmite por las redes.

La desigualdad en la conexión a Internet se relaciona con la falta de recursos económicos, de conocimiento del manejo de tecnología y de personal calificado en desarrollo tecnológico.

La pandemia agudizó la crisis

Si bien siempre ha sido un problema la brecha digital, en la pandemia esas desigualdades se agudizaron. En este período, se visualizó un país que no pudo llevar esto de la mejor manera, al menos en términos de educación.

“Lo que desnudó la pandemia fueron nuestras desigualdades. La diferencia entre los hogares más ricos y más pobres fue abismal en el acceso a la educación. Mientras los primeros contaban con más de un dispositivo para comunicarse, en los otros, con suerte tenían un celular para todos y en muchos casos sin acceso a Internet”, comenta el sociólogo.

Según el docente de la PUCE, el problema es que ahora que ya se regresó a la presencialidad no se ve ningún tipo de programa que mitigue los efectos que causaron estas desigualdades en los niños de familias de escasos recursos.

“De lo que yo conozco, no hay ningún programa sistemático serio que se ha planteado para superar el retraso que ocurrió en el aprendizaje. Simplemente pasamos la hoja. El problema es que esas cosas no se están discutiendo”, explica el magister Samaniego.

Brecha digital en las empresas

Pero la brecha digital no solo se ve en las personas. El 80% de la matriz productiva del país corresponde a micro y pequeñas empresas. Según un estudio que está elaborando la PUCE, estas empresas son las que menos TIC incorporan, lo que no permite el crecimiento y desarrollo en este sector.

“Con el uso de la tecnología, estos negocios podrían tener mejores productos a menores costos. Por ejemplo, podrían tener sistemas de provisión de alimentos desde las comunidades campesinas a los negocios urbanos”, comenta el docente.

El objetivo del país debe ser reducir la brecha digital lo antes posible, para todos poder tener acceso al conocimiento; pensar en todas las nuevas tecnologías de forma inclusiva y, finalmente, trabajar en términos de tecnología productiva.

“Hay que pensar detenidamente en cómo obtener el mayor provecho de la revolución en las TIC. La mirada debería enfocarse en priorizar los beneficios sociales del uso de estas herramientas, antes que el beneficio individual, que es el dominante en este momento.” finaliza el magíster Samaniego.

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