Ana es más pequeña que la palma de una mano, su piel es lisa, húmeda y su color verde brillante hipnotiza tanto como el canto de las decenas de ranas que habitan en la Balsa de los Sapos, en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Desde este rincón celebramos el Día Internacional de los Anfibios y recordamos las más de 700 especies descritas en el país.

 

Ecuador, tierra de ranas: 700 razones para celebrar  

Ecuador es uno de los países con mayor diversidad de anfibios del mundo. Registra más de 700 especies descritas. Esto es un hito significativo, especialmente tomando en cuenta  la extensión de nuestro territorio.  

 “Solamente hay dos países que tienen más especies de anfibios que Ecuador: Colombia y Brasil. Pero si consideramos el tamaño del país, Ecuador es el que tiene la mayor densidad de especies por área”. Así lo explica el PhD Andrés Merino Viteri, director de la Balsa de los Sapos en la PUCE.  

¿A qué nos referimos con especies descritas? 

Pese al gran número de especies descritas, se calcula que la diversidad que guarda el país es incalculable. Las especies descritas son aquellas que oficialmente reconocidas por la ciencia. Andrés explica que este proceso implica trabajo de laboratorio, análisis genéticos, comparación de cantos, comportamientos y hasta de la forma de su piel. “Es un proceso minucioso que requiere recopilar toda la evidencia para demostrar que estamos ante algo diferente a lo que conocíamos”. 

Además, gracias a los avances en biología molecular, hoy podemos descubrir especies que parecen iguales a simple vista, pero que en su ADN revelan ser totalmente distintas. Esto abre un nuevo horizonte de posibilidades para investigar a los anfibios. 

Descubrir nuevas especies no es solo cuestión de sumar nombres raros a una lista. “No podemos conservar algo que no conocemos, no podemos amar algo que no vemos”. Cada rana descrita es una oportunidad para proteger un pedacito único de vida. 

País de ranas: una balsa de vida 

La Balsa de los Sapos es un  espacio de conservación de especies en riesgo existe desde el 2005. Es parte del Museo de Zoología (QCAZ) de la carrera de Ciencias Biológicas, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la PUCE.

También, este es un espacio único en Latinoamérica dedicado a la investigación, conservación y formación sobre los anfibios. Gracias a este proyecto, la universidad impulsa descubrimientos científicos de alto nivel, incluyendo la descripción de nuevos géneros de ranas. 

El experto destaca que, además de las investigaciones, la Balsa funciona como un semillero de futuros científicos: “Aquí formamos estudiantes de pregrado, maestría y doctorado, no solo de la PUCE, sino de universidades de todo el mundo”.  

La investigación de anfibios es hiperespecializada, sin embargo, la balsa es un espacio de convergencia con otros conocimientos y saberes. Se ha trabajado con áreas como el diseño, el arte y la educación. Por ejemplo, estudiantes de arquitectura han diseñado terrarios inspirados en el hábitat natural de las ranas, y artistas han creado obras inspiradas en sus formas y colores. 

¿Qué papel juegan los anfibios en nuestro mundo? 

Más allá de ser atractivos, los anfibios son vitales para los ecosistemas. Son excelentes indicadores ambientales porque, si desaparecen, significa que algo anda mal en el ambiente. Además, controlan poblaciones de insectos, algunos de los cuales son plagas agrícolas o transmisores de enfermedades humanas. 

“Las ranas son eslabones eficientes en la cadena de energía de los ecosistemas”. Su desaparición afectaría no solo a la naturaleza y a las comunidades humanas que conviven en los entornos.  

Por ejemplo, los anfibios han inspirado medicinas potenciales. En la PUCE se investiga el uso de sustancias químicas de la piel de las ranas, algunas con propiedades antibacterianas y hasta anticancerígenas.  

Activa el sonido, la Balsa de los Sapos te dedica este canto.

Por otro lado, el papel de las ranas y sapos en la cultura de varias poblaciones es importante. Culturalmente, el canto de los sapos ha sido relacionado con la fertilidad y es un símbolo espiritual que trasciende su función natural. 

La delicadeza de la vida 

Hoy, los anfibios son el grupo de vertebrados más amenazado del planeta.  Enfrentan la destrucción de sus hábitats y el cambio climático. Además, padecen pandemias como la quitridiomicosis, causada por un hongo que ataca su piel. 

Por eso, el Día Internacional de los Anfibios es ante todo un llamado a la acción. Cada especie que protegemos es una oportunidad para preservar la salud de nuestro planeta. Cada especie merece vivir segura en la Casa Común. 

No hace falta ser biólogos para tomar acción en la conservación de estas especies. Informarnos, apoyar iniciativas, respetar los ecosistemas y difundir la importancia de los anfibios son acciones al alcance de todos. Como dice Andrés «uno ama lo que conoce». Así que celebremos, compartamos y protejamos a nuestros anfibios, tesoros de Ecuador y del mundo. 

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