En el mundo de los pingüinos, la monogamia no es su único rasgo «amoroso», también destacan sus particulares rituales de cortejo. En algunas especies, como la del pingüino Adelia, el macho presenta una piedra hermosa a la hembra. Si ella la acepta, se formaliza la pareja. Esta acción, conocida como pebbling inspira a las parejas jóvenes actualmente. El término se refiere al acto de compartir memes, imágenes, stickers o videos como una forma de conexión. 

El auge de las redes sociales y la hiperconectividad han modificado drásticamente las formas en las que nos comunicamos y establecemos vínculos. Sin embargo, en cada época existen gestos de interés para reforzar un vínculo de pareja, amistad o cualquier otro tipo. 

Así lo explica la Mgtr. Alejandra González, docente de la Facultad de Psicología e investigadora asociada del Observatorio de Comunicación (OdeCom) de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). La premisa es sencilla: las relaciones se construyen cada día mediante actos, gestos y detalles. 

“Lo que antes era una carta o un gesto físico, hoy se ha transformado en un mensaje instantáneo. Esto se facilita por la mediación tecnológica, que aparenta acortar distancias y sostener vínculos”, señala Alejandra. 

¿Relaciones líquidas? 

La experta explica, bajo el concepto de “amor líquido” de Zygmunt Bauman, las transformaciones de las relaciones de pareja en el contexto global. El autor sostiene que los vínculos cada vez son más superficiales, en correspondencia con los contextos sociales. La tesis central es que las personas cambian rápidamente de pareja cuando algo no funciona. Se refleja así la naturaleza inestable de las relaciones. 

Las personas buscan constantemente maneras de sostener relaciones más estables, aunque con frecuencia estas estrategias son temporales y efímeras”, indica. 

En el cerebro, cuando una persona recibe una imagen o video de su pareja se activa en el hipotálamo, el centro de recompensa. Esto provoca un placer inmediato. Sin embargo, esta interacción es superficial.  

“Antes, las cartas o serenatas creaban una conexión más profunda. Hoy, la tecnología facilita la inmediatez, pero muchas veces vacía de significado duradero”, señala.  

¿Son mis emociones? 

Seguramente, más de una vez has visto un meme y dijiste: “Sí soy”.  Eso se traduce también en las relaciones. Comparto con mi pareja las imágenes y videos con los que me identifico o me generan emociones. 

En psicología, este fenómeno se denomina identificación proyectiva. Esto puede provocar que la gente no sienta las emociones directamente, sino a través de lo que consumen digitalmente. 

“Antes, éramos nosotros quienes creábamos el significado de lo que sentíamos. Pero, ahora parece que nos hemos convertido en simples reproductores de emociones”. 

Esto puede tener varios matices. Por ejemplo, la cantidad de contenido compartido a diario puede provocar una saturación y pérdida de sentido. Es decir, ya no se percibe como un detalle que me hace sentir especial. 

Pebbling y salud mental  

En los procesos comunicativos, a través de canales digitales, un fenómeno clave es la espectacularización de la cotidianidad. Las parejas ya no solo construyen un vínculo interno, sino también uno visible para todos. Es así como la necesidad de aprobación en redes sociales se vuelve cada vez más intensa. Las opiniones y reacciones de otros juegan un rol crucial en la percepción que tenemos de nuestra relación. 

Se debe atender algunas consecuencias en la salud mental del uso no crítico de las redes, especialmente en las nuevas generaciones. Existen estudios sobre los impactos del uso de las redes sociales en la distorsión de la autopercepción en los jóvenes.  

“Es como si se vendiera un ideal de cómo deberías ser. Este fenómeno tiene consecuencias graves, porque genera una desconexión entre lo que somos y lo que se nos muestra como deseable”. 

Por otro lado, hay una sensación de democratización del acceso a los contenidos. Todos nos sentimos identificados en algún nivel.  

“Ahí entran en juego los memes y el contenido humorístico: te invitan a reírte de ti mismo y de tus desventuras. Esto nos conecta a sentir que no estamos solos, que lo que nos sucede es compartido por la mayoría”, dice Alejandra. 

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