El actual brote de tosferina que azota a Ecuador con 320 casos confirmados y 11 muertes, en su mayoría lactantes no tomó por sorpresa a todos. Ya en 2018, una investigación pionera desarrollada por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), en coordinación con el Instituto Nacional de Investigación en Salud Pública (INSPI), lanzaron una alerta científica basada en un estudio que demostró la circulación activa de Bordetella pertussis en el país.

Cuando iniciamos este proyecto en 2016, entendimos la necesidad de mejorar las técnicas de diagnóstico”, explica la doctora Saidy Vásconez, docente de la PUCE e investigadora líder del estudio. “El cultivo microbiológico era el método estándar, pero demoraba demasiado en emitir resultados. Nosotros queríamos aportar con metodologías más sensibles y específicas, que disminuyan el tiempo de respuesta y permitan un tratamiento oportuno. Así empezamos a investigar sobre este caso”.

El estudio: Bordetella pertussis, a reemerging pathogen in pediatric respiratory infections. A study in Quito, Ecuador, analizó 86 muestras de niños menores de un año con sospecha clínica de tosferina en la capital ecuatoriana. El cultivo detectó solo un 23% de positivos. En cambio, mediante PCR —una técnica molecular— se identificó un 41% de casos de tosferina, casi el doble. Los bebés entre 0 y 3 meses fueron los más afectados.

Nuestros hallazgos revelaron que la tosferina estaba circulando activamente, especialmente entre los más vulnerables. En ese momento, no estábamos en un escenario como el actual, pero ya teníamos entre 140 y 200 casos al año. Además, la OMS advertía desde 2017 que la tosferina era una enfermedad reemergente”, añade Saidy.

La tosferina es una enfermedad inmunoprevenible, pero la cobertura real es mucho más frágil de lo que indican los números. “Una de las principales problemáticas es que muchos niños no completan el esquema de vacunación”, subraya la doctora. “Tenemos dosis de refuerzo que muchas veces no se administran. Hay que entender que esta enfermedad no genera inmunidad permanente, ni por vacunación ni por infección previa».

Los investigadores del estudio ya señalaban que, según experiencias internacionales, el uso de vacunas acelulares (DTaP) puede representar una estrategia complementaria útil para proteger a poblaciones de riesgo como gestantes y adultos mayores, en el marco de programas de inmunización ampliada.

Otro punto determinante que se encontró es la falta de estrategias de vacunación para madres gestantes. “En Ecuador, el sistema público no cuenta con la vacuna DTPa acelular para embarazadas. Esta vacuna permite transferir anticuerpos al bebé antes de nacer y protegerlo en los primeros meses, cuando es más vulnerable”.

La investigación también reveló una preocupante realidad: en muchos casos ni si quiera se registraba el estado de vacunación del niño o su madre. Este vacío de información impide tomar decisiones acertadas en salud pública.

“En 2016, cuando se recolectaron las muestras del estudio, Ecuador ya mostraba un aumento ligero casos reportados. Hoy la crisis actual confirma lo que la ciencia advirtió. La tosferina nunca se fue, solo estuvo oculta detrás de una vigilancia insuficiente”.

Tras finalizar el estudio, los resultados fueron compartidos con el laboratorio de referencia del INSPI donde se realizó el estudio tras un trabajo en conjunto en la entrega de protocolos para implementar técnicas moleculares en el diagnóstico nacional. “El objetivo era que toda la población entendiera la situación epidemiológica. Aquí se logró algo importante: Ahora el INSPI complementa la detección de Bordetell pertussis con métodos moleculares, lo cual acelera el diagnostico”, afirma la doctora.

Aunque se implementaron mejoras técnicas, como el uso de pruebas moleculares, aún quedan desafíos pendientes para una respuesta integral. “En ese momento quizá no se consideró una enfermedad prioritaria por el bajo número de casos. Aun así, ya en el estudio dábamos recomendaciones sobre el uso de vacunas más efectivas y estrategias dirigidas a poblaciones vulnerables”, dice Saidy.

El estudio recomienda que la incorporación de pruebas moleculares como método estándar en hospitales y centros de salud podría salvar vidas. También, subraya la necesidad de campañas de vacunación con refuerzos y monitoreo materno.

A la luz de la crisis sanitaria actual, estos hallazgos adquieren renovada relevancia, reafirmando la necesidad de integrar el conocimiento generado localmente en la toma de decisiones sanitarias. “Estos casos se pudieron prevenir. Ya teníamos evidencia desde hace años de que existía una falta de cumplimiento del esquema de vacunación”, añade. “Lo que toca ahora es actuar. Tenemos la solución: la vacuna. La pregunta es cómo mejorar las estrategias para llegar a toda la población, sobre todo los más pequeños y sus madres”.

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