En las últimas semanas, diez estudiantes de Derecho de la Pontifica Universidad Católica del Ecuador (PUCE) emprendieron el desafío de participar en un interuniversitario nacional y uno internacional de arbitraje. Fines de semana de trabajo, noches en vela, camaradería y mucho trabajo en equipo son los ingredientes de una historia que va más a allá de una competencia.  

Los jóvenes coinciden en el interés de dejar en alto el nombre de su universidad y también del Ecuador. Conversamos con los protagonistas de esta aventura, quienes nos comentaron más detalles de la preparación para el XIV Concurso Nacional de Arbitraje, organizado por la Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio Ecuatoriano Americana y la Universidad San Francisco de Quito. En esta oportunidad, además, la PUCE será sede del evento. 

El 10 y 11 de julio se llevarán a cabo las rondas generales y la audiencia final de los estudiantes de las distintas universidades del país. Además, el equipo participará en el concurso internacional de arbitraje que se celebrará en septiembre, en Lima, Perú.  En la edición pasada del internacional, la PUCE llegó a semifinales, una hazaña que marcó un precedente. “Este año queremos ir más lejos. Sabemos lo que implica y estamos listos para el desafío”, afirman Martín Mora, uno de los integrantes del equipo.

Así es el equipo de arbitraje 

Todo comenzó con una convocatoria abierta impulsada por la carrera de Derecho. Así, se conformó un equipo con estudiantes de distintos niveles, explica el Dr. Juan Páez Parral, director del Centro de Métodos Alternativos de Solución de Conflictos (CEMASC-PUCE). «No fue por curso, sino por mérito. Cada uno presentó su carta de intención y pasó por entrevistas. Así se fue armando esta familia», agrega el integrante Matías Cobos, uno de los diez que conforman el equipo. 

Y sí, familia es la palabra que más se repite cuando se les escucha hablar. Entre prácticas, clases y reuniones maratónicas de fin de semana, se formaron lazos que van más allá del aula, así lo explica Joan Torres, estudiante de sexto semestre. “Nos vemos más entre nosotros que con nuestras propias familias”.

El docente Juan Páez explica que formar un equipo con estudiantes de distintos semestres no fue casualidad. La idea es asegurar la continuidad del grupo a lo largo del tiempo. Así, los estudiantes de semestres avanzados comparten su experiencia con los más jóvenes, quienes, a su vez, podrán transmitir ese conocimiento más adelante. Es un ciclo que garantiza el crecimiento individual y también la permanencia y fortalecimiento del equipo de arbitraje. 

Preparación más allá de las aulas 

La preparación no ha sido sencilla. Han tenido que estudiar temas complejos como minería, inteligencia artificial y derecho mercantil, además de entrenar oratoria y redacción jurídica. La exigencia es alta, pero también lo es el compromiso. “Nos hemos cerrado a otras actividades por estar al 100% en esto, pero vale la pena”, asegura Joan Torres.

Uno de los elementos más valiosos de esta experiencia son los entrenadores.  “Gracias a la guía de nuestros coaches aprendimos desde cero qué es el arbitraje. Eso nos permitió funcionar como un verdadero equipo: nos organizamos, nos apoyamos mutuamente y nos repartimos las tareas para cumplir con todo”, comenta Aaleyah Gamboa. 

Más allá del aprendizaje técnico, el arbitraje se convierte en una plataforma para desarrollar habilidades clave para el ejercicio profesional. La redacción jurídica, la investigación, el pensamiento estratégico y la oratoria se ponen a prueba constantemente. Además, se crean redes de contacto con estudiantes de otras universidades, tanto a nivel nacional como internacional, lo que les abre oportunidades para su futuro profesional. De hecho, los más destacados suelen ser buscados por estudios jurídicos especializados en arbitraje, comenta el docente.

Arbitraje: conciliación y ética 

El equipo también señala que ha sido un ejercicio para comprender la importancia de la ética en la profesional y crecer personalmente. “He aprendido a confiar, a trabajar con otros, a crecer. Me ha hecho ver mi carrera con otros ojos”, señala la integrante María Gabrielle Méndez. 

Entre simulaciones de casos, ensayos de oratoria y largas jornadas de estudio, el equipo de arbitraje de la PUCE demuestra que la pasión por la justicia va más allá de lo académico.  

“Los abogados estamos llamados a defender el derecho y las causas justas. Si no actuamos con ética, no solo fallamos a nuestros representados, sino que dañamos el sistema de justicia en su conjunto. La ética profesional debe estar presente en cada paso: frente al juez, al fiscal, y, sobre todo, con nuestros usuarios. Decir la verdad, incluso cuando es difícil, es una responsabilidad fundamental”, concluye Jason Yuquilema. 

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