Foto: Cortesía Patch Arch.
En las calles Venezuela y Bolívar, en el Centro Histórico de Quito, se encuentra el teatro Atahualpa. Una construcción de inicios del siglo XX, una obra lujosa para su época que pasó de dar obras teatrales y ser un ícono de la cultura a convertirse en un cine porno. Para Pablo Cevallos, Valeria Sandoval y Sarahí Márquez, arquitectos, esto solo es una muestra de cómo subestimamos los íconos de nuestra ciudad e identidad.
Para estos tres jóvenes, quienes se graduaron en arquitectura de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), cuando no conoces ni aprecias tu ciudad, no la cuidas.
“Las piezas que encontramos dentro de nuestra ciudad no solamente deben ser vistas como objetos construidos sino como parte de nuestra forma de vivir y ser,” explican estos jóvenes arquitectos en la presentación de Patch Arch.
Patch Arch, decodificando la arquitectura
En el 2020, en una de las innumerables reuniones por Zoom debido a la pandemia, mientras hablaban de la contracción del sector de la construcción, Pablo y Valeria decidieron dedicarse a ilustrar construcciones icónicas de las urbes como una forma de crear apropiación por los espacios urbanos.
Así nació Patch Arch, un espacio colaborativo de ilustradores que esperan decodificar la arquitectura a través de dibujos e historias. Después de un año en el mercado, Pablo y Valeria invitaron a Sarahí a que forme parte de este proyecto artístico y arquitectónico.
“Queremos mostrar los íconos arquitectónicos en un lenguaje mucho más liviano y que las personas lo aprecien de otra forma. Para que así se apropien de su ciudad, incluso siendo críticos frente a lo que observan”, comenta Valeria.
Hoy, este proyecto cuenta con siete colecciones de ilustraciones de edificaciones e íconos arquitectónicos del mundo, una de ellas dedicada especialmente a Quito. Entre sus productos, se puede encontrar libretas, posters y postales.
El futuro y su plus
El plus de Patch Arch es que sus ilustraciones tienen carácter de exclusividad, convirtiéndolas en un objeto arte con mayor valor. Es así, por ejemplo, que de un póster solo llegan a tener cinco ejemplares.
“Nuestros productos, a la final, se convierten en un objeto único. El cliente va a tener la seguridad que de ese cuadro que tiene colgado en su sala, solo cuatro personas más lo tienen en el mundo”, explica Pablo.
Para el futuro estos tres alumni PUCE están trabajando para que sus productos se vendan a nivel internacional a través de distintos proyectos. Actualmente, cuentan con un proyecto en el que tanto ellos como sus colaboradores debe ilustrar los íconos arquitectónicos de sus viajes.
Finalmente, para Pablo, Valeria y Sarahí, la formación de la PUCE en su vida profesional y en su emprendimiento ha sido primordial.
Gracias a las clases optativas, tomaron ilustración que es lo que hoy es la base de Patch Arch. Así, como su modelo ignaciano que les ha dado una visión más social de la arquitectura.
“El enfoque que tiene la FADA en la PUCE es mucho más social. Sentimos que eso le dio a nuestra formación no solo el componente técnico, sino ese ingrediente humano”, cuenta Saharí.
Pablo, Valeria y Sarahí, tres quiteños de 30 años, están dejando huella como los más de 65.000 graduados de la PUCE desde hace 75 años.
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