Spoiler: este artículo no pretende juzgar si las acciones descritas son correctas o incorrectas, ni profundizar en cada ejemplo. Busca compartir perspectivas de expertos de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) para un análisis más amplio sobre los límites de la libertad de expresión en el arte.
Conversamos con el PhD Jorge Cruz, docente de la Facultad de Comunicación, Lingüística y Literatura, y el Mgtr José Luis Macas, docente investigador de la carrera de Artes Visuales. Ambos coinciden que es un tema complejo para valoraciones absolutistas, así que, vamos por partes.
Breve contexto
Una imagen del presidente, con la cabeza cubierta, colgada con una cuerda durante el Quitofest 2024 causó gran controversia. Este performance fue parte de la presentación de Mugre Sur, un grupo icónico del hip hop quiteño. La acción generó una rápida reacción del Ministerio de Cultura y Patrimonio, que rechazó que el uso de la plataforma para “fomentar el odio y la división”.
En cuestión de horas, el evento se convirtió en tendencia en redes sociales, avivó un intenso debate sobre los límites del arte y la libertad de expresión. Sin embargo, este no es un caso aislado. Durante 2024, otros episodios han alentado la discusión en torno a la relación entre arte, crítica social y censura. En junio, el comediante Iván Ulchur fue vetado de varios escenarios. Esto por un chiste controvertido sobre la vida en un barrio de Gaza, en el contexto del genocidio en la región.
En medio de una creciente polarización social, marcada por la precarización económica, una crisis de seguridad y graves problemas ambientales, la tensión aumenta. La respuesta del Estado ha sido recurrir a la militarización y declarar estados de excepción de manera recurrente para mantener el control.
“Lo que ocurre en el performance de Mugre Sur es completamente válido, ya que responde a una coyuntura actual. Este tipo de expresiones encajan en espacios diseñados para el debate público. Además, no es algo nuevo; llevan más de 20 años como raperos con una posición contestataria. Es una constante en su trabajo, que se manifiesta como un reflejo del sentir colectivo”, dice José Luis.
Libertad de expresión
En términos sencillos, la libertad de expresión es una garantía universal. Todos tenemos derecho a expresar, buscar, recibir y difundir ideas y opiniones. Pero este derecho no es absoluto, quienes emiten un discurso también asumen una responsabilidad por sus palabras y acciones.
Jorge señala que es importante comprender la relación entre quien emite el mensaje y el público que lo recibe. “Cuando alguien pierde su libertad de expresión, solemos pensar únicamente en el individuo. Sin embargo, también es importante reflexionar sobre el colectivo que se ve privado de escuchar esas ideas, de beneficiarse o interesarse en esas ideas”, explica.
Para facilitar el análisis, se pueden considerar tres dimensiones clave de los límites de la libertad de expresión
- Marco legal. Este límite se refiere a las consecuencias jurídicas de ciertas expresiones. Por ejemplo, los insultos y mentiras pueden ser juzgadas como calumnias.
- Temporalidad. Lo que se considera aceptable en un momento puede ser completamente rechazado en otro, dependiendo de los valores y sensibilidades de la sociedad. Un ejemplo claro es Pepe Le Pew, un personaje que en su tiempo fue visto como humorístico. Actualmente, es cuestionado por promover comportamientos abusivos hacia las mujeres.
- Intención e impacto. Este límite analiza quién emite el mensaje y las repercusiones que busca generar. La intención detrás del mensaje es clave para evaluar si cruza los límites éticos o sociales de la libertad de expresión.
Analicemos la situación de Mugre Sur
Para un análisis más integral resulta útil recurrir a metodologías como el análisis de textos multimodal. Jorge destaca que esta herramienta permite descomponer el discurso en tres niveles fundamentales: campo, tenor y modo.
- Campo. Este nivel aborda el contexto en el que se produce el discurso. Incluye elementos como el momento histórico, el entorno sociopolítico y cultural. También, el tipo de evento y las condiciones específicas en las que se da la comunicación. Por ejemplo, el performance de Mugre Sur se dio en el Quitofest, que ha sido un espacio de expresión contracultural y crítica social. Esto ocurre en un año marcado por crisis y polarización en Ecuador.
- Tenor. Analiza quién emite el mensaje, su posición frente al tema y cómo se relaciona con el público. En el caso de Mugre Sur, es un referente del hip hop crítico en Quito, legitimando su posición frente a problemas sociales. El impacto seguramente sería distinto si el mensaje viniese de Fausto Miño, por citar a otro artista ecuatoriano.
- Modo. Este nivel examina el medio y las formas utilizadas para transmitir el mensaje. En este caso, se trata de un performance en un escenario público, utilizando una representación simbólica. La elección de este medio y sus recursos refuerzan la carga emocional y amplifican la repercusión del mensaje. Esto, de forma especial en plataformas digitales donde se difundió ampliamente.
Arte, reflejo y transgresión de la sociedad
En el arte, la discusión sobre la libertad de expresión ha sido álgida. José Luis explica que el arte es un espacio donde constantemente se están explorando los límites de la imaginación y de lo posible, tanto a nivel colectivo como individual. En ese sentido, la transgresión ha sido históricamente una parte inherente de la práctica artística.
“Vivimos en una sociedad que tiende a ser bastante susceptible frente a ciertas expresiones. Sin embargo, los artistas cumplen un rol fundamental: generar una mirada crítica hacia problemáticas sociales. El trasfondo de estas expresiones es funcionar como un espejo para la sociedad. En ocasiones, ayudarnos a reírnos de nosotros mismos o cuestionar ciertas ideas”, comenta José Luis.
Sin embargo, el docente comenta que este ejercicio requiere un delicado equilibrio entre sensibilidad e inteligencia. El balance permite desafiar los límites sin caer en la estigmatización, la burla o la minimización de temas delicados. Informarse bien y comprender las complejidades sociales es clave.
Política y partidismo
En esta dimensión de análisis, los expertos coinciden en que todo arte es intrínsecamente político. ¿La razón? El arte, como práctica social, establece una relación con los demás y refleja un posicionamiento del autor ante las realidades que expone.
José Luis comenta que este carácter político no necesariamente significa partidismo, sino la capacidad del arte para cuestionar, desafiar o dialogar. El performance de Mugre Sur es un claro ejemplo de cómo el arte puede convertirse en un catalizador para abrir debates sociales y políticos.
Por ello, es crucial diferenciar entre el uso partidista de un gesto artístico y el propósito original de la obra, que suele reflexionar sobre una situación política o social. Además, tomar en cuenta el rol activo del público y más en un mundo hiperconectado.
Actualmente, las redes sociales amplifican las obras, las críticas y la reflexión sobre el equilibrio entre la libertad de expresión y la responsabilidad social se complejiza. Las plataformas digitales permiten que las obras se difundan rápidamente, pero también facilitan la polarización de los debates y la manipulación del mensaje.
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