El 5 de febrero de 2023, el país vivió las elecciones seccionales en las que se eligieron alcaldes y prefectos. En este nuevo período, que durará cuatro años, las autoridades elegidas tienen grandes desafíos para sus respectivos cantones.
La arquitecta Myriam Jácome, coordinadora de la Ingeniería en Planificación Urbana y Territorial de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), comenta los desafíos que afrontará el nuevo alcalde de Quito, quien asumirá su cargo el próximo 14 de mayo.
¿Cuáles cree que son los desafíos para la nueva Alcaldía de Quito?
Hemos identificado cinco desafíos claves. El primero es, sin duda, el tema de movilidad y transporte. Creemos que este es uno de los factores más estructurales en la toma de decisiones para el futuro de Quito. La congestión vehicular acarrea problemas de degradación ambiental y calidad de vida.
El segundo, es el tema de los riesgos. Anualmente, Quito experimenta episodios de lluvias intensas a lo que se suma la alta probabilidad de erupciones volcánicas. Estas problemáticas se deben abordar para proponer medidas de mitigación.
El tercer desafío es el tema de la gestión. Esta se relaciona especialmente al aparataje municipal en temas de gestión pública, transparencia y construcción de institucionalidad. La eficiencia de la administración tiene un vínculo directo con la confianza que tenemos los ciudadanos en quienes nos gobiernan.
El siguiente tema es el uso de suelo. Este aspecto se enlaza de forma directa con los temas de movilidad y de vivienda. Las ciudades son sistemas, son redes, no podemos analizar un tema separado del otro.
Y el último es la gestión de residuos. En este desafío, la logística de la ciudad está ligada a los patrones de consumo que tenemos como ciudadanos. Esto provoca una gran producción de residuos y una deficiente gestión de los mismos lo agrava. El desafío radica en transformar estos patrones de consumo en procesos más sostenibles como por ejemplo la economía circular.
¿Es posible que la nueva Alcaldía de Quito resuelva esos desafíos en cuatro años?
Esa es una muy buena pregunta. Hagamos un ejercicio rápido de cómo son los años de gestión de las alcaldías. En el primer año, generalmente, se procede con la instalación de nuevas autoridades, transiciones y revisión profunda del estado del Municipio.
En el año siguiente, se debe esperar la asignación presupuestaria, que en la administración pública, se da por marzo. Hasta que hagas los planes operativos y de compras anuales, tienes un año más que ha transcurrido.
De ahí, pensar en qué momento se empieza con la ejecución de los planes. Mientras inicia la ejecución queda menos de un año y medio. Los seis meses que restan ya es campaña electoral. Esta es una de las grandes falencias en planificación que tenemos en Quito y en todo el país: la discontinuidad de los procesos.
Entonces, ¿cómo tener una mejor planificación y ejecución?
Pienso que no es solamente responsabilidad del Gobierno local de turno, sino de los ciudadanos. Tiene que ver mucho la participación ciudadana, porque si nosotros, como ciudadanos, somos conscientes de nuestros derechos y obligaciones, deberíamos exigir que los procesos continúen.
Así, ya no depende si el gobierno de turno se queda o se va, ya que lo que deberían quedar son los planes, los programas y los proyectos. Como ciudadanos, debemos velar que esos planes y proyectos continúen.
Recordemos que el hecho de que no se tenga continuidad produce mayor gasto público y fiscal. Es volver a pagar por proyectos que, tal vez, ya estaban planificados; volver a realizar estudios que, quizás, ya existían. En definitiva, es nuestra responsabilidad ser vigilantes, críticos, pero también propositivos como ciudadanía.
De los de cinco desafíos que hemos hablado, ¿cuáles cree que son los más urgentes?
Es una cadena. Para abordar los temas de movilidad y transporte, se debe evaluar el uso de suelo. Por ejemplo, se habla de abrir otra calle, ampliar carriles o construir pasos a desnivel. Siempre estamos viendo la forma de ampliar las vías y eso, en cualquier parte del mundo, acarrea más autos.
No estás haciendo más amplia la vía para que pasen más autos, estás facilitando que crezca el parque automotor. Un simple ejemplo es el Pico y Placa Quito. El objetivo era controlar la congestión vehicular, pero el resultado es que creció el parque automotor. Muchas familias de clase media y alta se compraron otro auto. Entonces, nunca se solucionó el problema, el caos sigue existiendo.
Por eso, hacemos hincapié en que no se debe buscar una solución apartada. Así, al hablar de movilidad, se debe considerar el uso de suelo. Lo que se debe hacer es trabajar en ciudades más compactas y eficientes. Mientras más lejos esté las personas de sus trabajos, sus centros de estudios, los servicios que requieren, más tiempo y recursos necesitarán.
Se identifica así uno de los puntos críticos de la movilidad: el Metro. La movilidad es hablar no solamente de los medios de transporte que pueden ser públicos, privados, masivos, sino hablar de un sistema integral, cómo nos interconectamos con todo.
Pensaría que el Metro es uno de los principales desafíos y el que más discusiones lleva. Más que la obra, lo que ahora se demanda es el modelo de gestión y la sostenibilidad del modelo municipal, sin duda, un tema de eficiencia y ejecución y sobre todo transparencia para que efectivamente el Metro fortalezca un sistema integrado de movilidad.
¿La seguridad tiene que ver con la planificación?
La seguridad está muy ligada a la segregación y a la pobreza. Uno de los grandes problemas de todas las ciudades del mundo es la pobreza urbana. Este indicador incluye factores clave como la mala calidad de vida, la falta de acceso a servicios básicos, a oportunidades de infraestructura y educación. Cuando todo esto está en contra, se permite que la delincuencia gane campo entre la población más desfavorecida.
La planificación urbana y territorial está ligada a la gestión, es importante equiparar y hacer que la ciudad sea más justa. Es decir, que los grupos más vulnerables tengan las mismas oportunidades que el resto de la población.
Por lo tanto, se debe generar programas y proyectos que mejoren el acceso a servicios y oportunidades para todos. Trabajar en seguridad no es ponernos un policía a todos, es hacerlo, a través, de soluciones integrales que te van a dar más resultados a futuro.
¿Cómo debería gestionar estos cinco desafíos el nuevo Gobierno local?
Es importante trabajar siempre con los distintos actores. En la sociedad civil, se tiene varios actores como la ciudadanía, la academia y la empresa privada
Nosotros, como academia, también tenemos un rol clave y nuestro rol no es solamente el tema de la formación de profesionales, sino también la investigación.
La investigación, a más de contribuir en la coproducción del conocimiento, permite dotar de fundamentos para la toma de decisiones. La academia contribuye también en procesos de medición y transparencia, siendo un vínculo entre el Gobierno y la ciudadanía. Como academia tenemos el compromiso con la ciudadanía de ser transparentes y de tomar posturas firmes en beneficio de la sociedad.
No es un tema de ser político-partidistas. Debemos ejercer la política siempre relacionado a la polis, que se refiere a organizar un territorio gobernado con autonomía respecto a otras ciudades. Uno de los mensajes directos a todas las alcaldías: hay mucha información, mucho trabajo que ya está hecho, procesos que están en ejecución se les debe dar continuidad. Esto por respeto, principalmente, a la ciudadanía, no solo por la inversión que se hizo.
Como ciudadanos nos merecemos transparencia y que la planificación de la ciudad se implemente, monitoree y evalúe. También es indispensable que los funcionarios municipales sean eficientes, que los impuestos que pagamos y los recursos que tenemos sean bien empleados. Si ya hay procesos iniciados, insisto, deben continuar y, sobre todo, que como ciudadanos estemos informados de la gestión
El nuevo alcalde debe generar lazos. Indiscutiblemente, tenemos diferencias, pero no debemos dividirnos entre el norte, el sur y los valles, sino manejar un mensaje de unión.
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