Ocho estudiantes de séptimo y octavo nivel de Medicina, participaron en el proyecto “Evaluación innovadora de consumo de ultraprocesados y sistema alimentario escolar en Ecuador y Perú”. 

Desde el Instituto de Salud Pública de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, los estudiantes y miembros del semillero del grupo “Alimentación, salud y vida”; decidieron llevar sus conocimientos más allá de las aulas. Movidos por su compromiso con la salud infantil, participaron en una investigación en alianza con la Universidad de Cuenca y el Instituto de Investigación Nutricional del Perú con el apoyo de la organización “COLANSA”.

Analizar las perspectivas de la alimentación infantil fue uno de los objetivos que se plantearon los chicos en este proyecto. Gracias a su esfuerzo y dedicación, resultaron elegidos para presentar sus trabajos en el Congreso Iberoamericano de Investigación Cualitativa en Salud de Chile, que se desarrollará en el mes de noviembre del presente año. 

Paula Sotomayor, Ana Vargas, Ivana Montero, Mateo Rivera, Mauro García, Ágata Sisalema y Anahí Mena son miembros del proyecto, bajo la dirección del docente José Andrés Ocaña y Odalis Heredia investigadores del ISP.

Hablamos con ellos sobre cómo nació su interés por la alimentación infantil, qué han aprendido en el proceso y cómo la investigación puede ser clave para transformarla. 

Mediante estudios cualitativos, descriptivos y basados en artes (dibujos), los estudiantes analizaron en tres líneas: la influencia de la publicidad, los refrigerios escolares y la conciencia alimenticia en los niños. 

La influencia publicitaria en la alimentación infantil

Paula Sotomayor, Ana Emilia Vargas y Nicolas Toaquiza, alumnos de octavo nivel, analizan el impacto de la publicidad de comida chatarra en niños. Eligieron este tema porque, al interactuar con los pequeños, notaron que muchos dibujaban marcas reconocidas de comida rápida.

“Nos llamó muchísimo la atención ver cómo los niños dibujaban logos y publicidades que ven a diario en la televisión o en su día a día. Eso demuestra el nivel de influencia que tiene en sus elecciones”, comentó Paula.

Por su parte, Ana Emilia explicó que este tipo de temas pocas veces se estudian desde la infancia, ya que normalmente se investiga en adultos o en personas mayores.

El objetivo del trabajo es descubrir qué factores influyen en la preferencia de los alimentos ultraprocesados en los niños, y cómo esto se relaciona con las enfermedades crónicas a futuro, para tomar medidas oportunamente. Como bien menciona Ana, “queremos cambiar la idea de que la comida rápida es la única opción económica, demostrando que los alimentos locales pueden ser más saludables y accesibles”. 

Refrigerios escolares

Cada día el refrigerio es el mismo: tres galletas de avena y una bebida de leche con altos niveles de azúcar. Algunos niños la beben, otros se cansan pronto y prefieren intercambiarla con sus compañeros por otra opción. Ese fue uno de los hallazgos de la investigación de Ivana Montero y Mateo Rivera, de séptimo nivel, ellos investigan los factores y características de los refrigerios de media mañana y media tarde que se consumen en la escuela «Oscar Efrén». Este proyecto surgió luego de una investigación cuantitativa previa. “Queríamos entender qué comen realmente los niños, de dónde proviene esa comida y por qué la eligen”, explicó Mateo. 

Ambos coincidieron que los mayores desafíos al trabajar con niños fue que algunos eran muy activos y otros demasiado tímidos. Sin embargo, lograron crear un ambiente de confianza con la ayuda de sus compañeros y profesores. Además, involucraron a los padres para confirmar la versión que daban sus hijos sobre los refrigerios que consumían.

Como hallazgo principal, identificaron que en muchas escuelas se repiten los mismos alimentos procesados que hay en las tiendas, mientras que los alimentos locales y naturales se consumen en menor cantidad. Esto evidencia que el ambiente escolar influye directamente en los hábitos alimenticios de los niños. 

Conciencia alimentaria desde los más pequeños

Mauro García, Ágata Sisalema y Anahí Mena, también estudiantes de Medicina, trabajan en una investigación sobre conciencia alimentaria infantil, como herramienta para construir sociedades saludables. Aquí descubrieron el valor de escuchar las perspectivas de los niños, ya que saben de dónde viene la comida. Por ejemplo, te dicen que la sandía sale de una semilla. La investigación reflejó que el mejor medicamento a futuro es tener la conciencia alimentaria. 

Ágata añadió que este proyecto les ha permitido acercarse a la investigación desde otra perspectiva. “Al principio pensamos que los estudiantes solo deben atender clases, pero al participar en un semillero, te das cuenta que la investigación también es parte de la formación como médicos”. 

Una experiencia que trasciende las aulas

“Es emocionante y da nervios, pero sobre todo orgullo. Vamos a demostrar que en Ecuador también se investiga, que estamos atentos a lo que pasa con nuestra gente y que queremos cambiar las cosas”, afirmó Paula. 

Ivana, por su parte, alentó a otros estudiantes de todas las facultades a sumarse a proyectos de investigación. “Si algo les llama la atención, inténtenlo. Yo jamás me imaginé viajar a Chile por investigar, pero aquí estamos, listos para representar a nuestra universidad y al país”. 

Lo interesante de estas investigaciones, es que todas se presentarán en un congreso internacional de salud pública en Chile. Para los estudiantes, esta oportunidad representa no solo un reto académico, sino también una experiencia de crecimiento personal y profesional. 

Un mensaje para el Ecuador

Los estudiantes expresaron que “es necesario cambiar la cultura alimenticia del país, hay que educar y ofrecer mejores opciones alimenticias para los niños, así construiremos mejores sociedades a futuro”. 

En conclusión, estas investigaciones no solo buscan obtener datos, sino también sensibilizar a la comunidad sobre la alimentación infantil y la necesidad de promover entornos escolares y familiares más saludables. 

Desde la PUCE, estos jóvenes demuestran que la investigación universitaria puede y debe tener un impacto social real. 

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