En un hospital abarrotado, en una casa humilde de campo o en una sala de emergencias al filo de la madrugada, hay una figura que permanece firme: la enfermera y el enfermero. Personas que no solo curan heridas, sino que alivian el miedo, que sostienen una mano temblorosa, que velan la vida cuando comienza y la acompañan con dignidad cuando se apaga.
En Ecuador, según datos del INEC, más de 25.900 enfermeras y 17.560 auxiliares de enfermería trabajan cada día por la salud del país. Y, aunque la cifra aún está por debajo de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMG), lo que nunca ha faltado es vocación. Porque esta no es solo una profesión: es un acto profundo de entrega y humanidad.
En el Día Internacional de las Enfermeras y los Enfermeros, rendimos homenaje a quienes han hecho del cuidado un propósito de vida. Para ello, conversamos con la Mtr. Claudia Madrid, coordinadora de la carrera de Enfermería de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).
¿Qué significa para usted la enfermería?
La enfermería es una de esas profesiones que trascienden lo técnico y se convierten en un estilo de vida. Existen dos tipos de profesiones: las que se orientan al servicio de uno mismo y las que se orientan al servicio de los demás. Enfermería pertenece a esta segunda categoría. Es una vocación, sí, pero va más allá: es la oportunidad de acompañar al ser humano desde que nace hasta el final de su vida. Es una profesión que no se agota, que evoluciona, que abre la mente, el corazón y el mundo mismo por su dinamismo y versatilidad.
¿Cómo se adapta la enfermería a este mundo cambiante y cada vez más tecnológico?
La enfermería no solo ha sobrevivido a los cambios, ha sabido adaptarse con agilidad. Su fortaleza radica en que combina saberes científicos, técnicos, sociales, espirituales y medioambientales. De ahí nace un concepto clave: la humanización del cuidado.
La enfermería no mira al paciente desde una sola dimensión, lo comprende de forma integral. Un ejemplo claro de esta adaptación es la inclusión de herramientas de salud digital en la formación de nuestros estudiantes.
¿Qué papel tiene la inteligencia artificial y la tecnología en la práctica enfermera actual?
Si bien la esencia del cuidado humano no cambia, las herramientas sí evolucionan. La inteligencia artificial y las nuevas tecnologías son aliadas que nos permiten mejorar el análisis de datos, optimizar decisiones clínicas y fortalecer la atención basada en evidencia. Sin embargo, estas herramientas no reemplazan el criterio profesional ni el toque humano del cuidado. La enfermería seguirá transformándose, pero siempre mantendrá su centro en la persona.
Este año, la carrera de Enfermería de la PUCE cumple 60 años. ¿Qué distingue a esta carrera frente a otras en el país?
La PUCE fue la primera universidad en ofrecer el título de licenciatura en Enfermería en Ecuador. Ese fue un hito que marcó la profesionalización de la enfermería a nivel nacional. A lo largo de estas seis décadas, hemos aportado significativamente al desarrollo del sector salud: nuestras decanas fundaron asociaciones profesionales, contribuimos a la formulación de políticas públicas y hemos tenido representación en organismos como la OMS, la Organización internacional especializada en salud pública de las Américas y la Asociación Latinoamericana de Escuelas de Enfermería.
Nuestro distintivo más fuerte es el enfoque humanista en la formación, basado en el modelo educativo ignaciano. Educamos desde una mirada holística, centrada en la dignidad del ser humano.
Además, no podemos dejar de mencionar un hito reciente que marcó profundamente a nuestra comunidad: el rol de la PUCE durante la campaña de vacunación en la pandemia. Nos movilizamos con todo nuestro contingente, con docentes, estudiantes y graduados, para participar activamente en los centros de vacunación, como en el Coliseo de la universidad. Ese fue un momento de altísimo compromiso social.
Y es que en 2020, en medio del dolor global, la Organización Mundial de la Salud declaró ese año como el Año Internacional de las Enfermeras y Parteras, reconociendo que era la única profesión que, literalmente, estaba en todos los frentes de batalla.

La OMS afirmó que “el mejor dólar invertido por los países es el que se destina a la formación de enfermeras”. Y es verdad. Porque también somos parte esencial de la atención primaria en salud y jugamos un papel clave frente a enfermedades prevalentes como la fiebre amarilla o la tosferina. Esta vocación de servicio y liderazgo en crisis es, sin duda, parte del sello PUCE.
A veces se piensa que solo los médicos investigan. ¿Cuál es el rol de la enfermería en la investigación científica?
La investigación es parte esencial de nuestra práctica. Desde los tiempos de Florence Nightingale, la observación del entorno y la toma de decisiones basadas en evidencia han sido pilares del cuidado enfermero. Hoy la enfermería investiga para mejorar la calidad de vida, prevenir enfermedades y transformar realidades sociales.
En la PUCE, por ejemplo, estamos por celebrar las Terceras Jornadas Científicas de Enfermería, un espacio donde nuestros docentes y estudiantes presentan investigaciones que nacen del trabajo cotidiano. Además, contamos con docentes con formación de cuarto nivel que impulsan la investigación desde las aulas y los escenarios clínicos.
¿Qué mensaje desea compartir con sus colegas en este Día Internacional de la Enfermería?
Ser enfermero o enfermera no es solo ejercer una profesión, es un acto de entrega cotidiana. Estamos ahí cuando la vida comienza, cuando duele, cuando se sostiene y cuando se apaga. Mi mensaje este año es recordar que también debemos cuidarnos a nosotros mismos, porque no se puede dar lo que no se tiene.
Que nuestros pacientes vean en nosotros no solo conocimiento y técnica, sino también compasión, fortaleza y un corazón dispuesto a servir. Quiero cerrar con una frase: gracias por cuidar con sus manos, por sanar con su voz y por amar sin condición. Feliz día, colegas.
Te puede interesar:
El amor por el cuidado y la empatía caracteriza a la enfermería