Chocolates, rosas, peluches y cartas románticas son alguno de los regalos más representativos del 14 de febrero, el Día de San Valentín. Pero, ¿cuál es su origen?  

La hermana y Dra. Mónica Sáenz, coordinadora de la maestría en Teología de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) , nos lleva en un viaje a través de la historia para conocer el origen del amor.

Día de San Valentín, Día de los enamorados o Día del amor y la amistad. ¿Cuál es el origen de esta celebración tan particular?

Su origen se remonta al siglo III, en medio de una fuerte persecución a los cristianos. El Imperio romano, dirigido por el emperador Claudio II, se opuso fuertemente a las tradiciones cristianas, entre ellas al matrimonio.

Foto: hermana Mónica Sáenz.

Frente a este panorama, un sacerdote llamado Valentín, opuesto al decreto del emperador, comenzó a oficiar, en secreto, matrimonios. Sin embargo, al enterarse el emperador de este acto, sentenció a muerte a Valentín un 14 de febrero de aquel siglo.

Por su noble labor de acompañar a los novios, esta fecha fue reconocida por la Iglesia católica como el día de San Valentín. Mientras que el sacerdote es recordado como el Santo patrón de los enamorados.

¿Podemos saber más sobre la historia de este hombre?

Lamentablemente, no existe mucha información sobre este Santo. Sin embargo, la historia cuenta que Valentín era un hombre preocupado porque las parejas cumplan la voluntad de Dios con el matrimonio

Este mártir dio su vida para guiar a las parejas enamoradas. Era un hombre detallista. Solía dar a las parejas una rosa u obsequios pequeños que, de alguna manera, representaban el amor de Dios por los seres humanos

Desde su perspectiva ¿qué es y cuál es su visión sobre el amor en estos tiempos?

Guiados por las escrituras, comprendemos que Dios es amor. San Juan en su evangelio habla sobre la esencia misma del Padre, la fuente infinita de amor.

Sin amor nada somos. Tristemente, hemos descuidado el verdadero significado de este principio. El mundo se ha vuelto bastante secularizado. Piensa en el bienestar individual, el aquí y el ahora. Vive egoístamente, no hay generosidad.

La solidaridad se va perdiendo frente a las figuras narcisistas. En muchos casos, no obran con amor, sino por pasiones egocéntricas. El día de San Valentín se volcó al consumismo. Olvidamos la esencia misma del compromiso, del perdón, la compasión y del amor.

¿Cuál es la mejor forma de celebrar el amor? 

Como católicos, reconocemos el mandato de Cristo: amarnos los unos a los otros como Dios nos ama. Nuestra mirada debe estar enfocada en el servicio al otro.

Jesús es nuestro mejor modelo de cómo actuar en amor. Siendo rey, descendió a la tierra por amor. Buscó y ayudó a los pobres, necesitados y apartados. Amó a sus enemigos y nos enseñó la importancia de perdonar.

Aprovechemos San Valentín para dedicar tiempo de calidad a nuestras familias. También podría ser una oportunidad para enviar un mensaje a esa persona con la que estamos disgustados. Amemos sin esperar nada a cambio. Dios así lo hizo por cada uno de nosotros. ¡Feliz San Valentín!

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