Eran aproximadamente las 13:47 del domingo 3 de diciembre de 2023. Me urgía llegar a tiempo a Iñaquito, para ser exacta, necesitaba estar ahí a las 14:00; sin embargo, apenas me encontraba en El Ejido. Preocupada, decidí tomar el metro de Quito. Con USD 0,45 compré el tiquete e ingresé a los amplios pasillos subterráneos. Guiada por las señaléticas, llegué a la estación. Esperé un minuto y el vagón arribó, me subí y, en menos cinco minutos, ya estaba en mi destino.

En bus, un viaje como este me hubiera tomado más de 20 minutos. No voy a mentir, estaba sorprendida y alegre por la calidad de este trasporte público. La comodidad, las señaléticas y la guía del personal del metro hicieron de esta experiencia muy grata. La verdad, no quería bajarme.

En medio del viaje, mientras miraba todo con asombro, me surgió una duda, ¿será que el metro de Quito es la respuesta a la movilidad en la capital?

Para abordar esta y otras preguntas, contacté a la arquitecta Myriam Jácome. Ella es coordinadora de la Maestría en Urbanismo de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).

El metro de Quito, fue inaugurado oficialmente el 1 de diciembre de 2023. ¿Cuál es su análisis sobre el nuevo sistema de trasporte?

Este es un hito para nuestra sociedad. Para mí, es como un aire fresco. Quienes estamos inmersos en temas de planificación urbana conocemos de primera mano los desafíos. Por experiencia, solía tardar una hora y media desde mi casa hasta la universidad. Esto afectaba considerablemente mi calidad de vida. Ahora, veo que la gente común, aquellos que viven y se mueven por la ciudad a diario tienen una alternativa más rápida.

Una palabra que ha resonado mucho en los testimonios que he escuchado es dignidad. Muchos sienten que, finalmente, tienen acceso a un transporte digno. Esta palabra es poderosa. Quiere decir que los ciudadanos, en este nuevo espacio, no se sienten vulnerados, desconsiderados o irrespetados. Yo lo veo como un rayo de esperanza.

Estoy convencida de que nos espera un período intenso de educación, cultura, corresponsabilidad y algo fundamental: empatía. Ser empático es esencial, ya que este sistema moderno es algo nuevo para todos. Es uno de los sistemas más avanzados en Latinoamérica.

Al principio, ves a personas que todavía están aprendiendo cómo utilizarlo: dónde entrar, dónde salir, cómo pagar. Para hablar de esto, tuve que experimentarlo. Recorrí las paradas del norte y del sur. Observé algo hermoso en los quiteños: somos amables. Ayudamos a abrir puertas, ofrecemos orientación a quienes están perdidos.

Me encantó ver a adultos mayores usando el metro solos. Cuando los niños y los adultos mayores pueden moverse independientemente por la ciudad, es un indicador clave de cómo una ciudad comienza a verse a sí misma.

El metro es un acierto, sin embargo, hay cosas por perfeccionar. Aunque este medio funciona bien, necesita de los sistemas de transporte público articulados en la ciudad. Por ejemplo, requiere de cooperativas de buses comprometidas con el servicio. Además, una correcta coordinación con otros transportes como el Ecovía y el Trolebús.

Con el metro, la gente llegará rápido a otras paradas para hacer conexiones con otros medios de transporte. Por ende, no pueden esperar 20 minutos para que llegue un bus. La coordinación de estos sistemas será fundamental y confío en que lograremos esta integración de manera gradual y efectiva.

¿El metro solucionará los problemas de movilidad en Quito?

Es una pregunta importante. Se ha creado una narrativa en torno al metro como solución para descongestionar el tráfico. No obstante, es crucial comprender el papel del transporte masivo. Si realmente reducirá la congestión vehiculares prematuro afirmarlo. El propósito principal del metro no es necesariamente ese.

Lo que sí es fundamental es entender cómo impactará la vida diaria de las personas. Uno de los desafíos en Quito es la transversalidad, conectar el occidente con el oriente. Otro aspecto clave es el impacto en los valles, de donde proviene gran parte del tráfico hacia Quito.

Afirmar que el metro solucionará todos estos problemas es pensar en términos excesivamente amplios. Más bien, el propósito del metro es mejorar la calidad de vida al reducir el tiempo de viaje. Especialmente, para aquellos que pasaban hasta dos horas desplazándose de norte a sur. Además, para hablar de una buena movilidad, se necesita trabajar en el sistema integrado del trasporte público de la ciudad.

Algo importante a destacar es el entorno seguro que ofrece el metro de Quito. Esto puede motivar a más personas a optar por este medio de transporte en lugar del automóvil. Los carros se convirtieron en un símbolo de protección, con el metro esta idea puede cambiar.

¿El metro de Quito cómo transforma las expectativas de movilidad en la región?

Quito se destaca como una de las pocas ciudades latinoamericanas que ha apostado tanto por esta inversión. Esto demuestra el reconocimiento de su importancia.

Con esta obra, se puede planificar mejor y explorar opciones más allá de lo subterráneo. Se trata de encontrar lo más eficiente y efectivo. El transporte público no debería verse como una fuente de ingresos directos, sino como una inversión social que mejora la calidad de vida.

El desafío actual es gestionar de manera efectiva esta inversión para su continuidad y aumento de adeptos. Esto transformaría la cultura hacia el uso masivo del metro.

La ciudadanía empieza a exigir más cuando ve posibilidades de mejoras en sus desplazamientos. El enfoque no es solo expandir el metro, sino fortalecer sistemas conectados. Por ejemplo, pensar en cómo conectar áreas como los valles con otras opciones más allá de depender únicamente de Quito.

Es un esfuerzo conjunto entre alcaldías, para encontrar soluciones beneficiosas para todos.

¿Una reflexión final?

Vi mucha esperanza en la gente. Los comerciantes están felices por el aumento de visitantes. Con un transporte de calidad, toda una ciudad se reactiva, entre ellos: parques, cafeterías, bibliotecas, restaurantes, museos. El metro está ahorrando tiempo y nos brinda la oportunidad de dedicarnos a hacer más actividades.

El metro plantea un cambio estructural en nuestra sociedad, resaltando la necesidad de dignificar el transporte. Es un símbolo de cambio, de hacer las cosas de manera diferente.

Tener un metro es un proceso, lleva tiempo. Como universidades e instituciones académicas, tenemos un rol vital. Estamos llamadas a informar y crear conciencia sobre la importancia de un servicio público sostenible, equitativo y de calidad para todos los ciudadanos. Estar vigilantes, cooperar y comprender que, aunque no todos lo utilicen, beneficia a toda la comunidad es fundamental. Es un cambio que requiere esfuerzo, pero que puede transformar la vida de la ciudad en su conjunto.

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