La investigación juega un papel crucial en el desarrollo de un país, influyendo significativamente en aspectos económicos, sociales, culturales y más. Conversamos con el doctor Juan Pablo Salgado, vicerrector de Investigación, Innovación y Vinculación de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Él profundiza en por qué es esencial que los países se esfuercen por crear y mantener universidades de investigación de alta calidad.

Es muy difícil predecir con exactitud el rumbo de la investigación científica y académica a nivel global. Sin embargo, en 2020, durante la pandemia, tuve la oportunidad de participar en el Congreso Global de Investigación y Reflexión Científica. Fue uno de los eventos más importantes sobre reflexión en investigación a nivel mundial. Este congreso reunió a expositores de todos los continentes.

A través de este congreso, me empapé de las distintas perspectivas y tendencias que pueden proyectar hacia dónde nos dirigimos.  

Europa

Los investigadores europeos se enfrentan a un debate profundo sobre el propósito de la investigación. Se cuestionan si la investigación debe orientarse al bien común.

Foto: doctor Juan Pablo Salgado.

Este concepto aún se percibe de manera idealizada y, a veces, ambigua. No obstante, se observa una tendencia clara hacia este enfoque en sus trabajos. Países como Italia, Alemania y Francia son especialmente prominentes en esta discusión.

Estados Unidos y China

Aunque tienen lógicas y sistemas distintos, ambos países buscan que sus investigaciones impacten directamente en el desarrollo económico. Estados Unidos se enfoca en las áreas de salud y ciencias de la vida. Mientras tanto, China prioriza el desarrollo tecnológico, particularmente en tecnología aplicada a la salud. Esto se refleja en sus mapas de producción científica, donde Estados Unidos tiende al área sanitaria y China a la tecnológica.

India

Centra su paradigma en la transferencia tecnológica y de conocimiento, buscando cómo estos avances pueden integrarse en la sociedad.

Latinoamérica

Las discusiones giran en torno a cómo el Estado puede incentivar la producción científica y la investigación. Sin embargo, considero que la región debería enfocarse más en su capacidad de autogobernarse frente a cualquier Estado, asegurando la continuidad y estabilidad en la investigación, más allá de las fluctuaciones políticas.

Finalmente, Japón presenta un paradigma interesante en la gestión del conocimiento, un enfoque que comparto y considero clave. Japón busca integrar la generación de conocimiento con la comunicación y la organización social. La generación de conocimiento produce comunicación, innovando canales y objetivos de comunicación, y promueve una transferencia bidireccional entre la sociedad y la universidad. Esto no solo enriquece la generación de conocimiento, sino que también organiza a la sociedad en torno a este conocimiento compartido.

Cada región tiene sus propias prioridades y desafíos, pero todas buscan avanzar en la investigación y sus aplicaciones para el beneficio social.

La investigación interdisciplinaria es crucial en la gestión del conocimiento, abarcando mucho más que solo la producción de papers. La inter, multi, y transdisciplinariedad son el resultado de la madurez de una investigación.

Por ejemplo, si estoy investigando polímeros, inicialmente, me enfoco en las propiedades de los polímeros en general. Sin embargo, a medida que avanzo, me doy cuenta de que estos polímeros pueden ser usados para desarrollar lentes. En este punto, mi investigación requiere comprender varios aspectos:

  • Qué tipo de alergias puede causar el polímero en las personas que lo usarán.
  • La relación entre flexibilidad y resistencia del polímero.
  • Cómo se adherirán los lentes de cristal al polímero y si deben ser translúcidos.
  • El impacto ambiental del polímero.

Esta investigación especializada me lleva a interactuar con diversas disciplinas: sostenibilidad, ecología, mecánica, salud, etc. Esto es multidisciplinariedad. Además, debo considerar las necesidades y reacciones del público que utilizará los lentes, lo cual es transdisciplinariedad.

La especialización en una línea específica de investigación inevitablemente nos lleva a articularnos con otros actores y disciplinas. No soy experto en todas las áreas relacionadas, por eso, necesito colaborar con otros investigadores. Estos equipos de trabajo se constituyen en grupos de investigación, la unidad académica por excelencia en este ámbito.

La investigación interdisciplinaria nos permite abordar problemas complejos desde múltiples perspectivas, integrando conocimientos y métodos de diferentes campos. Así, somos capaces de  encontrar soluciones más completas y efectivas. Esta colaboración enriquece el proceso investigativo y garantiza que los resultados sean más relevantes y aplicables en la práctica real. De esta forma, se atiende mejor a las necesidades y desafíos de la sociedad.

La multidisciplinariedad, interdisciplinariedad y transdisciplinariedad siempre han existido. Lo que ha cambiado es la manera en que reconocemos y aplicamos estos enfoques. Por ejemplo, cuando Einstein desarrolló la teoría de la fusión atómica, su trabajo involucró múltiples disciplinas científicas. No obstante, la forma en que se comunicaban y colaboraban era diferente.

En la época de Einstein, la interacción con el cuerpo científico era más limitada y personal. Los científicos se reunían en congresos en ciudades como Bruselas, donde discutían sus ideas y descubrimientos. Hoy, la comunicación y la difusión del conocimiento han cambiado drásticamente. Publicar un artículo científico es mucho más accesible y la información se puede compartir rápidamente a través de plataformas digitales. Se llega a una audiencia global en cuestión de segundos.

Este cambio tiene ventajas y desventajas. Por un lado, más investigadores tienen la oportunidad de contribuir al conocimiento científico, lo que democratiza la ciencia. Además, la validación de la investigación puede ser menos rigurosa, lo que puede llevar a la publicación de estudios contradictorios. Por ejemplo, he visto casos donde dos artículos revisados por pares y publicados en revistas respetadas, presentaban conclusiones opuestas sobre el mismo tema.

Históricamente, la investigación también ha enfrentado obstáculos diferentes. Galileo, por ejemplo, no podía expresar libremente sus puntos de vista debido a las restricciones impuestas por la Iglesia. Actualmente, la ciencia es más abierta y accesible. Esto también significa que debemos ser más críticos y rigurosos en la validación y el sentido de nuestras investigaciones.

La ciencia moderna debe mantener un equilibrio entre la razón crítica y la razón instrumental. Así se asegura que la investigación tenga sentido en términos de descubrimiento y en cómo se aplica y beneficia a la sociedad.

Definitivamente, la investigación científica y la actividad universitaria tienen un impacto positivo en los resultados económicos y sociales de un país. Sin embargo, no basta solo con la publicación científica. Establecer una relación directa entre la producción científica (como publicaciones) y la mejora del producto interno bruto (PIB) es simplificar demasiado la realidad. Para que esto ocurra, se necesita un ecosistema más amplio y complejo.

Primero, debe haber una apuesta decidida del Estado por las investigaciones, apoyando programas y evitando obstáculos innecesarios. El Estado, frecuentemente, tiene una lógica de control que puede sofocar la investigación si se aplica de manera demasiado rígida. Un ejemplo es España, donde la implementación de estándares estrictos de investigación ha generado controversias y problemas. La función del Estado debería ser más de facilitar y menos de controlar excesivamente.

Las universidades juegan un papel fundamental, ya que son los lugares donde se produce el conocimiento. Además, existen instituciones conectoras, como CEDIA AEI en Quito, que facilitan las relaciones entre la universidad y la industria. De esta forma, promueven  la colaboración y la transferencia de conocimientos.

Este modelo de colaboración entre Estado, universidades e industria se conoce como la triple hélice. Esta se fortalece con el apoyo de entidades que facilitan la innovación y el emprendimiento. Dichas instituciones pueden ofrecer financiamiento para investigaciones conjuntas entre universidades y empresas.

La industria y la sociedad, a través de startups y pequeñas empresas, juegan un rol crucial en el desarrollo y aplicación del conocimiento generado en las universidades. Por ejemplo, una universidad puede desarrollar un producto específico para la industria agropecuaria, pero no necesita convertirse en una empresa para producirlo. Ese conocimiento se transmite a la industria o a las startups, que luego lo desarrollan y aplican, beneficiando a toda la sociedad.

Uno de los principales retos de la investigación es la creación de un ecosistema adecuado para la transferencia de conocimiento al área productiva. Este proceso suele involucrar a un grupo de ciudadanos, generalmente, estudiantes y profesores de universidades. Ellos asumen el conocimiento generado y articulan pequeñas empresas para transferirlo al sector productivo.

Para que esto sea posible, el Estado debe propiciar leyes que faciliten la creación de empresas sin tantos obstáculos. Además, es fundamental que existan fondos semilla y financiamiento inicial que apoyen a estos emprendimientos. También se requieren espacios colaborativos como coworkings y aceleradoras que fomenten la innovación.

Es crucial contar con un tejido mayor de colaboración, donde centros de innovación y desarrollo en las empresas se vinculen con las universidades. Esta articulación es esencial para que el conocimiento se aplique en función del desarrollo. Sin un ecosistema bien conformado, es muy difícil que un país avance, independientemente de la cuánta producción científica tenga.

En Ecuador, por ejemplo, aunque se han realizado intentos y existen iniciativas, aún falta confianza entre la empresa y la universidad. Las universidades deben confiar en las empresas y viceversa, lo que actualmente no siempre ocurre. Además, el sector público, a menudo, no entiende completamente las necesidades del sector empresarial ni de las universidades, aumentando la complejidad.

Se necesita una mayor conexión y colaboración entre todos los actores involucrados: universidades, empresas, sector público y entidades de apoyo. Experiencias exitosas en Colombia, Chile, Brasil y México, y el caso paradigmático de Israel, demuestran que es posible crear un ecosistema eficiente. En Israel, por ejemplo, la alta tasa de innovación y startups se debe en parte a una considerable inversión extranjera.

La PUCE se ha transformado mucho estos últimos años, no es de hoy. El modelo educativo es una apuesta por seguir transformándose en beneficio de los jóvenes. Es un modelo centrado en la persona y en su desarrollo integral.

En ese sentido, desde la investigación, apostamos por la producción de un conocimiento pertinente, relevante y transformador del territorio. La investigación es el motor de la universidad para producir conocimiento. Un centro de educación superior que no investiga, no tiene nada que enseñar. Entonces, la universidad debe responder al descubrimiento y a la búsqueda de la verdad. 

La transformación que está ocurriendo en la PUCE apunta a refrescarla.  A la luz del planteamiento claro de la doctrina social de la Iglesia católica. En este caso del Papa Francisco, que lo ha expresado en la encíclica Laudato si’ y el Pacto Global por la Educación

Transformación educativa: la investigación al servicio de la sociedad

PUCE avanza en investigación genética y comprensión del ADN

Share This