Ecuador es un mosaico de culturas y etnias. Su pluriculturalidad y diversidad se ven reflejadas en sus más de 16 millones de habitantes, 14 nacionalidades y 18 pueblos indígenas. En este contexto, la salud intercultural es fundamental para el desarrollo y respeto de todos. Así, el Instituto de Salud Pública (ISP), de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), ha liderado el proyecto Comunidades Waorani Saludables.
Este es un proyecto de salud intercultural enfocado en la comunidad waorani de Orellana, Napo y Pastaza, que incluye investigación y voluntariado universitario. El mismo tiene el objetivo de reducir las brechas de acceso a la salud en esta comunidad indígena.
“El acceso a la salud se dificulta por las brechas culturales, precisamente, en ciertas comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas,” explicó el doctor José Cóndor, técnico docente de la Facultad de Medicina e investigador del ISP
Comunidades Waorani Saludables
La PUCE ejecuta este proyecto como parte de la responsabilidad con el territorio de influencia de la Estación Científica Yasuní. Para ello, se contó con el apoyo de la Organización de la Nacionalidad Waorani – NAWE y Adveniat (Alemania).
Además, lo realiza entre investigadores del ISP y estudiantes del Programa de Voluntariado Ignaciano (VUI) de la Dirección de Identidad y Misión (DIM).
Comunidades Waorani Saludables se centra en abordar las necesidades específicas de la población waorani, que partieron de un diagnóstico situacional de salud en torno a la malnutrición y la salud sexual y reproductiva. Posterior a la panedemia de COVID 19, las comunidades pidieron incluir el trabajo en torno a la salud mental y el acercamiento de los servicios de salud a la comunidad. De esta forma, se reconoce la importancia de un enfoque respetuoso y colaborativo.
“Ofrecemos un programa que busca conjugar el voluntariado con ejes técnicos con el fin de lograr un pensamiento crítico frente a la realidad y generar una acción política y social”, dijo la magíster Gabriela Acosta, personal de servicios pastorales de la DIM, sobre el proyecto.
Salud emocional
Uno de los pilares fundamentales de este proyecto fue abordar las complejas situaciones de salud emocional que afectan a la población waorani. Entre ellas la depresión y el suicidio. En este enfoque voluntarios e investigadores han trabajado con la comunidad, escuchando y aprendiendo, para comprender sus necesidades y desafíos específicos en este ámbito.
“El objetivo al abordar la salud emocional es realmente llegar a la práctica de la clínica intercultural. Esta consiste en integrar prácticas sanitarias concebidas desde las ciencias de la salud y la sociedad waorani,” contó el psicólogo clínico Emilio Salao del ISP.
Acercamiento de los servicios de salud
El otro componente clave de este proyecto se centró en el acercamiento de los servicios de salud a la comunidad. Esto significó más que simplemente llevar atención médica a la puerta de la comunidad. Implicó mejorar la comunicación y la comprensión mutua entre el personal de salud y la población waorani. Talleres y actividades de sensibilización fueron herramientas efectivas para lograr este objetivo crucial.
“Se piensa que enseñándoles el idioma está resuelto el problema y no es así. Con este proyecto se trató de aproximar y al personal de salud a las formas de vida de los waoranis. Nos enfocamos que los determinantes sociales de la salud que rodea a estas poblaciones se entiendan”, explicó la doctora Karen Pesse – Sorensen docente de la Facultad de Medicina de la PUCE.
Un voluntariado de impacto
El proyecto de salud ilustra cómo la educación superior puede transformarse en una fuerza motriz del cambio positivo en la sociedad. Esto al brindar a los estudiantes la oportunidad de involucrarse en cuestiones cruciales para la comunidad. Así, se está formando una nueva generación de profesionales de la salud. Todos comprometidos con la justicia social, con una apreciación profunda de la diversidad cultural.
Finalmente, la comprensión de la cultura waorani y sus necesidades ha sido una de las claves del éxito de este proyecto. Este enfoque respetuoso no solo ha llevado a una mejor atención médica, también ha fortalecido los lazos entre la comunidad y los voluntarios.
“Otra cosa es estar en el territorio. Convivir y conversar sobre sus creencias y hábitos nos ayudó a entender y eso enriqueció la investigación y el voluntariado”, contó Daniela Cadena, estudiante de Psicología Clínica y voluntaria.
Así, la PUCE da testimonio de la importancia de la salud intercultural y el voluntariado universitario en la creación de un mundo más equitativo y saludable. Este proyecto es un modelo a seguir para futuras iniciativas similares, ya que muestra, que la unión de la educación superior y el compromiso con la justicia social es posible. Además, que puede motivar a que las comunidades marginadas alcancen un futuro más saludable y esperanzador.
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