“Cuando el tejido social se está rompiendo, la mejor forma de reconstruirnos es volver a contar historias, cantar canciones y compartir poesía. Para mí, es el camino más eficaz”, señala César Eduardo Carrión. El escritor es el ganador del XLVIII Premio Nacional de Literatura Aurelio Espinosa Pólit con la obra Galería de lugares comunes.
Así lo anunciaron las autoridades de la Facultad de Comunicación, Lingüística y Literatura (FCLL) de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), el 16 de septiembre de 2024. El premio se entregará en noviembre, en el marco del 78° aniversario de la universidad.
Hablar con el poeta es fascinante. La ligereza y musicalidad con la que responde, nos permite acercar a sus pensamientos y a los lugares comunes que nos habitan a todos.
Conociendo a César Eduardo Carrión
Estudios señalan que con una lista de preguntas puedes conocer a una persona. A menudo, las preguntas que nos hacemos a nosotros mismos son más decidoras. Cuéntanos cinco cosas interesantes sobre ti.
- Un joven escritor. Empecé a escribir desde temprana edad, alrededor de los 12 o 13 años. Empecé a leer mucho y la necesidad de escribir surgió paralelamente. Logré conciliar esta vocación por la escritura y la lectura con mi vida profesional, estudiando Comunicación y Literatura en la PUCE.
- Poesía e investigación. Leo historia, filosofía, ensayos y divulgación científica. No soy muy aficionado a la narrativa o la ficción; me aburro con facilidad. Soy un lector exigente, puedo leer libros extensos y densos, dedicando días, horas o incluso meses a profundizar en un tema.
- La docencia, un encuentro. Descubrir mi vocación de docente ha sido un proceso de aprendizaje de años. De niño o adolescente, nunca pensé en ser profesor. Fue un hallazgo que me ha traído una enorme felicidad. He tenido la oportunidad de conocer personas maravillosas: colegas, estudiantes y exestudiantes, muchos de ellos se han convertido en grandes amigos.
- La paternidad. Soy papá de una niña de 13 años, y eso es lo más importante que me ha pasado en la vida. La paternidad me dio una perspectiva completamente diferente, incluso sobre mi vocación como escritor. Por eso, me resulta graciosa y, a veces, hasta me enternece la vanidad o soberbia de algunos artistas. Me parece algo frívolo e innecesario, con frecuencia, producto de la ignorancia o de la debilidad del espíritu e incluso del intelecto.
- La poesía. La música siempre estuvo presente en mi vida. Mi papá y familia me brindaron una educación sentimental y emocional vinculada al arte, especialmente a la música. Aunque no vengo de una familia de músicos, la música es esencial para mí. No tuve la paciencia, la constancia, ni quizás el talento para ser músico. Pero descubrí que la poesía, al menos la que me interesa leer y escribir, está profundamente conectada con la música.
La poesía y las comunidades
La poesía es evocativa, más que narrativa. En este momento histórico donde convergen tantas contradicciones, ¿por qué regresar al sentir, a lo evocativo?
Los seres humanos no somos tan importantes como creemos. Somos una especie animal y así como los pájaros cantan y los perros ladran, las personas cantamos y contamos historias. Esa es nuestra manera de construir comunidades, tribus, naciones e instituciones.
Todos amamos la poesía, no podemos evitarlo. Más allá de las melodías o los ritmos, también escuchamos letras, poesía popular y coloquial, que es vital en la cotidianidad.
Cuando asisto a un concierto, me impresiona cómo el artista en el escenario es capaz de movilizar con sus palabras a miles de personas. Es un milagro, casi un rito religioso. La poesía tiene ese mismo poder. Puede movilizar comunidades sin banderas, sin iglesias, sin naciones ni estados, sin fronteras. La poesía que me interesa es la que rompe las barreras, que separan los cuerpos y la vida. Si tomamos la poesía en serio, es capaz de conformar esas comunidades sin límites.
El retorno de la memoria
Hablando del Premio Aurelio Espinosa Pólit, usted postuló su obra bajo el seudónimo de Mora Vivanco y Rojas. ¿Por qué escogió esta combinación de apellidos lojanos?
Es una especie de guiño sobre mi familia de origen lojano, un ejercicio de la memoria.
Es una posibilidad de convocar, proteger y regresar a esas comunidades primarias que no están reglamentadas ni constituidas por el poder. No se trata de fundar una nación, conformar un Estado y obtener una cédula. Antes de todo eso, está la familia, la comunidad que estamos perdiendo o que ya hemos perdido casi por completo.
Este ejercicio de la memoria está profundamente ligado a esa idea de comunidad. Mientras escribía el libro, pensaba mucho en mi abuela, en mis padres. Casi todos los poemas están dedicados a los amigos, la familia y ciertos afectos, recordándolos.
Los lugares comunes
La obra Galería de los lugares comunes es un poemario inédito de César Eduardo Carrión. Antes de que podamos leerlo, ¿qué nos puede comentar de la obra?
Existe un doble juego con la idea del «lugar común». Por un lado, puede ser algo trillado, conocido, una palabra que se repite constantemente. Pero, por otro, es el sitio donde uno puede encontrarse consigo y con los otros. De ahí la importancia de los espacios, la flora y la fauna, que, como mencionó el jurado, están muy bien reflejados desde un punto de vista poético.
En el recuerdo de los afectos, se encuentra la verdadera poesía. Una parte del libro está compuesta por retratos y escenas. Al escribirlas, recordaba paseos a la playa, a la selva y al río y momentos de vacaciones. Los escenarios son fundamentales. Vivir en los Andes ecuatorianos es completamente distinto a vivir en el sur del Pacífico, y eso nos influye profundamente. Para mí, ese sentido de pertenencia como comunidad está muy ligado a los espacios naturales. La razón es que amo la naturaleza de Sudamérica, de los Andes, del Ecuador.
La esperanza
Sin pensarlo, la conversación se extiende. Las palabras de César Eduardo Carrión me inquietan y no puedo evitar preguntarle si se considera o no desesperanzado.
Fui un joven, un adolescente temerario, no valiente, sino temerario. No tenía miedo a nada: ni al dolor, ni a la muerte, ni al peligro. Sin embargo, con la llegada de la paternidad, me di cuenta de que no soy el protagonista de mi historia, ni tengo por qué serlo. Hay otras personas a mi alrededor que son igual de importantes o incluso más que yo.
La esperanza es un tema central en mi libro. Se trata de un libro que habla de la esperanza y renuncia al cinismo de nuestra época. Tengo un poema que aborda precisamente las olas migratorias y cómo muchas personas arriesgan sus vidas por el bienestar de sus familias. El famoso «sueño americano» es un mito; la realidad es que muchas personas no cruzan fronteras para alcanzar un sueño, sino que huyen de la pesadilla de la violencia y la pobreza.
Al llegar a cierta edad, la esperanza se convierte en una obligación. Sin esperanza, la vida pierde su sentido.
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