En la llamada cordillera Kutukú, en la provincia de Morona Santiago, fue descubierta una nueva especie de rana de cristal. Su lugar de origen le dio el nombre de Centrolene kutuku. Investigadores de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) y el Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio) compartieron detalles de la especie.  

Es una ranita de 22 milímetros, algo más grande que un centavo de dólar,. Es de color verde intenso con puntitos en su lomo y su abdomen transparente, permite ver algunos de sus órganos. Habita en zonas cubiertas de musgos en la cordillera del Kutukú, una cadena montañosa poco explorada en el suroriente del Ecuador

El equipo de investigadores se conformó por el Dr. Santiago Ron y Dominique García, David Brito, Elías Figueroa, Carolina Reyes y Diego Cisneros. Dominique García es estudiante de la carrera de Biología de la PUCE. Los estudios de genética evidenciaron que la especie descubierta se originó hace más de dos millones de años.  

Acerca del nuevo hallazgo, Inabio señaló que aún faltan estudios. “La distribución de la especie es probable que sea mayor dentro de la cordillera. Se requieren más investigaciones para determinar su estado poblacional y riesgo de extinción”. 

El estudio sobre la nueva especie de rana de cristal se publicó en la revista científica internacional Zoosystematics and Evolution. El estudio también presenta información de otras especies de ranas como la rana de Cristal del Zarza (Centrolene zarza)

Ranitas de cristal del Ecuador 

Ecuador es uno de los países con mayor biodiversidad. Ocupa el tercer lugar con la mayor diversidad de anfibios en el mundo y el primero considerando la densidad de especies por metro cuadrado. Están catalogadas 681 especies de las cuales 327 endémicas. 

Un gran parte están concentradas en la Amazonía. Esta es la primera especie de ranita de cristal del género Centrolene encontrada en la zona de Kutukú. Su pariente más cercana es la rana de cristal Campos, de la provincia de El Oro.  

Ecuador contaba con 60 especies catalogadas de ranitas de cristal a finales de 2023. De estas, al menos, 10 están en peligro crítico de extinción por la deforestación y contaminación por ganadería y minería.  Puedes encontrar una galería de las especies de ranas de cristal y otros anfibios en la web de La Anfibios del Ecuador de la PUCE.

Los hallazgos de nuevas especies ofrecen información valiosa sobre la evolución y las relaciones en los ecosistemas. Además, pueden tener implicaciones para la conservación, ya que al identificarlas se pueden establecer estrategias específicas para proteger hábitats determinados.

Las especies son amenazadas por la huella humana 

Inabio advirtió que las actividades de extracción minera plantean riesgos importantes para las especies recién descubiertas y su hábitat. Según el instituto, la falta de una gestión y regulación adecuada podría causar impactos perjudiciales irreversibles en estos ecosistemas vulnerables. 

Actualmente, no menos 188 especies, alrededor del 30%, de anfibios ecuatorianos están en categorías de riesgo de extinción. De estas, 13 especies ya están posiblemente extintas, según Anfibios Ecuador.  

“Las ranas, y los anfibios en general, tienen una vulnerabilidad adicional en comparación con otros animales debido a sus ciclos de vida duales, que incluyen fases acuáticas y terrestres. Durante su fase acuática, son sensibles a la degradación de los ecosistemas acuáticos. Posteriormente, cuando pasan a vivir en tierra, son vulnerables a la degradación ambiental en los ecosistemas terrestres. Esta doble exposición aumenta significativamente su riesgo frente a los cambios y daños en el medioambientales», explica el biólogo de la PUCE, Santiago Ron. 

¿Por qué son importantes los anfibios? 

La destrucción de hábitats amenaza a las ranas de cristal recién descubiertas y, tiene un efecto dominó en el ecosistema en su totalidad. Esto debido a que se desestabilizan las cadenas alimentarias y los procesos ecológicos.  

“Los anfibios, y en especial las ranas, desempeñan un rol fundamental como depredadores de insectos y otros animales pequeños. De esta forma contribuyen al control de sus poblaciones. Además, las ranas son una fuente de alimento para animales más grandes como serpientes y aves. Por lo tanto, son eslabones importantes en las redes ecosistémicas”, indica Santiago. 

A su vez, estos seres han aportado al desarrollo de la biomedicina. Existe una amplia gama de secreciones de estas especies que tienen potencial medicinal para los humanos. Asimismo, permiten medir la salud de los ecosistemas que habitan. Al estar en contacto con el agua, la vegetación y la tierra son altamente susceptibles a sus alteraciones. 

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