A veces, ver noticias puede ser abrumador: masacres, pobreza y epidemias. El mundo parece estar en llamas, las crisis políticas, económicas y sociales están en el centro del escenario. ¿Cómo entender este panorama complejo? En este análisis, expertos de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) comparten algunas claves. Nota al lector: En todo caso, si hacemos algo, el futuro aún puede mejorar (o no). 

El Mgtr. Juan Carlos Valarezo, coordinador de las carreras de Relaciones Internacionales, Ciencias Políticas y Sociología, explica que estamos presenciando los efectos del sistema resquebrajado. Este, comenta, es un modelo por naturaleza, insostenible tanto ambiental como socialmente. 

Para la Mgtr. Ivonne Tellez, docente de la Facultad de Jurisprudencia, es importante tomar como referencia a la pandemia, pues fue un punto de inflexión en la economía mundial. Este punto acentuó las brechas de desigualdad entre los países primario-exportadores y los industrializados. Lo que repercutió a todos los ámbitos sociales. 

La metáfora de la pared 

«La lógica capitalista implica que unos pocos controlen los recursos mientras otros carecen de ellos. Esta dinámica es insostenible: a mayor población, menos recursos para la mayoría. Esto nos lleva a cuestionar la viabilidad del capitalismo», señala Juan Carlos. 

Bajo esta premisa, usemos una metáfora para analizar la crisis actual: imagina que el sistema es una pared gigantesca con cimientos defectuosos. Tarde o temprano, aparecen grietas, algunas más profundas que otras.  

Ante esto, hay dos opciones: ocultar las grietas con pintura o derribar la pared y construir algo nuevo sobre principios más equitativos. Históricamente, los Estados con poder han optado por maquillar las grietas. Pero las grietas son cada vez más evidentes, y sostener esta realidad se vuelve muy complejo. 

2024: crisis económica ¿un callejón sin salida? 

El lento crecimiento económico de los últimos años ha dificultado volver a los márgenes de ganancia y producción prepandemia. Expertos hablan de una crisis general del sistema económico. Esto se traduce en una mayor brecha entre quienes tienen más en la sociedad y los que no. Dos aspectos son el termómetro para percibir esta realidad: el desempleo y la pobreza.  

En 2024, la recuperación económica fue desigual. Países con gran poder como Estados Unidos y China, lograron sostenerse o crecer moderadamente. Sin embargo, economías de países latinoamericanos no logran despegar. Algunas como Ecuador, tuvieron que recurrir a financiamiento internacional en condiciones de desventaja.  

A este panorama se suma la crisis de recursos naturales, los desastres medioambientales y las guerras, que particularmente este año han sido intensos. Paralelamente, la inflación ha ido aumentando a nivel general encareciendo el nivel de vida, en especial de los sectores más vulnerables.  El problema es estructural, se encuentra en la forma en la que se produce 

«El sistema capitalista parece sólido, pero cuando empezamos a cuestionarlo y a desagregar sus componentes, se hacen evidentes todos los resquebrajamientos. Hay verdades que la academia investiga, pero también están las que se viven a diario. Por ejemplo, la pandemia: esa crisis expuso cómo este sistema es profundamente desigual», comenta Juan Carlos.  

Tecnología y crisis ambiental

Ivonne destaca las profundas transformaciones que el mundo atraviesa gracias al desarrollo de la tecnología, especialmente de la inteligencia artificial (IA). Aunque, al igual que ocurrió con el Internet, se percibe a la IA como una herramienta capaz de democratizar el acceso al conocimiento y a servicios clave, su realidad es distinta.

Esta tecnología sigue concentrada en manos de pocos grupos económicos, debido a que su desarrollo exige grandes recursos económicos y naturales. Como resultado, se amplían las brechas de desigualdad en países como Ecuador, donde la adopción de estas innovaciones avanza a un ritmo mucho más lento.

Pero, el desarrollo tecnológico también demanda recursos naturales, algunos de los cuales son muy escasos y altamente contaminantes. Esto profundiza la grave crisis ambiental que sufre el planeta. En 2024, noticas como la dana en España o las sequías en la cuenca amazónica sin precedentes evidenciaron los avances de la crisis ambiental. Estos son mucho más veloces e intensos que los pronósticos de los científicos.

«La justicia ambiental implica buscar un equilibrio y apoyar a quienes sufren las peores consecuencias de la crisis climática. Esto demanda que los países más contaminantes asuman su verdadera responsabilidad.

En este contexto, los resultados de los grandes foros internacionales, como la última COP, no parecen estar a la altura de la magnitud del problema. A pesar de las expectativas, los acuerdos alcanzados no ofrecen soluciones suficientes frente a la crisis climática», señala Ivonne.

Juan Carlos añade que es importante no ver la crisis ambiental solamente desde la perspectiva individual. Si bien son muy necesarios los cambios de hábitos para el ahorro de recursos, no son suficientes. La gobernanza a nivel mundial debería exigir que los países de Europa, China y Estados Unidos reduzcan significativamente las emisiones de CO2.

El mundo en llamas

Conflictos como el de Siria, la guerra de Ucrania- Rusia, el genocidio contra el pueblo palestino y las movilizaciones masivas en Alemania, por citar algunos, evidencian el momento de tensión que ha sacudido al mundo este 2024. Algunos expertos señalan que estamos entrando a una Tercera Guerra Mundial, en especial por la tensión en la geopolítica entre China, Europa y Estados Unidos.

Juan Carlos considera que las guerras y los conflictos, por la misma naturaleza del sistema, son cíclicas. Sin embargo, los contextos cambian. En la II Guerra Mundial el avance tecnológico no era el mismo que en estos días, tampoco los medios de comunicación e información.

Por otro lado, Ivonne señala que ha existido una ruptura de acuerdos internacionales que pretendían que las guerras a gran escala no se repitan. Esto ha provocado que se fracturen algunos valores democráticos y el debilitamiento del Estado, dando paso a gobiernos más totalitarios.

La transnacionalización del crimen organizado

Este tema tiene especial relevancia en estos tiempos al ser un fenómeno multifactorial que tiene un impacto en diversos ámbitos. Económicamente, el capital lícito se encuentra fusionado con el ilícito. Expertos como el economista David Harvey señala, por ejemplo, que la gran crisis del 2008 en Estados Unidos pudo solventarse gracias al dinero del narco.

La transnacionalización se refiere al entramado de conexiones que se establecen en estas estructuras que no se limitan por las fronteras. Las estructuras son complejas y funcionan paralelamente al sistema legal y, al mismo tiempo, fusionados. Juan Carlos comenta que esto también demuestra la ausencia del Estado en ciertas zonas populares y el manejo del territorio por estos grupos. Además, el involucramiento de agentes estatales en los distintos niveles de gobierno.

«Si seguimos en un mundo donde el Estado cada vez provee menos a su población, es lógico que alguien llene ese vacío, generalmente para su propio beneficio. Aquí entra la lógica del crimen organizado: están ahí porque saben cómo aprovechar estas circunstancias. No solo están presentes, sino que en muchos casos están mejor equipados que los propios Estados.

Estas organizaciones cuentan con más dinero, tecnología, armas y recursos que muchas instituciones estatales. Esto explica cómo en Ecuador, si sumamos el personal de la policía y los militares, obtenemos un número similar al de integrantes de todas las bandas criminales juntas. Es, básicamente, una lucha de uno contra uno: un militar frente a un criminal, al menos desde la perspectiva del Gobierno.

Esto evidencia algo más preocupante: un Estado fragmentado y debilitado, que parece estar dando sus últimas patadas de ahogado».

Regresión de derechos

Estas crisis multifactoriales han precarizado las condiciones de vida de una gran parte de la población. Ante esto, los Estados han optado por arrebatar derechos que históricamente se han conseguido. Además, los Gobiernos tienen cada vez tintes más autoritarios para frenar el descontento y «retomar el orden».

Ivonne lo explica así:

«Actualmente, enfrentamos una regresión de derechos en muchos sistemas que, bajo la bandera de la soberanía, independencia, igualdad y autonomía estatal, permiten que los Estados actúen con mayor libertad para adoptar modelos autoritarios en nombre de la «seguridad». Este enfoque criminaliza antes de proteger y genera un ambiente en el que los derechos fundamentales se ven amenazados.

Por un lado, encontramos derechas más radicales, a las que podríamos calificar como fascistas, mientras que, por otro, existen derechas más mesuradas, aunque igualmente problemáticas. Estas últimas comienzan a rechazar elementos esenciales de la democracia, como la soberanía popular y el principio de la mayoría, poniendo en jaque derechos y libertades civiles que terminan absorbidas por estas dinámicas de poder.

Un ejemplo claro de estas tendencias es el populismo de figuras como Javier Milei, quien acepta ciertos aspectos de la democracia pero se opone a elementos fundamentales de la democracia liberal, como los derechos de las minorías, el Estado de Derecho y la separación de poderes. Esto tiene un impacto directo en los derechos civiles y fomenta un ambiente de descontento, indignación y protesta».

Además, la experta comenta que esas banderas o luchas ya no tienen una bandera única. Los movimientos sociales se han diversificado como vemos con los grupos ambientalistas, los estudiantiles y los femeninos.

Este balance brinda una visión panorámica de la situación actual, analizando algunos puntos claves. Ambos expertos consultados sostienen que es importante buscar soluciones colectivas. Para ello, estar informados sobre los conflictos y debatir desde diversas perspectivas es esencial. Que el 2025 traiga un mejor panorama para los sectores más vulnerables de la sociedad.

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