El experto responde
Emilio Salao Sterckx
Psicólogo clínico, terapeuta y encargado de vinculación e investigación del Centro de Psicología Aplicada (CPsA) de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE)
Internet y las redes sociales han generado una revolución en nuestros hábitos y en la forma de relacionarnos con los demás. Ver a niños de un año o dos interactuando con un smartphone o una tablet es una imagen común en la vida actual. En este contexto es importante preguntarnos: ¿A qué edad los niños deben usar dispositivos digitales?
Emilio Salao Sterckx, terapeuta del CPsA de la PUCE, analiza qué tan saludable es para los niños acceder a estos dispositivos.
¿A qué edad los niños deben usar dispositivos digitales?
En este tema hay muchos estudios y distintos puntos de vista. Mi criterio, como profesional de psicología, es que entre más tiempo se demore que los niños tengan acceso a los dispositivos digitales (smartphone y tablet) mejor será para su desarrollo.
Se ha visto, en distintos estudios, que entre más pronto los niños tienen acceso a estos dispositivos, presentan dificultades en el aprendizaje, en la socialización e incluso, en la adolescencia, pueden llegar a mostrar problemas en el desarrollo psicosexual.
¿Existe alguna desventaja de que los niños accedan al uso de los dispositivos más tarde que los demás?
Entre los cero a cinco años, definitivamente, no. Las desventajas en el desarrollo no vienen dadas por el uso de los dispositivos digitales, sino más bien por otro tipo de estimulaciones. Por ejemplo, antes que conocer qué es un cubo en el mundo digital, el niño debería conocer un cubo de verdad. A partir de eso, puede generarse la representación digital de lo que es un cubo.
Por lo tanto, antes de los cinco años lo que los niños necesitan es una conexión con la realidad mucho más social.
¿Qué sucede cuando los niños exceden el uso de estas tecnologías?
El exceso de uso de dispositivos produce que disminuyan las capacidades de interacción del niño. Esto da como resultado más timidez, dificultades sociales, además de hacerlos más vulnerables al bullying. Recordemos que en la fase escolar uno de los elementos más desequilibrantes o influyentes es su capacidad de socialización.
Asimismo, existen efectos neuropsicológicos y en el desarrollo educativo. En el aspecto neuropsicológico, se ha señalado que el uso excesivo o precoz de estos dispositivos produce incluso problemas físicos y de relación con su cuerpo.
En el aspecto educativo, produce dificultades en la atención. La Internet nos ofrece siempre una serie de elementos que exige o demandan nuestra atención; así, los niños no se centran en un objeto, sino en una serie de opciones y esto dificulta su capacidad de atención.
Según Julieta Jerusalinsky, psicoanalista brasileña, el uso de los dispositivos tiene un efecto en la relación de los niños con la realidad.
Así, tienes niños que, al estar frente a una ventana deslizan su dedo como si fuese una aplicación. Esto implica que los hábitos digitales se están trasladando a la vida tangible; es decir, que la realidad ya no es algo que se capta y se procesa, sino, que se visualiza. Esto, definitivamente, tiene un efecto profundo en la vida.
¿Cuáles serían los efectos en el desarrollo psicosexual?
El desarrollo psicosexual es, entre otras cosas, la capacidad de satisfacer los deseos o las necesidades. Ya no vivimos en la época en la que la propaganda para ver el siguiente capítulo de Batman era: «Nos vemos el próximo lunes a la misma hora y en el mismo canal». Ese mundo ya se acabó. Ahora, si queremos ver el capítulo de Batman, solo hacemos clic.
Hoy los niños crecen en una sociedad cuyo imperativo es la satisfacción inmediata. Apenas lloran les dan la tablet; apenas se quejan, les muestran el video que quieren ver; apenas gritan, les dan de comer. Impedir la frustración evita el desarrollo de capacidades suficientes para enfrentar otras situaciones que no se solventarán con un clic o haciendo play.
Las capacidades que se desarrollen de los cero a cinco años tienen una profunda relación con lo que les sucede a los adolescentes (de 10 a 17 años).
La adolescencia es cuando se manifiesta mucho más las particularidades del desarrollo psicosexual. Incluso hay estudios de las neurociencias actuales que señalan la impotencia precoz, presente en adolescentes, está relacionada a la sobreexposición digital en la infancia.
Este es un asunto de salud pública, deberíamos verlo y tratarlo así. No es para asustarnos, pero se debe regular el uso de los dispositivos en los niños y construir hábitos que les permitan un desarrollo saludable.
¿Por qué cree que se ha generalizado el uso de dispositivos en niños pequeños?
Aclaremos que la presencia del samartphone y la tablet en la vida de los niños tiene que ver más con las necesidades de sus padres que con las de los niños. Es decir, el uso de estos dispositivos es una manera de apaciguar el llanto y de generar distracción para que los padres puedan ocuparse en otras cosas. Definitivamente, no es lo mismo ser mamá y papá en el 2022, que en la década de los 80 o de los 90.
Ahora, ambos padres trabajan, además de existir una idea de multitasking. Es decir, que están mucho más ocupados de lo que estaban en las generaciones anteriores. En este contexto, el uso de dispositivos viene a ser una forma de compensar sus propias ausencias o sobrellevar otros elementos de su vida como es el trabajo.
¿Por qué es difícil controlar su uso?
Es difícil normalizar el uso de digital en los niños porque en sí mismo, en todas las sociedades, incluso en los adultos, el uso tampoco es controlado.
Así, vemos a adultos de 20 años o 30 años en adelante que tienen dificultades para controlar su propio comportamiento con los dispositivos. Comportamiento que también afecta su salud psíquica. Sin embargo, los niños son un grupo más vulnerable porque son quienes desarrollan hábitos en una sociedad desregularizada en el uso de estos dispositivos.
El uso de los dispositivos digitales tiene que ver con la capacidad de los individuos de autorregularse y de ser regulado. Lastimosamente, el desarrollo tecnológico tiene una velocidad exponencial, mientras las capacidades sociales de los individuos para poder regular y normar esos usos van a un ritmo más lento.
¿Cuál sería el tiempo adecuado para que un niño utilice los dispositivos?
Bueno, un niño, a partir de los cinco años no debería pasar más de una o dos horas en un smartphone. Lo importante es construir hábitos normados alrededor de la digitalidad. Debe haber la posibilidad de marcar cuándo, en qué cantidad y en dónde acceder a los dispositivos con contenidos apropiados para su edad.
¿A qué edad es prudente abrir redes sociales?
El tema de iniciarse en el mundo de las redes sociales tiene que producirse a partir del desarrollo de la discriminación. Es decir, poder discernir el tema de lo adecuado, lo inadecuado, lo seguro y lo peligroso, lo apropiado y lo inapropiado. Cuando el adolescente tenga nociones de autocuidado podría ser más seguro acceder a redes sociales.
La presencia digital en una sociedad como la nuestra, que ya está contemplada bajo este nuevo fenómeno que es el big data, significa que no solamente usa, sino que también es monitoreado. Sus datos están presentes y, por lo tanto, los contenidos que van apareciendo a través de los algoritmos van a ser personalizados y a moldear su forma de mirar el mundo.
Aunque parezca muy radical, tal vez una edad apropiada para esto son los 17 años. Sin embargo, la realidad es otra y no se puede volver atrás, pero en tal caso, sí se puede reformular y normar.
Ecuador es uno de los países con menos normas digitales. Mientras en Europa, por ejemplo, las redes sociales, incluso Google, tienen normativas que exige a los usuarios decidir sobre sus datos y comportamiento en línea.
Te puede interesar:
¿Cuál es el papel de los primeros auxilios psicológicos en una situación de desastre?
¿Cómo podemos reconocer a una persona con autismo?
PsicoEscucha PUCE, una opción de terapia a distancia
¿Cómo vivir el regreso a la presencialidad a la universidad?