En Ecuador se están usando pinturas que contienen niveles de plomo hasta 60 veces por encima del límite permitido por la normativa nacional. Una investigación del Centro de Estudios Aplicados en Química (CESAQ) de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) reveló que algunas de las pinturas más comunes utilizadas contienen hasta 45.300 partes por millón (ppm) de plomo, cuando el límite máximo vigente es de 600 ppm.
“Hoy la fuente más importante de plomo es la pintura. No solo las pinturas para casas, también las industriales, las viales, las de parqueaderos y los pigmentos para colorear concreto”. Así explica el doctor Hugo Navarrete, director del CESAQ y líder de la investigación.
Sobre el estudio
El estudio se realizó entre enero y febrero de 2025. Allí se identificaron pinturas que contienen compuestos altamente tóxicos como cromato de plomo y plumbato de plomo. “Estos metales no solo deberían estar restringidos, sino completamente prohibidos por su impacto en la salud. Estos pigmentos son especialmente comunes en colores como el amarillo, naranja, rojo y blanco”, agrega Hugo.
Además del plomo, el equipo del CESAQ detectó altos niveles de cadmio en pinturas, un metal que no está regulado en la normativa ecuatoriana para este tipo de productos. “Los niveles que encontramos superan hasta 12 veces los límites que se consideran seguros en la Unión Europea”, señala Hugo. También, advierte que algunas industrias podrían estar remplazando el plomo por cadmio en sus pigmentos sin advertir al consumidor ni cumplir con estándares de seguridad.
Lo efectos de los metales en la salud
El plomo es un metal tóxico que, incluso en dosis mínimas, causa daños severos al sistema nervioso, especialmente en niños. Además, puede provocar hipertensión, daño hepático, fallas en los riñones, alteraciones en el comportamiento, trastornos cognitivos, y cambios estructurales en el sistema cardiovascular y óseo. En adultos, la exposición crónica también podría asociarse con agresividad, ansiedad, depresión, arritmias e incluso ciertos tipos de cáncer.

Por otra parte, el cadmio tiene efectos comprobados como cáncer de pulmón, riesgo de osteoporosis, formación de cálculos renales y falla renal.
Una exposición constante e invisible
La exposición al plomo y cadmio no requiere ingestión directa. Hugo explica que estos metales se liberan al medio ambiente a medida que la pintura se degrada por el sol y el uso. Ese polvo se inhala o se deposita en superficies que los niños tocan a diario. “Son envenenamientos crónicos, silenciosos, que no se sienten de inmediato, pero que deterioran la salud con el tiempo”, enfatiza Hugo.
Casos documentados en un informe realizado por UNICEF y Pure Earth evidenció que alrededor de 1 de cada 3 niños –un total de hasta 800 millones a nivel mundial– tienen niveles de plomo en la sangre iguales o superiores a 5 microgramos por decilitro (µg/dL). Es decir, el nivel en el que es necesaria una intervención.
En Ecuador, la falta de controles hace que esta exposición sea más frecuente de lo que se piensa. “Incluso se han encontrado juguetes y pigmentos de ferretería que exceden con creces los niveles aceptables de metales pesados”, dice Hugo.
Fallas en el control y legislación rezagada
Pese a la existencia del RTE 061, que establece los límites actuales, el país aún permite la importación de pigmentos de plomo, según consta en declaraciones aduaneras revisadas por el CESAQ. “El problema es que muchos fabricantes siguen utilizando estos pigmentos porque son baratos y logran colores más intensos. Lo hacen sabiendo que hay poco control”, señala Hugo.
El sistema de compras públicas tampoco exige controles reales. “Lo que se necesita es que se analicen muestras durante la aplicación, no solo las muestras perfectas que entrega el proveedor. Esa es una puerta de entrada para la trampa”, añade.

Una línea de investigación que ya ha tenido impacto
Esta investigación sobre pinturas se suma a una larga serie de estudios realizados por el CESAQ PUCE sobre contaminación por metales pesados en alimentos y agua. “Tenemos cerca de10 años estudiando la contaminación por metales pesados”, comenta Hugo.
Se han analizado productos como plátanos, lechugas, tomates, salsas de tomate, leche, cacao, mariscos y moluscos. En todos los casos se han encontrado niveles preocupantes de metales como plomo, cadmio y mercurio.
Por ejemplo, en 2023 e inicios de 2024 se identificaron varias marcas de salsa de tomate con niveles elevados de plomo. El impacto de esta investigación fue tan significativo que, hacia finales de 2024 e inicios de 2025, ninguna de las salsas analizadas presentó presencia de plomo. “Eso es impacto real. La industria respondió y los productos mejoraron. Esa es la función de nuestra universidad. La PUCE está comprometida con la sociedad”, afirma Hugo.
El caso del mercurio
El mercurio es otro metal investigado por el CESAQ. Se ha detectado en altísimas concentraciones en zonas costeras e insulares debido principalmente a la minería ilegal y al uso indiscriminado de químicos para extracción de oro. Los peces grandes, como el atún y el tollo (vendido como corvina), presentan acumulaciones de mercurio por la cadena alimenticia. Las conchas y ostiones, al ser filtradores naturales, también acumulan metales.
¿Qué se necesita ahora?
Desde el CESAQ insisten en que la presión ciudadana y mediática es clave para provocar cambios. Y ya se están viendo avances. “el Municipio de Quito ha mostrado interés en incluir controles para las pinturas utilizadas en espacios públicos. El Ministerio de Salud también ha mostrado disposición para realizar estudios de salud pública que midan el impacto de la exposición a estos metales”, comparte Hugo.
El investigador menciona que lo importante es que el país cambie sus prácticas. “Es indispensable que las compras públicas exijan pruebas reales. Que la gente entienda el riesgo de una pintura más barata. Que los entes de control hagan su trabajo. También, es necesario que las industria sepa que no puede seguir vendiendo veneno por ahorrar unos dólares”, concluye Hugo.
La salud pública está en riesgo y no hay tiempo que perder. La información ya está disponible. Ahora se requiere acción de las autoridades, responsabilidad de las empresas, y vigilancia de la ciudadanía.
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