Las aguas oscuras del río Machángara, la espuma flotando en su superficie y la basura a lo largo de sus 22 kilómetros son testimonio del impacto negativo de la actividad humana. El 5 de julio de 2024, una jueza declaró al río Machángara en Quito como sujeto de derechos. Tomó esta decisión tras conocer una acción de protección por la grave contaminación que enfrenta. Como resultado, se ha ordenado al Municipio de Quito la implementación de un plan de descontaminación. ¿Es posible descontaminar un río altamente tóxico?

El doctor Hugo Navarrete, director de Investigación de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), analiza los contaminantes presentes en el Machángara. Además, comparte las posibles soluciones para rescatar uno de los cuerpos de agua más importantes de la capital ecuatoriana.

Las quebradas del Machángara eran bosques exuberantes con cedros de hasta 60 o 80 cm de diámetro. En la década de 1860, el Padre Luis Sodiro, S.J. así describía este lugar al narrar los viajes alrededor de Quito.

Así era el Machángara hace dos siglos. Originalmente, el río era limpio. Sin embargo, a medida que la ciudad creció, también lo hicieron la cantidad de los desechos depositados en este afluente.

Desde tiempos antiguos, el agua se ha utilizado para limpiar, llevándose consigo todo tipo de basura. Esta práctica no es exclusiva de Quito; ocurre en todo el mundo. No obstante, debido a la falta de gestión de residuos, paulatinamente, el Machángara fue recogiendo todas las aguas y desechos.

Hay que considerar que el problema de la contaminación del río es un resultado, no el problema en sí. El Municipio de Quito es responsable de gestionar estos desechos, pero los ciudadanos utilizamos los servicios básicos, empezando por el agua potable. Somos las personas quienes contaminamos mayoritariamente.

Cada uno de nosotros debe reflexionar sobre el impacto de nuestro consumo de agua y los residuos que generamos. Es fácil exigir a la Alcaldía que limpie, pero esta entidad es un reflejo de nuestros hábitos. Deberíamos incluir en el costo del agua que consumimos, el costo de su depuración. Esto sería justo, ya que aquellos que consumen más agua deben contribuir más a su tratamiento y limpieza.

Fotos: cortesía de Jaime Costales.

El río Machángara está contaminado por una amplia variedad de sustancias. Estos elementos representan una gran amenaza para la salud y el medioambiente.

Entre los contaminantes específicos, se encuentran:

  • Productos químicos domésticos, como detergentes, champús y jabones, que contienen sustancias químicas nocivas.
  • Aceites y grasas, tanto de uso doméstico como industrial, estos residuos son altamente contaminantes.
  • Metales pesados, resultantes de diversas actividades industriales y agrícolas.

Los desechos industriales deben ser rigurosamente controlados para garantizar que cumplan con los estándares establecidos. Sin embargo, cabe recalcar que estos no representan la principal fuente de contaminación del río.

Otro factor de contaminación son los desechos humanos. Gran cantidad de residuos orgánicos y materia fecal se vierten directamente al río, llevando consigo bacterias, virus, parásitos y sustancias derivadas del uso de medicamentos.

Por ejemplo, existen hormonas anticonceptivas, antibióticos, analgésicos antidepresivos y otros medicamentos que llegan al río por la orina. Estos pueden interferir con los ciclos vitales de microorganismos. Igualmente, los antibióticos en el agua pueden contribuir al desarrollo de microorganismos resistentes, que representa un grave problema de salud pública y agrícola.

Además, se ha evidenciado que la contaminación de las aguas utilizadas para el riego puede transferir estos contaminantes a los cultivos. Lo que conduce a la presencia de metales pesados y residuos químicos en los alimentos. Esto no solo afecta la calidad de los cultivos, también puede tener consecuencias graves para la salud humana y animal.

Son evidentes los indicadores de contaminación en el río Machángara. Su olor desagradable, la espuma en la superficie y la carencia de vida acuática muestran que es la cloaca de Quito.

Sí, se puede descontaminar el río, aunque es poco probable por los altos costos y la necesidad de decisiones políticas firmes. Para descontaminar el río Machángara, se necesitarían inversiones gigantescas en infraestructura, como plantas de tratamiento de aguas residuales.

Es necesario separar las aguas pluviales de las aguas sanitarias. El alcantarillado pluvial, que recoge el agua de lluvia, debería estar separado del alcantarillado sanitario, que acopia las aguas residuales domésticas e industriales. Idealmente, las aguas residuales deberían llevarse a plantas de tratamiento. Aunque estas requieren inversiones significativas, es factible implementar este sistema.

En Quito, algunas zonas ya tienen separadas estas redes, pero muchas otras no. Actualmente, todo termina mezclándose debido a la falta de plantas de tratamiento suficientes. La instalación de estas plantas es crucial. Además, la capital no solo tiene el río Machángara, sino también los ríos  San Pedro y  Pita. Este último es el más limpio, pero comienza a contaminarse en la zona de San Rafael. El río San Pedro se contamina desde Machachi con desechos agrícolas y ganaderos.

La solución integral debe considerar todas las cuencas hidrográficas de Quito. No tendría sentido limpiar solo el río Machángara si los otros ríos continúan contaminados. El Machángara nace en el Atacazo, pasa por el sur de Quito, se une a quebradas y ríos, y termina en el río Guayllabamba. Eventualmente, este sistema desemboca en el océano Pacífico.

La verdadera pregunta es cuánto estamos dispuestos a pagar y reducir nuestro consumo de agua. Por cada litro de agua que usamos, hay que procesar otro litro de aguas residuales. La relación es directa. Además, la gestión adecuada de desechos es crucial. No es solo responsabilidad del Municipio; somos todos los ciudadanos quienes debemos tomar acción para conservar y proteger nuestros recursos hídricos. La descontaminación del río Machángara es responsabilidad de todos los quiteños.

Medidas necesarias

Es fundamental que todos se comprometan a reducir su consumo de productos desechables y de agua. Los ciudadanos debemos usar los medicamentos y hormonas de manera responsable y seguir las indicaciones médicas adecuadamente. Pequeños cambios, como tomar duchas más cortas y espaciar los baños, pueden impactar significativamente en la reducción del consumo de agua.

Si no se toman medidas, la situación puede empeorar. Los cultivos seguirán contaminados y el agua no será apta ni siquiera para riego. Un ejemplo claro es la Represa Hidroeléctrica Manduriacu, en el noroccidente, donde el agua contaminada de Quito llega y causa graves problemas.

En esta represa, por ejemplo, hay tilapias que, al ser analizadas, presentan parásitos y enfermedades debido a la contaminación del agua. Es una clara muestra de lo que sucede cuando no se gestionan apropiadamente las aguas residuales.

El problema de la contaminación es complejo y multifacético, y requiere de un esfuerzo colectivo para mitigarlo. Cada acción individual cuenta,  es necesario que seamos conscientes de nuestro impacto en el medioambiente para lograr un cambio importante.

PUCE investiga sobre contaminantes en los alimentos

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