La aparición de nuevas formas de delincuencia, el incremento de criminalidad, el miedo y la inseguridad han acrecentado la inconformidad de los ciudadanos. Esto, a su vez, los ha llevado a sospechar de todo el mundo. La percepción de violencia e inseguridad no es un hecho aislado, es una realidad en Ecuador.
La Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes (FADA) de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) trabaja en el análisis del diseño social de la ciudad de Medellín, Colombia. ¿Cómo una ciudad pasó de ser la más violenta del mundo a un modelo en seguridad para la región? La arquitectura, psicología social y saberes sociales son centrales para comprender la temática de convivencia.
Para profundizar en el tema, conversamos con el arquitecto Hernán Orbea, profesor principal de la FADA.
¿Por qué la sensación de inseguridad crece en Ecuador?
La sensación de inseguridad tiene evidencias en la realidad y atiende a prejuicios. Los múltiples asesinatos, femicidios, asaltos y robos son parte de nuestra cotidianidad. Estos actos ocurren, sin lugar a duda, por la infiltración del narcotráfico al país.
La situación no es nueva, la vive toda Latinoamérica. El problema se origina en la fragilidad de los Estados que han desatendido a las poblaciones más vulnerables. De esta forma, han permitido que echen raíces (poner quiénes, los narcotraficantes, los delincuentes), tengan poder y, de cierta manera, lleguen a ser más fuertes que el Estado.
Lo que vemos en Ecuador es que el miedo y la inseguridad han provocado que los ciudadanos se encierren en sus casas, levanten muros y cercas para protegerse. Sin embargo, esta no es la solución para vivir de forma más segura.
Entonces, ¿cómo lograr que una ciudad sea segura?
El ejemplo de cómo hacerlo es Medellín, Colombia. El tope de tolerancia de criminalidad está en torno de los 12 habitantes por cada 100.000 habitantes por año. Ellos llegaron a 80 habitantes, se notaba la violencia en las calles.
La ciudad de Medellín ha sido para la FADA un caso tradicional de estudio, pero, ¿qué hicieron?
Ellos decidieron apostar por estrategias de inteligencia, comunicación integrada, fortalecimiento de la fuerza pública y programas sociales. Como resultado, se logró frenar el despliegue de violencia y el terrorismo en dicha ciudad.
El principio básico para lidiar con la inseguridad es la cooperación conjunta de las instituciones públicas, Gobierno nacional y seccional, empresas privadas, la academia y los grupos comunitarios.
Hay que radicalizar la idea de encerrarnos y privatizarnos. La capacidad de derrumbar murallas inicia con entender los entornos y eliminar el miedo al otro.
¿Se podrían implementar estas estrategias en las ciudades de Ecuador?
No todas las ciudades se parecen, cada una necesita un plan estratégico que solvente sus necesidades. Sin embargo, estos planes de acción nos dan una guía para saber de dónde partir.
Medellín inició con la reconstrucción del tejido social a partir de buenos liderazgos. Teatreros, grafiteros y gente de a pie se volvieron ciudadanos activos.
Sus voces eran escuchadas y cada barrio obtenía soluciones rápidas frente a una necesidad. Como resultado, la criminalidad, mirando ese posicionamiento, se replegó.
Ahora conocemos a Medellín como una ciudad culturalmente rica y no como la más violenta.
¿Qué rol cumple la educación en la reconstrucción del tejido socia?
Con la educación es posible fomentar la reflexión. Además, con la educación se pueden construir caminos para mejorar la calidad de vida de aquellos que han sido desplazados y víctimas de la violencia.
Para perder el miedo, tenemos que aprender a conocer y a amar al otro, respetar sus atributos y defectos. Los prejuicios son los que nos apartan. El primer reto que tenemos como sociedad es fortalecer los tejidos sociales y la PUCE es el mejor ejemplo de ello. Hay que apuntar a erradicar la idea de encerrarnos y privatizarnos.
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