En el marco de la fiesta de San Ignacio de Loyola, que se celebra cada 31 de julio, conversamos con el jesuita Mauricio Burbano A., S.I., director nacional de Identidad y Misión de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), sobre dos conceptos profundamente entrelazados con la espiritualidad ignaciana: la reconciliación y la convivencia común. ¿Cómo podemos vivir estos valores en el día a día universitario? Desde la experiencia de los Ejercicios Espirituales hasta el compromiso institucional por una universidad más humana, el Padre Burbano nos invita a mirar hacia dentro para transformar lo que nos rodea.

La espiritualidad ignaciana tiene su fundamento en la experiencia vital de Ignacio de Loyola quien, a partir de una herida producida por una bala de cañón en Pamplona, empezó un proceso de conversión interior en el que se hizo consciente de las mociones o movimientos internos, elementos esenciales del discernimiento. Más adelante, escribió los Ejercicios Espirituales (EE) que pueden ser vistos como una experiencia de reconciliación con Dios, consigo mismo, con los demás y con la naturaleza, al terminar con la “contemplación para alcanzar amor”.

En el número 22 de los Ejercicios Espirituales, Ignacio afirma:  

“Para que así el que da los ejercicios espirituales como el que los recibe, más se ayuden y se aprovechen: se ha de presuponer que todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo que a condenarla, y si no lo puede salvar, pregunte como la entiende, y si mal la entiende, corríjale con amor (…).” 

Foto: P. Mauricio Burbano A., S.I.

Este texto puede ser aplicado a nuestras relaciones personales. Vale la pena preguntarnos, en las relaciones con los demás, ¿estoy dispuesto a acoger al otro empáticamente? , ¿percibo al otro como un igual que merece respeto y escucha?, ¿si requiero corregir, lo hago con amor? Son preguntas pertinentes para la convivencia y reconciliación. 

La llamada a la reconciliación fue reafirmada con fuerza por la Compañía de Jesús en la Congregación General 36 (año 2016). La primera llamada es la reconciliación con Dios, que nos “enraíza en la gratitud y nos abre a la alegría”. La segunda llamada es la reconciliación de la humanidad en la que se constata que hay heridas y rupturas en el mundo actual. Por ejemplo, desplazamientos de población (refugiados, migrantes y desplazados), injusticia, desigualdad, intolerancia, violencia, etc. Finalmente, la tercera llamada es la reconciliación con la creación, en la cual la encíclica Laudato si’ del Papa Francisco es referente para la acción. Como PUCE queremos ser una universidad Laudato Si‘. 

La PUCE se caracteriza por la diversidad de las personas que la integran. Cada estudiante, docente o administrativo trae consigo un cúmulo de experiencias que lo hacen único. ¿Cómo fomentar una buena convivencia universitaria en medio de la diversidad? Considero que hay dos niveles desde los cuales se puede fomentar una convivencia fraterna y reconciliada: a nivel personal y comunitario. 

A nivel personal cada uno de nosotros estamos llamados a conocernos, saber cuáles nuestras potencialidades, fragilidades y heridas. Para ello, la PUCE oferta cursos relacionados con crecimiento personal. Además, tenemos asignaturas misionales que desde el humanismo cristiano y la ética permiten que el estudiante se confronte a sí mismo y se abra a los demás. Por otro lado, en el caso de requerir ayuda terapéutica, se tiene el Centro de Psicología Aplicada. Desde el ámbito espiritual, la PUCE oferta acompañamiento, Ejercicios Espirituales, sacramentos, eucaristías, espacios de meditación, etc. 

Foto: estudiantes PUCE.

En el nivel de relación con otros miembros de la comunidad universitaria debemos ser conscientes que tenemos no solo derechos, sino también deberes que cumplir. En ese sentido, todo miembro de la PUCE debe familiarizarse con la normativa contenida en el Estatuto y Código de Ética, donde además se explicitan los valores institucionales. Además, hay que familiarizarse con instrumentos como el Protocolo de actuación frente a casos de violencia de género y las normativas particulares relacionadas con estudiantes, docentes, etc. En definitiva, la normativa de la PUCE es un medio para favorecer la convivencia universitaria.  

La convivencia en diversidad puede generar conflicto. El conflicto forma parte de la vida misma, en ese sentido, el reto está en gestionarlo adecuadamente. No huir del conflicto, no cerrar canales de comunicación. Evitar que escale o se agudice el conflicto y buscar apoyo en alguien de confianza o en una persona que pueda mediar entre las partes. Finalmente, si se trata de una situación que afecta gravemente la convivencia, se puede acudir al Comité de Ética, desde donde se evaluará la situación desde los valores institucionales. 

Desde la Dirección Nacional de Identidad y Misión tenemos contacto con distintas realidades de la comunidad universitaria. En ocasiones hemos mediado entre estudiantes y docentes, evitando así que los problemas se agudicen. En otras ocasiones, personal administrativo en conflicto con otras personas o instancias nos piden consejo para sopesar la situación. Desde la acogida y escucha respetuosa intentamos que las personas pongan en perspectiva sus conflictos para poder actuar de la mejor manera. 

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