Se inició oficialmente la temporada más festiva del año. En Quito, ya huele a canelazo, suenan los gritos al son del ‘40’, las chivas recorren las calles de la ciudad y se prepara una amplia agenda cultural con conciertos, gastronomía y mucho más…. Todo esto para festejar a la Carita de Dios. Y aquí te traemos cinco términos que seguro ocuparás estos días, para refrescar tu léxico ‘quiteñof’. Porque Quito no solo se reconoce por su cielo y montañas, también se identifica por cómo hablamos.
Así que para esta tarea conversamos con el Mgtr. Elking Araujo, docente de la carrera de Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Él explica que cada localidad construye su propio léxico para expresar identidad, pertenencia y hasta humor. En otras palabras, los quiteños usamos nuestros propios términos porque necesitamos que la lengua también diga quiénes somos.
1. ‘Quitof’: la f que apareció de la nada
Antes de entrar en tecnicismos, aceptémoslo: todos hemos dicho alguna vez un “síf” o un “nof”. Esta forma de pronunciar es tan cotidiana que nos identifica como quiteños.
Pero ¿de dónde viene? Según Elking no hay certeza, pero se cree que esta variación surgió entre jóvenes, como un rasgo del habla informal en sectores más populares del sur de la urbe. En términos generales, se usa para representar una actitud fresca: “no me afecta”.
Además, la F al final de las palabras marca identidad juvenil y se distancia del habla adulta. Y con el tiempo se extendió en todas las clases sociales a lo largo y ancho de la ciudad.

2. ‘Mijo’, ‘mija’ y todas sus mutaciones
Viene de ‘mi hijo’ y personas adultas lo siguen utilizando así. Sin embargo, entre los jóvenes el término toma otras connotaciones. En Quito, decirle ‘mijo’ a alguien significa complicidad, cariño y lealtad. Es una forma de tratamiento serrana que los jóvenes transformaron para diferenciarse del habla adulta.
Así nacieron versiones mutantes como ‘mijardo’, ‘mijamaica’, ‘mijín’, etc. Aquí surgen también otras variaciones de género. Por ejemplo, con el término ‘mija’ ocurre algo curioso, como dice Elking, pues esta variación se da principalmente entre hombres, incorporando un juego medio pícaro y bromista. Entre mujeres casi no ocurre.
Estas formas marcan cercanía, complicidad y pertenencia a un grupo. «Los jóvenes son la fuerza que impulsa los cambios en la lengua. Siempre buscan que lo que dicen suene distinto, propio y representativo de quiénes son”, enfatiza Elking.
3. ‘Chulla’
Este término viene del quichua ‘ch’ulla’, que significa impar, único o solo. De ahí viene esa linda frase ‘chulla vida’, que se suele utilizar justo antes de cometer una imprudencia.
Pero en Quito, ‘chulla’ evolucionó desde la época colonial hasta convertirse en todo un concepto social y cultural. Esto debido a la aparición de un personaje típico de la urbe: el Chulla quiteño. Se lo define como alguien que no quiere reconocer su origen popular ni sus raíces mestizas. «Presume un estatus económico que no tiene y vive de la labia, de convencer a todos de que es lo que no es», explica.
4. ‘Shunsho’
No podíamos dejar de lado la terminología del 40. Y todos hemos escuchado el famoso ‘dos por shunsho’. Esta palabra viene también del quichua ‘shunshu‘, significa tonto. El uso cotidiano de este término ha permitido que se inserte en la identidad quiteña.

Otra frase típica del 40 es el ‘marido tiene’. Aunque el término marido sea español, en Quito toma una connotación humorística y un poquito machista también. Es común que lo diga un hombre a otro, refiriéndose al poder que genera la dependencia económica.
En este sentido, Elking explica que el quichua es la huella más fuerte en el español del Ecuador, incluso en la Costa, aunque allá se lo evite para marcar diferencia. En el 40 estos términos también identifican la ‘sal quiteña‘. Es decir, aquello que da sabor con ingenio, ironía y humor.
5. Espumilla
A diferencia de otras palabras de esta lista, espumilla sí sigue la lógica del español, pero con un giro interesante. El diminutivo ‘illo’ o ‘illa’ no es tan usado como ‘ito’ o ‘ita’. Inclusive podría sonar despectivo, sin embargo, en la palabra ‘espumilla’, le da un carácter tierno sin minimizarla.
En Quito se consolidó para nombrar ese manjar hecho de clara batida hasta parecer una pequeña espuma rosada. Una palabra tierna, sonora y tan local como el olor de la guayaba.
Puedes encontrar estos y otros términos en el Diccionario Accesible Ecuaoriano (DAE), una obra de consulta que la PUCE ofrece al público en general. Consúltalo aquí.
Hablar como hablamos no es casualidad: es una forma de habitar Quito. Aunque no sean muchas, estas cinco palabras “de ley” te salvan en la partida de 40. Así que alista todos tus términos y dichos para la farra y ¡Qué viva Quito!

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