¿Sabías que las patentes científicas protegen invenciones con impacto en la industria? Estos registros, que pueden ser productos o procesos innovadores, además de reconocer las investigaciones, pueden generar desarrollo tecnológico y regalías. La Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) acaba de sumar una nueva patente a su historial: el Proceso de Producción de bioetanol a partir de residuos de Tagua.
El Dr. Javier Carvajal, docente e investigador de la PUCE, nos contó más sobre este logro. Explica que las patentes impulsan la investigación y también permiten que las innovaciones tengan un impacto real en la industria.
Pero el camino para obtener una patente no es rápido ni sencillo. En este caso, la solicitud se presentó en 2015 y tardó diez años en completarse. De hecho, se extendió más de lo normal, porque en promedio este tipo de trámites suele tomar entre cuatro y seis años.
La historia
Esta innovación comenzó en 2010, en el Centro Neotropical para Investigación de la Biomasa (CNIB). En aquel entonces, un equipo de investigadores trabajaba en un proyecto financiado por la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (SENESCYT), con un fondo de USD 1,8 millones. El objetivo principal era identificar residuos agrícolas e industriales viables para la producción de bioetanol, un combustible sustentable.
El proyecto se enfocó en analizar diversas fuentes como residuos de banano, caña de azúcar, palma africana y frutas. Para ello, la PUCE diseñó una biorrefinería para las investigaciones. Javier comenta que en ese proceso, fue la tagua la que presentó los mejores resultados.
La semilla protagonista
El científico explica que la tagua es una semilla rica en azúcares, pero lo que la hace única es la forma en que estos están ligados. Su estructura especial permite que cristalice y se convierta en el polímero natural más denso del mundo vegetal. Por ello, esta semilla endémica del Ecuador también es conocida como marfil vegetal.

En zonas como Manabí, la tagua ha sido utilizada tradicionalmente para fabricar botones, figuras y artesanías. Su principal ventaja es que es insoluble en agua, lo que la hace perfecta para estos usos.
Bioetanol con residuos de tagua

El bioetanol es un tipo de combustible renovable que se obtiene a partir de materiales orgánicos, como residuos agrícolas. Se usa principalmente como alternativa a la gasolina
La clave de esta patente radica en el proceso para transformar la tagua en etanol. Para ello, se requería una solución de azúcares, una fuente de nitrógeno y levaduras fermentadoras. El mayor reto consistió en liberar los azúcares cristalizados de la tagua para producir un caldo fermentable. Una vez superada esta barrera, el proceso resultó más sencillo y eficiente.
“Para tramitar la patente la invención tiene que cumplir tres requisitos: ser novedoso, tener un nivel inventivo y ser aplicable a la industria. Ahora es obvio, porque conocemos cómo lo descubrimos. Pero en su momento, a nadie a nadie se le habría ocurrido sacar azúcar de la tagua”.
Por otro lado, Javier señala que, en los más de 100 talleres de botoneras en Manabí, solo se aprovecha el 35% de la semilla de tagua. El 65% restante es residuo y se quema.
“Con este hallazgo, podemos darles un valor agregado a esos desechos, al mismo tiempo que fortalecemos la cadena de valorización de la tagua, logrando un impacto social”, explica el investigador.
Además, la tagua es un recurso abundante en los bosques ecuatorianos, lo que la convierte en una alternativa sostenible. Esta semilla no compite con otros materiales que ya son industrializados como la palma africana o la caña de azúcar. Tampoco se utiliza de alimento para animales o humanos, lo que la hace idónea para la explotación de otros usos.
Patente que abren caminos
Esta tecnología no solo abre nuevas oportunidades para la bioindustria, sino que también fortalece el vínculo entre ciencia y sostenibilidad. Inspirado por estos avances, Javier impulsó la creación de la carrera de Bioingeniería en la PUCE, la primera en Ecuador. Según el científico, esta formación permite a los estudiantes acelerar su especialización, optimizando su tiempo de estudio. Además, les abre camino para emprender en el ámbito tecnológico y desarrollar empresas basadas en innovación.
Más allá del bioetanol, esta tecnología es útil para la producción de insumos biotecnológicos y farmacéuticos, como antibióticos, proteínas y anticuerpos. En particular, el costo del azúcar en los medios de cultivo representa uno de los mayores gastos en la producción de insulina y otros medicamentos. La industrialización de la biomasa de tagua podría reducir el costo significativamente.
Las patentes
Las patentes representan una forma distinta de divulgar el conocimiento científico, ya que no solo buscan el reconocimiento académico, sino que están orientadas a la industria. Javier recalca que es crucial que los investigadores interesados eviten divulgar o publicar sus invenciones antes de presentar las solicitudes de patente, salvaguardando el proceso.
La biorrefinería de Nayón fue clave en la implementación de esta tecnología y en otras investigaciones que se están desarrollando por la PUCE. Actualmente, el Dr. Rommel Montúfar, reconocido investigador, continúa desarrollando estudios innovadores con la tagua. Esto podría derivar en nuevas patentes en el futuro.

Esta patente es la segunda obtenida en investigaciones con la tagua. La primera ya está siendo explotada comercialmente en Estados Unidos. Con estas invenciones, la PUCE junto a expertos comprometidos como Javier, pone la investigación al servicio de la sociedad, buscando aplicaciones que puedan ser sostenibles y sustentables.
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Javier, es preciso que se proceda en forma sostenida a divulgar tus descubrimientos que son de gran importancia para la humanidad. Productos eficaces y económicos son una promesa de éxito.