La Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) entregó el doctorado honoris causa a Monseñor Eugenio Arellano Fernández, M.C.C.J., Obispo Vicario Apostólico Emérito de Esmeraldas, por su trabajo a favor de la población más vulnerable de la provincia de Esmeraldas.
Este reconocimiento se realizó en el marco de la conmoración de los 42 años de vida institucional de la PUCE Sede Esmeraldas (PUCESE). El doctor Fernando Ponce, S.J., rector de la PUCE, entregó el doctorado honoris causa.
Un honoris causa al trabajo de 46 años
Según, la resolución del Consejo Superior de la PUCE, Monseñor Arellano, ha trabajado arduamente desde 1977 junto a los desposeídos. En los 46 años de trabajo en la provincia, ha promovido la educación, la salud y la protección del medio ambiente.
Así también, el doctor Arellano ha sido defensor de los derechos de los pueblos indígenas y de la comunidad afrodescendiente, brindándoles apoyo en la educación, la legalización de tierras y la preservación de su cultura. Finalmente, ha ejercido su ministerio de servicio en las cárceles, buscando la redención y la rehabilitación de los presos y pandilleros.
¿Quién es Monseñor Eugenio Arellano?
Mons. Eugenio Arellano Fernández, M.C.C.J., ecuatoriano por naturalización, nació el 11 de noviembre de 1944 en Navarra, España. En su juventud y siguiendo su vocación ingresó en el Noviciado de la Congregación Comboniana.
En 1968, continuó sus estudios de Filosofía en Portugal y de Teología en París. Luego, en 1972, fue ordenado sacerdote.
Años después, el joven sacerdote fue educador de los hermanos combonianos en Barcelona. Cinco años después, el Vaticano lo envió como misionero al Vicariato de Esmeraldas.
Fue párroco de la Iglesia Santa Marianita en Esmeraldas y, luego, por seis años, Superior Provincial de los combonianos de Ecuador y Colombia.
En 1995, Monseñor Arellano fue consagrado como Obispo de Esmeraldas. En 2021, el Papa Francisco aceptó su renuncia al gobierno pastoral del vicariato apostólico. Entonces, tenía 76 años, edad que el derecho de la Iglesia Católica establece como límite para el desempeño de cargos episcopales.
Así, la PUCE reconoce el trabajo a favor de los más necesitados, de la educación y de la Casa Común. Esta labor se enmarca en los valores ignacianos y humanistas de la universidad y deja huella en el mundo.