En Latinoamérica, uno de cada cuatro jóvenes de 15 a 24 años es nini. Este término describe a quienes no estudian ni trabajan. El 25% de ellos no ha terminado la educación primaria y el 60% no ha completado la secundaria. Estos según un informe del Banco Mundial sobre los ninis en la región. El acceso a la educación para estos jóvenes podría transformar sus vidas e impulsar la productividad de sus países.
En Ecuador se estima que 18,5% de jóvenes son ninis, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) del 2022. Contrario a lo que se piensa, la mayoría de los ninis no eligen esta condición. El 60% proviene de hogares pobres, y cerca del 70% son mujeres.
Este fenómeno es multicausal, con factores individuales, demográficos y económicos. Entre las principales causas para las mujeres están los matrimonios precoces y los embarazos adolescentes.
¿Quiénes son los ninis?
La socióloga Lorena Araujo, docente investigadora de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), explica que el término NEET (siglas en inglés de Not in Education, Employment, or Training, es decir, «ni en educación, empleo o formación») surgió en el Reino Unido en la década de 1990. Es una categoría técnica utilizada para caracterizar a un sector específico de la población juvenil.
Inicialmente, el concepto tenía un uso predominantemente administrativo y estadístico, empleado para identificar a jóvenes que no estaban participando en el sistema educativo ni en el mercado laboral formal. Posteriormente, la noción fue adoptada en España y América Latina, donde adquirió una connotación vinculada a la exclusión estructural y las dificultades de inserción educativa y laboral.
No obstante, en ciertos discursos públicos y mediáticos persiste la idea de que los jóvenes clasificados como NEET han elegido voluntariamente no estudiar ni trabajar. Además, en algunas interpretaciones se asocia esta categoría con jóvenes de sectores socioeconómicos acomodados que dependen económicamente.
Recuerdo de nuestro estudio de los ninis en #Ecuador pic.twitter.com/wGlY2pwROE
— Reinaldo Espinoza (@VivasRey) July 20, 2018
Por ello, es clave entender que el concepto de nini varía según el contexto regional. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) llama a superar el estigma porque se ocultan condiciones y se simplifica la comprensión de la diversidad de situaciones de ocupación de estas personas.
Contexto latinoamericano
Lorena señala que, en América Latina, el término nini no constituye una categoría estadística formalmente adoptada por los Estados, sino que se emplea como un concepto analítico para examinar cómo se reproducen las desigualdades estructurales en la región.
En este contexto, los jóvenes considerados ninis suelen compartir ciertas características sociodemográficas:
- Provienen mayoritariamente de hogares en situación de pobreza, lo que restringe sus oportunidades de acceso a educación y empleo.
- En su mayoría, son mujeres cuya exclusión del sistema educativo y laboral responde a la asignación estructural de roles de género, que las relega al trabajo de cuidado no remunerado del hogar y en la atención de terceros.
- Se autoidentifican con una etnia distinta a la mestiza, lo que en muchos casos implica una mayor exposición a discriminación, precarización laboral y barreras de acceso a oportunidades educativas.
- Residen principalmente en zonas urbanas, pero sin acceso equitativo a los servicios, infraestructuras y oportunidades que estas ofrecen.
- Poseen bajo capital social en términos de Bourdieu, es decir, aunque pueden contar con redes de apoyo, estas carecen del reconocimiento y la legitimidad necesarias para generar acceso a recursos estratégicos. En otras palabras, su inserción social y económica no solo está condicionada por la falta de oportunidades, sino por el escaso valor simbólico y estructural de sus vínculos dentro de los espacios donde se distribuye el poder y el capital económico.
Desde esta perspectiva, el fenómeno nini no puede explicarse únicamente como la falta de empleo o educación, sino que responde a dinámicas estructurales de exclusión social y segmentación del mercado laboral y educativo. Lo más preocupante es que estas condiciones generan una transferencia intergeneracional de pobreza, un mecanismo que perpetúa los ciclos de desigualdad y restringe la movilidad social de las nuevas generaciones.
“Los ninis son jóvenes que, en un contexto ideal de desarrollo social, deberían tener acceso a una educación de calidad que les permita fortalecer sus capacidades y, posteriormente, integrarse plenamente al mercado laboral. Sin embargo, en América Latina y Ecuador, esta transición no es tan sencilla. La desconexión entre el sistema educativo y el mundo del trabajo evidencia una brecha estructural que limita las oportunidades para miles de jóvenes”, explica Lorena.
Ninis y mercado laboral
Es clave entender que muchos jóvenes no estudian ni trabajan por falta de oportunidades. No acceden a cupos educativos ni a empleos formales, independientemente de su voluntad.
En Ecuador, el desempleo y la informalidad son problemas estructurales. Solo tres de cada 10 ecuatorianos tienen un trabajo formal. Además, más del 53% de la población con empleo se encuentra en la informalidad. Esto según datos del INEC con corte a junio de 2024.
El magíster Rubén Flores, decano de la Facultad de Economía de la PUCE, considera esencial que el Estado implemente políticas para la creación de más fuentes de empleo juvenil.
En ese sentido, señala que las medidas impulsadas por el gobierno de Daniel Noboa, como la Ley de Eficiencia Económica aprobada en diciembre de 2024, aún no han logrado el impacto esperado.
“La iniciativa de empleo joven impulsada por el Gobierno para estos cuatro meses es, en esencia, un ejercicio clientelar. Si bien es una señal positiva, especialmente al estar vinculada con el sector medioambiental, lo cual es un acierto. Sin embargo, no hay un componente sólido que permita considerarla una solución estructural para el empleo juvenil a mediano y largo plazo”.
🚨 ¡Alarma en Latinoamérica! 📈 Preocupa el acelerado aumento de los 'ninis'. Los gobiernos se encuentran preocupado sobre le futuro de esta generación, debido a que estos jóvenes que ni estudian ni trabajan serán una carga para estado en un futuro cercano. pic.twitter.com/IZhgJ4szqh
— QPASA (@qpasamag) July 25, 2023
Falta de oportunidades
Para Rubén el panorama no es alentador. “En el último análisis sobre los 25 años de dolarización, varios economistas han señalado con claridad que, en los próximos cinco años, no habrá un verdadero impulso a la economía. Eso implica un estancamiento económico que, inevitablemente, agravará los niveles de inseguridad y falta de oportunidades en el país”.
Según el INEC, en 2024 la migración juvenil aumentó el 30% en comparación con el año previo. Esto refleja una creciente falta de oportunidades en el país. La fuga de talentos y la expulsión forzada de cientos de jóvenes traerá repercusiones para el desarrollo económico y social del país.
Al mismo tiempo, las estructuras del crimen organizado se han fortalecido y expandido dentro de economías como la ecuatoriana. Ante este panorama, Rubén advierte que el “dinero caliente” representa una amenaza latente para los jóvenes ninis. Pues al no contar con alternativas laborales o educativas, pueden verse tentados, o incluso empujados, a aceptar ingresos rápidos, aunque provengan de actividades ilícitas.
Educación y mercado laboral
La CEPAL recomienda a los países que se implementen políticas públicas para abordar este fenómeno integralmente. Los programas de modalidades híbridas o telemáticas pueden ser una gran opción para esta población. Asimismo, una tecnología o tecnicatura, al ser una carrera más específica y corta, puede ser una opción para que los jóvenes se inserten en el mercado laboral.
“Se recomienda una formación más flexible, que respeten las dinámicas económicas y familiares de los y las jóvenes”, señala el informe de la CEPAL.
Sin embargo, Lorena Araujo advierte que el problema va más allá de la condición de los jóvenes identificados como ninis. Existe una desconexión estructural entre el sistema educativo y el mercado laboral, lo que impide una transición efectiva hacia el empleo pleno. Esta brecha también restringe el acceso y la estabilidad laboral de quienes logran insertarse en el sistema.
“Es fundamental construir un puente entre ambos sectores para garantizar una transición efectiva de los jóvenes al empleo pleno. Sin una articulación clara entre la formación educativa y las necesidades del mercado, la educación deja de ser un mecanismo de movilidad social y se convierte en un espacio de segmentación y exclusión”, explica Lorena.
Para cerrar esta brecha, se requieren políticas transversales que aborden los problemas estructurales del sistema educativo, el cual actualmente opera como un embudo de deserción en cada etapa. Como resultado, solo una minoría con mejores condiciones socioeconómicas logra acceder a la educación superior. Dentro de esta, una proporción aún menor alcanza el empleo pleno.
Además, las trayectorias académicas están fuertemente influenciadas por las expectativas laborales. En Ecuador, carreras como Medicina y Jurisprudencia son las más demandadas debido a la falta de diversificación en la matriz productiva. La escasa inversión en sectores estratégicos como la ciencia, la tecnología y las humanidades limita las oportunidades y frena el desarrollo del país.
“El acceso a la educación y al empleo no puede reducirse a una cuestión de decisiones individuales, sino que debe entenderse como el resultado de estructuras que condicionan las oportunidades de movilidad social. La brecha entre el sistema educativo y el mercado laboral, la segmentación por condiciones socioeconómicas y de género, y la limitada diversificación de la matriz productiva no solo afectan a los jóvenes identificados como ninis, sino que reflejan un problema estructural que impacta el desarrollo del país en su conjunto”, concluye Lorena.
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