El trabajo no remunerado y las condiciones de vida precarias marcan la realidad de las mujeres rurales en Ecuador. Al empoderarlas, se visibiliza el valor de su esfuerzo y abre posibilidades a un futuro más digno para ellas y sus familias.
Cada 15 de octubre se conmemora el Día Internacional de las Mujeres Rurales. La Organización de Naciones Unidas (ONU) estableció esta fecha para resaltar su papel en los sistemas alimentarios de todo el mundo.
«Ellas cultivan alimentos de calidad para todas las personas». Ese es el lema que propuso la ONU para 2025, debido a la importancia que tienen en la producción agrícola en el mundo. Mejorar las condiciones de las mujeres y niñas rurales asegura un futuro alimentario sostenible.
La Ph.D. Jackeline Contreras Díaz es docente de Economía en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), investiga temas socioambientales y de género. La experta resalta que, aunque juegan un rol fundamental en la agricultura, no es la única actividad económica que realizan estas mujeres.
¿Qué es la ruralidad?
Es común que se considere a la ruralidad como sinónimo de campo y a las mujeres rurales como campesinas. Sin embargo, este es un concepto que se ha modificado mucho históricamente. Se utiliza para describir zonas con baja densidad poblacional y alejadas de los centros urbanos.
Jackeline señala que la creciente concentración poblacional en ciudades como Quito ha desdibujado las fronteras entre lo urbano y lo rural. Un ejemplo es Calderón, la parroquia rural más poblada de la capital. En la práctica, ya no cumple con los dos requisitos tradicionales de ruralidad: baja densidad poblacional y ubicación remota.
Mujeres rurales en Ecuador
La docente explica que las mujeres rurales son diversas en actividades productivas, procedencia, edades, nivel de instrucción, etc.
Aunque muchas mujeres rurales se dedican a la agricultura, no todas están involucradas en este sector. Para el análisis de su situación en Ecuador, un aspecto clave es la autoidentificación étnica. En el país existe una gran población de mujeres indígenas y montubias en la ruralidad.
«El 15% de las mujeres rurales en Ecuador se identifican como indígenas, el 12% como montubias y el 67% como mestizas en el censo». Así lo explica Jackeline.
Alrededor del 61% de las mujeres rurales en Ecuador se dedican a actividades agrícolas, según el último censo, realizado en 2022. Ellas son el motor de la agricultura familiar campesina. La producción se sostiene, en gran medida, por el trabajo no remunerado que realizan mujeres y niñas principalmente.
Las mujeres del campo labran la tierra y plantan las semillas que alimentan a naciones enteras.
— Naciones Unidas (@ONU_es) October 15, 2024
El Día de las #MujeresRurales celebra su valiosa contribución. https://t.co/rYjQPL3Efa pic.twitter.com/nplplZkqvW
«A pesar de la precarización que enfrentan, ellas son las principales productoras de los alimentos que consumimos. La ONU estima que la agricultura familiar campesina genera el 80% de los alimentos a nivel global. Mientras que, en Ecuador, este sector contribuye con el 60% de la producción», señala la experta.
Asegurar el bienestar de las mujeres rurales es clave para la sostenibilidad alimentaria del país. Aunque son quienes más trabajan, gran parte de su esfuerzo no es remunerado.
«Sabemos que, en Ecuador, las mujeres trabajan más horas que los hombres. Las mujeres rurales son las que más laboran, especialmente las indígenas y montubias, según el censo de 2022».
Necesidades básicas insatisfechas
Jackeline aborda la situación de las mujeres rurales desde un enfoque de derechos humanos, destacando que son esenciales para una vida digna. En ese sentido, las necesidades básicas insatisfechas se centran en evaluar si las personas tienen vivienda adecuada, acceso a educación y condiciones de vida dignas.
En el informe Las mujeres rurales en Ecuador, se publicaron datos que revelan las desigualdades sociales en la ruralidad, agravadas para las mujeres. La docente señala factores clave que precarizan sus vidas y perpetúan la pobreza:
Acceso a la educación. Se estima que la limitación en el acceso a la educación dificulta un mejor desarrollo profesional de las mujeres. Las actividades de cuidado y de sustento como el cuidado de la tierra o de los animales impiden que ellas culminen sus estudios. Por ejemplo, solamente 11 de cada 100 mujeres rurales acceden a educación superior y a posgrados. Además, 10 de cada 100 de ellas no tienen acceso a ningún nivel de instrucción.
Problemas de salud pública. Existen varios inconvenientes para las mujeres rurales, como mayor incidencia de enfermedades crónicas, embarazo precoz y acceso a salud sexual y reproductiva.
«Existe una carga laboral significativa para las mujeres rurales, lo que conlleva consecuencias para su salud. Estas se reflejan en enfermedades crónicas acumulativas, en lugar de enfermedades agudas o de ciclo corto. Esto implica que las mujeres envejecen con afecciones más graves», comenta Jackeline.
Sin las mujeres en zonas rurales, las comunidades no funcionarían. Sin embargo, las desigualdades estructurales de género afectan principalmente a las #MujeresRurales—están en peor situación que los hombres—tienden más a vivir en pobreza y carecer de acceso a servicios básicos. pic.twitter.com/IaFWc3UWYs
— Román Meyer Falcón (@MeyerFalcon) October 15, 2018
Pobreza y extrema pobreza. Las mujeres rurales son un sector altamente pauperizado. Cuatro de cada 10 mujeres mayores de 15 años no tienen ingresos propios en Latinoamérica y el Caribe. Así lo señala la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Asimismo, la FAO indica que el 46% de las mujeres rurales vivían en condiciones de pobreza extrema en 2020. Esto está relacionado en gran medida con la tenencia de la tierra y la productividad de la misma. La proporción de mujeres propietarias de tierras en la región oscila de 7,8 % a 30,8 %.
Estrategia Nacional Agropecuaria para Mujeres Rurales (ENAMR)
Esta es una política pública diseñada por el Ministerio de Agricultura y Ganadería de Ecuador, con el acompañamiento de la FAO. Se busca reconocer y fortalecer el rol de las mujeres rurales en la producción agrícola mediante el acceso a financiamiento, capacitación y tecnologías.
Los principales objetivos son:
- Aumentar la autonomía económica de las mujeres rurales.
- Promover la seguridad alimentaria y la sostenibilidad en el país.
- Facilitar su acceso a tierra, créditos y asistencia técnica.
- Fomentar la participación activa de las mujeres en la toma de decisiones a nivel comunitario y productivo.
Este instrumento busca medir los avances hasta 2025, con ajustes anuales para garantizar el cumplimiento de los objetivos.
Empoderamiento y defensa de los territorios
El cambio climático y las industrias extractivas son algunas amenazas que enfrentan las mujeres rurales. Las más afectadas son aquellas que se dedican a la agricultura y a la pesca. También aquellas que se dedican a la conservación del medioambiente que juegan un rol protagónico en la conservación de la biodiversidad.
«En el Oriente ecuatoriano, donde el extractivismo y la minería son comunes, las mujeres lideran en la defensa de los territorios. Lo hacen porque su subsistencia depende de esos recursos», señala Jackeline.
Agrega que la minería, especialmente la ilegal, también trae un aumento de la violencia, que afecta directamente a las mujeres. Esto ha llevado a que ellas se organicen y lideren la defensa de los territorios y los recursos naturales. Varias organizaciones y proyectos sociales han aportado a estas luchas como la Escuela de Mujeres Rizomas de Vida, de la PUCE.
«Las mujeres se mantienen y sobreviven adaptándose a procesos que deberían ser más extendidos. Estos son, desafortunadamente, solo «lunares» de vida y cambio, desde una perspectiva de esperanza. Ejemplos de esto son los procesos de empoderamiento y valoración de su trabajo», indica la experta.
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