Ocho de cada 10 personas prefieren el libro físico frente al formato electrónico (12%) y los audiolibros (8%). Esto según un sondeo en el canal oficial de WhatsApp de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).
Este dato refuerza que, pese al avance tecnológico, el libro físico sigue siendo el formato predilecto. ¿Por qué? El olor del papel, la textura entre las manos y el ritual de la lectura son algunas de las razones. Analizamos el tema con el Dr. Eduardo César Carrión, escritor y docente de la Facultad de Comunicación, Lingüística y Literatura.
Una experiencia sensorial
César explica que la experiencia lectora está anclada al soporte en el que se encuentra el libro. Los libros, según el docente, generan mayor apego cuando son objetos porque la experiencia sensorial es más compleja. Retoma así el concepto de repartición de lo sensible, del filósofo francés Jacques Ranciére.
«El objeto impreso evoca una conexión emocional única. Para quienes somos sensibles a las texturas o los olores, el aroma característico de un libro impreso puede activar recuerdos y emociones. También se desarrolla un sentido de apropiación más tangible cuando rayamos, subrayamos o escribimos en sus páginas”, comenta.
La industria del libro
Las redes sociales han sido aliadas importantes para el posicionamiento de los libros y la lectura. Centros educativos y editoriales han aprovechado estos canales para ampliar su alcance e impacto.
Además, los book influencers, creadores de contenido sobre literatura, han ganado gran notoriedad con amplias comunidades de seguidores. Asimismo, subir fotos leyendo en espacios públicos o postear frases inspiradoras de libros son prácticas habituales entre los usuarios de Instagram y TikTok.
La industria del libro ha presentado un crecimiento progresivo en los últimos años y se prevé que 2024 no será la excepción. El formato impreso es el más vendido, incluso en plataformas digitales como Amazon.
En 2022, las ventas alcanzaron un total de USD 140.850 millones. Se proyecta un crecimiento de casi USD 33.000 millones en los próximos ocho años, según el portal mundial de estadística Statista.
Regresar a lo íntimo
En un estudio realizado en Reino Unido y Estados Unidos el 63% de encuestados admitió que leyó más durante la pandemia del COVID-19. Esta es una encuesta referencial para un país como el nuestro. sin embargo, brinda elementos para comprender que el contexto social influye e inclusive determina la experiencia lectora.
La lectura, en sus orígenes, fue un acto social y cultural, una experiencia colectiva. Con la llegada de la imprenta de Gutenberg, este fenómeno se democratizó. Así, se facilitó el tránsito, el intercambio y el acceso a la información a través de los textos. Fue en esta época cuando la lectura silenciosa, como práctica individual, comenzó a afianzarse.
“Esta práctica retoma con fuerza en contextos como el de la pospandemia. En ellos, la convivencia forzada en espacios reducidos diluyó los límites entre lo propio y lo compartido. La lectura, entonces, puede ser un refugio personal y un acto de protección de la intimidad, de reflexión y del pensamiento individual”, dice César.
Libros: formatos que conviven
El aumento en las ventas de libros en los últimos cuatro años se amplió a todos los formatos y edades. Sin embargo, los lectores predilectos del formato físico son los millennials con un 41%. Le siguen los adultos jóvenes de entre 35 y 45 años, con un 21%. Esto según el reconocido portal de venta de libros en Internet Buscalibre.
Pese a que el formato físico es el predilecto, en la actualidad, la mayoría leemos en varios soportes. Por ejemplo, César cuenta que está leyendo varios libros físicos a la vez, uno de poesía, un ensayo y uno de ficción y narrativa. Sin embargo, también lee en PDF y material digital para transmitir información rápidamente en sus clases.
“El libro físico no es reemplazado por el libro digital. Me gusta pensar en esta metáfora ecológica, donde cada formato ocupa su espacio, como diferentes pisos ecológicos. Son ecosistemas distintos que coexisten, a veces compiten, se complementan, y en ocasiones incluso se fusionan o se devoran entre sí”, comenta.
A diferencia de lo que pasaba con los disquetes o los CD, la experiencia sensorial de leer es diferente dependiendo del formato . Ese efecto psicosocial no solamente evita que desaparezca, sino que se fortalezca.
¿Leemos más?
En Ecuador se lee un libro completo y dos libros incompletos al año, en promedio. Así lo indica la encuesta nacional enfocada en medir los hábitos lectores, realizada por el Ministerio de Cultura y Patrimonio. Para César, el aumento en las ventas de ejemplares físicos no refleja necesariamente más personas leyendo.
Entonces, analizar aisladamente la estadística puede ser engañoso según el escritor. Comenta que existe una aparente democratización extrema de los libros y del conocimiento que no es real. Lo que tenemos hoy podría ser solo una acumulación de datos dispersos, reunidos caóticamente, que no necesariamente constituyen información.
Sin embargo, el panorama editorial ofrece opciones más diversas que nunca. El escritor explica que las comunidades también reclaman la gestión de sus propios servicios y la satisfacción de sus necesidades. Un ejemplo claro de esta autogestión es el surgimiento de editoriales independientes en toda Latinoamérica.
«Curiosamente, en estas pequeñas editoriales he encontrado, al menos para mi gusto, la mejor literatura de ficción y narrativa en general. La calidad literaria no siempre está en las grandes editoriales transnacionales, sino en estas pequeñas iniciativas que ofrecen obras únicas y auténticas», concluyó César.
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