En la mañana del 25 de junio del 2022, Virgilio Saquicela, presidente de la Asamblea Nacional, anunció que empezaron los diálogos, en la Iglesia Basílica del Voto Nacional. Esto porque hubo una reunión entre Leonidas Iza, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie); Juan Carlos Holguín y Francisco Jiménez, ministros de Relaciones Exteriores y de Gobierno. En la noche, Leonidas Iza recordó que la Conaie toma decisiones de forma colectiva.
De la movilización nacional, convocada por la Conaie, son parte la Fenocin y Feine.
Conexión PUCE entrevistó al historiador y lingüista quechua, Arawi Ruiz, egresado de la Facultad de Ciencias Humanas de la PUCE y Director de la Academia Quechua de Humanidades.
En el mundo occidental, la autoridad elegida tiene la última palabra. ¿Las decisiones en estructuras como la Conaie se toman colectivamente?
La Conaie es una organización que representa a pueblos y naciones indígenas de todo el país. Por lo tanto, depende de la estructura social, política y cultural de las nacionalidades indígenas. Estas tienen una base histórica con más de 200 años de un estado neocolonial como el actual o más de 500 años de un estado colonial. La Conaie toma decisiones de forma colectiva.
¿Esa estructura es diferente a la representación popular?
Son estructuras milenarias, formadas a lo largo de la historia por la presencia de pueblos aquí en el Abya Ayala o en América. En su estructura histórica, sociopolítica, cultural, económica y filosófica, la base es el colectivo. Primero está la familia, a continuación, la comunidad, el pueblo. Toda decisión se toma a partir del colectivo, que decide, mediante su máximo representante que es la asamblea comunitaria, que ordena y determina lo que se debe hacer o no.
¿El dirigente principal no toma la decisión solo?
No se puede hacer algo sin escuchar a todos. Esto difiere de la estructura sociopolítica europea y, particularmente, del Estado ecuatoriano, en donde el líder decide solo. Por esta razón, Europa ha parido las grandes dictaduras y tiranías, que han generado genocidios. La cultura política europea tiende a tiranía, algo así no ha surgido en los Andes, ya que el líder debe canalizar la decisión comunitaria.
Antes de la sesión de la Asamblea Nacional sobre la destitución del presidente de la República, Guillermo Lasso, con sorpresa se veía un hecho. Varias comunidades indígenas llegaban a las casas de algunos legisladores. Querían saber cómo iban a votar. ¿Eso no es presión?
Hay que ver las falencias del sistema político occidental, el pueblo no cuenta con canales de representación efectiva, y por eso, busca vías. En el caso de Ecuador, no hay otro modo de llegar al asambleísta. El sistema político imperante hace que el legislador y las autoridades de representación democrática estén desconectados del pueblo, y puedan decidir lo que quieran. No hay un control desde el pueblo. Barrios y comunidades han buscado una forma de que las autoridades los escuchen.
Cuando el pueblo no encuentra vías, ¿es permitido el uso de la violencia?
Los casos de uso de la violencia son excepcionales, no son la regla. Obviamente, si suceden actos que caen por fuera de un movimiento pacífico, deben ser investigados. Eso debe ocurrir antes de que se estigmatice a los pueblos, mostrando pocos e induciendo a la generalización. De todos modos, eso no es nuevo, ocurre desde hace 500 años, así ha funcionado la invasión europea o invasión colonial hasta hoy.
Entonces, la decisión de iniciar una movilización, anunciada el 24 de mayo, ¿no fue de Leonidas Iza?
El levantamiento es una decisión colectiva que se dio antes de diciembre, en un congreso de la Conaie realizado en Pastaza. Los pueblos y nacionalidades reunidos decidieron manifestarse por la precariedad de la vida, más allá de manifestarse en contra de un Gobierno.
La decisión se tomó debido a que los diálogos no dieron resultado. Los dirigentes de la Conaie inclusive se dirigieron desde sus territorios hasta el Palacio de Gobierno, en Quito, para exponer sus propuestas. Es cuestión de hacer una investigación documental. La Conaie toma decisiones de forma colectiva.
¿La primera decisión fue acudir al diálogo?
Sí, pero el diálogo fue de sordos por parte del Gobierno nacional. Por eso, los pueblos y nacionalidades decidieron que la única vía era ejercer el derecho a la resistencia. Sus propuestas buscan reivindicar derechos, no se está exigiendo que se baje el precio del impuesto a la importación de autos o de la Nutella; son cuestiones de sobrevivencia humana en todo el país. La tercera parte de la población del Ecuador vive con menos de USD 100 al mes; la tercera parte de niños de menos de dos años sufren de desnutrición crónica, entre otros datos que han presentado exministros de Inclusión Económica como Berenice Cordero, por ejemplo. El ejercicio del derecho a la resistencia está reconocido en la Constitución del 2008.
¿Cuál es el rol de un presidente de la Conaie?
Es la cara visible, nada más, no es un líder al estilo occidental, no es un hacendado. No sucede como en la cultura política en Occidente, que se basa en la forma hacendataria, como los partidos políticos del Ecuador, en donde el líder es quien hace y deshace.
El 24 de mayo, solo se expuso lo que ya los pueblos decidieron meses atrás. El presidente de la Conaie es un vocero de una decisión colectiva y todo es evaluado constantemente.
¿Por qué requieren de la Casa de la Cultura para sus asambleas?
Porque el movimiento indígena siempre ha estado abierto al diálogo y para eso necesita tomar decisiones en un espacio. En los 10 puntos que presentó la Conaie al Gobierno nacional, se muestra una realidad compleja. Las propuestas del Gobierno Nacional deben ser discutidas mediante un proceso asambleario. El presidente de la Conaie debe responder a sus bases, por eso es tan necesaria la presencia de los pueblos en la capital.
Quito es de los ecuatorianos, no solamente de la población blanco-mestiza de Cumbayá o Samborondón. Quito es la capital de aproximadamente 18 millones de ecuatorianos y acá hay libre movilidad para todos. Nadie debería decir «regresen a sus comunidades»; si hay indígenas que quieren quedarse a vivir (en Quito), lo pueden hacer, como lo hemos hecho desde hace miles de años.
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