¿Has sentido que estás solo en el mundo, sin nadie que te escuche, ni que te dé una mano? Con frecuencia, muchos migrantes suelen tener esta sensación. A veces todo lo que necesitan es hablar con una persona empática, que los comprenda y acompañe. A eso se dedica Teléfono de la esperanza, una organización no gubernamental con sede en varios países.
La Mgtr. Gabriela Fuertes, graduada en Derecho por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), es su presidenta. Ella es la más joven y la primera ecuatoriana el cargo. El Teléfono de la Esperanza funciona en Suiza desde 2015 y está conformada en su totalidad por voluntarios. La idea de esta ONG es asesorar y promover la salud emocional de los migrantes que llaman.
Gabriela se convirtió en migrante por amor
Luego de graduarse en 2014, Gabriela trabajó en varias instituciones públicas, donde conoció varios programas de becas para estudiar en el extranjero. Así, obtuvo una para estudiar una maestría en Relaciones Internacionales en Hungría. Seis meses antes de regresar al país conoció al quien sería su esposo.
“Nos conocimos de manera fortuita en Grecia. Él es suizo. Eso cambió todos los planes que tenía. Regresé a Ecuador por poco tiempo y, finalmente, me mudé a Suiza en 2018, donde vivo desde entonces”.
Así, Gabriela Fuertes empezó una nueva vida. Entre risas comenta que ser migrante es como “volver a nacer grandes y sin papás”. Su interés por ejercer su profesión la llevó a conocer varias organizaciones y a buscar programas de estudios que complementen su formación.
«Para mí, Teléfono de la esperanza fue como un bálsamo. Nunca imaginé que llegaría a ser la presidenta a mis 34 años. En 2019, decidí estudiar otra maestría, pues me di cuenta de que aquí se valora mucho la educación local. Por eso, estudié un posgrado en Derecho Internacional en la Universidad de St. Gallen (HSG).
En Teléfono de la esperanza me ofrecieron dar asesoría legal a migrantes de habla hispana. Las leyes varían en cada país y la maestría me ayudó a comprenderlas mejor. Desde entonces, he realizado decenas de asesorías legales gratuitas como parte de mi voluntariado».
El ring, ring de la Esperanza
Teléfono de la esperanza inició su labor en España y se extendió por diversos países. Existen distintos programas para brindar apoyo a hispanos que están en crisis. Gabriela comenta que en Suiza la organización cuenta con 45 voluntarios y funcione las 24 horas ininterrumpidamente todo el año.
!Muchas de las llamadas solo buscan un contacto con alguien empático que los escuche», comenta. Sentirse solo cada vez más recurrente. De hecho, en 2023, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la soledad como un problema de salud pública. Esto porque puede provocar otras complicaciones de salud física y mental.
“En Teléfono de la esperanza, promovemos la salud emocional de los migrantes de habla hispana. Vivir lejos, enfrentarse a un nuevo idioma y adaptarse a una nueva cultura es muy difícil. Aunque tengas pareja, no está tu familia.
No es como en Ecuador, donde puedes visitar a tus padres espontáneamente un domingo. Aquí, hasta para visitar a familiares cercanos, debes organizarte con anticipación. De por sí, integrarse en una nueva cultura es un gran desafío” .
Actualmente, Gabriela combina la presidencia de Teléfono de la esperanza con la dirección de un proyecto para Sexuelle Gesundheit Aargau. Este último es un centro de asesoría legal para trabajadoras sexuales, que busca erradicar la trata de personas.
Una abogada que deja huella
Cuando cursó su carrera en la PUCE realizó varios proyectos comunitarios, ahí descubrió su vocación por el servicio. “Mi paso por la PUCE ha sido muy importante, ya que me brindó una formación integral.
En la carrera de Derecho no era obligatorio realizar acción social. Sin embargo, me inscribí como voluntaria y trabajé durante seis meses en el hogar de ancianos «Corazón de María». Iba todos los sábados junto a mi mejor amiga Abigaíl. Esa fue mi primera experiencia de voluntariado.
Disfruto mucho del derecho porque ofrece múltiples oportunidades: puedes ser litigante, profesor o académico. Además, combinarlo con otras áreas como derechos humanos y trabajo social. Para ayudar a alguien en crisis, es fundamental conocer las leyes, poder asesorarlos y guiarlos adecuadamente”.
Gabriela no puede “quedarse quieta”. Combina sus trabajos con el cuidado del hogar y la crianza de su hijo. Es una mujer multifacética y muy activa. Añora regresar al país cuando se jubile o “en el invierno”, señala entre risas. Ella es parte de la comunidad de alumni que deja huella en el mundo. Siguiendo el lema «Ser más para servir mejor», ayuda a muchos hispanos.
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