Gina Napa viene del estuario del río Chone, en Manabí. Trabaja como pescadora y en la restauración de los manglares. Además, es vicepresidenta de la Coordinadora Nacional para la Defensa de los Ecosistemas Marino Costeros (C-Condem). Ella, junto a otras 21 mujeres, participa en la Escuela de Mujeres Pescadoras y Recolectoras Rizomas de vida.  

Se desarrolla en modalidad híbrida con sesiones presenciales una vez al mes, en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Las mujeres de distintas edades provienen de El Oro, Esmeraldas, Manabí y Guayas. A ellas se sumaron algunos hombres de las comunidades. 

La Escuela de Mujeres es liderada por la C-Condem y la PUCE. La universidad participa a través de distintas áreas: la Dirección de Vinculación, el Observatorio de Comunicación (OdeCOM) y el Centro para la Transferencia de Conocimientos e Innovación Social (CETCIS). Además, cuenta con la UNESCO como aliada clave en el desarrollo de las capacitaciones. 

La Escuela de Mujeres

El propósito de la Escuela de Mujeres es que las participantes se empoderen como agentes de cambio en sus comunidades. Esto para promover el cuidado y restauración de los ecosistemas costeros, especialmente de los manglares. 

El programa, que inició en mayo de 2024, consta de cinco módulos. En agosto finalizó el cuarto, donde las participantes compartieron saberes en distintas manifestaciones culturales como la cocina, la oralidad y el canto.  

Los módulos abordan las siguientes temáticas y son impartidos por distintos docentes de la PUCE: 

El grupo reúne a mujeres de distintas provincias y edades.
  • Epistemología, derechos y feminismos. 
  • Fundamentos de la historia y la política en Ecuador. 
  • Alfabetización mediática e informacional. 
  • Arte, cocina y cultura. 
  • Adaptación, resiliencia y desarrollo sostenible. 

«Para nosotras, esta experiencia es valiosa y nos permite reconstruir nuestra historia y nuestras raíces. Además, como mujeres, nos permite comprender cómo somos violentadas. Muchas veces, no hemos tenido la información necesaria para identificar que ciertas situaciones son violentas. Esto sucede porque en el campo han sido consideradas como algo normal. Ahora, con lo que hemos aprendido tenemos una nueva perspectiva y más herramientas para defendernos», cuenta Gina. 

Mujeres y manglares 

En 2022, los manglares cubrían una extensión aproximada de 157.000 hectáreas en Ecuador según la organización no gubernamental de conservación Mongabay. Mientras que la extensión destinada al cultivo industrial de camarón y otros productos llegó a 167.000. Es decir, actualmente, hay más acuacultura que manglares en el país.  

Esto provoca un impacto muy grande en los ecosistemas, profundizando los efectos del cambio climático. Además, afecta a las comunidades que se dedican a la pesca y la recolección de conchas, particularmente a las mujeres. 

Las mujeres protagonizan la lucha por los manglares.

Ante esta situación, comunidades locales, especialmente aquellas integradas por concheras y pescadores artesanales, comenzaron a organizarse para defender su medio de vida y el ecosistema. La Mgtr. Marianeli Torres, coordinadora del proyecto, comenta que la lucha por sus territorios lleva más de 30 años y continúa vigente

“Para estas mujeres, no es novedad que se reconozca el daño ambiental, pues llevan décadas percibiéndolo y luchando contra él.  

La Escuela de Mujeres brinda herramientas esenciales para enfrentar la crisis climática desde una perspectiva política y económica. Además, les ayuda a identificar las responsabilidades de los actores involucrados”. 

Un encuentro de saberes 

El cuarto módulo de la Escuela de Mujeres abordó las manifestaciones artísticas y culturales como un intercambio de saberes entre las participantes. Los facilitadores de los espacios de cocina, música y narrativa oral fueron:  

  • El chef Víctor de la Torre. 

Además, el intercambio favorece el fortalecimiento de los vínculos comunitarios. Por ejemplo, las recetas fueron preparadas colectivamente. El chef Víctor guio la cocina, mientras compartía información sobre la historia de los ingredientes.

En esta oportunidad, las preparaciones fueron ‘mixeadas’, como parte del intercambio cultural de las participantes. Así, al finalizar la jornada, pudieron degustaron deliciosos platillos como guatita de cangrejo, caldo de bagre, tonga fusión manabita y guayaca y tamal esmeraldeño

«Estamos utilizando esta experiencia cultural como una herramienta de identidad, que potencia los saberes y capacidades de nuestras compañeras. Queremos que la gente comprenda que, con la poesía, el canto, y la gastronomía podemos transmitir un mensaje poderoso. Este mensaje nos permite reconstruir y fortalecer a la comunidad», indica Marianeli.  

Multiplicar el impacto de la escuela

La doctora Verónica Yépez, investigadora principal del Observatorio de Comunicación PUCE (OdeCom), ha acompañado a la Escuela de Mujeres desde su inicio. Estuvo a cargo del módulo de Alfabetización mediática e informacional, donde se compartieron herramientas para la creación de productos comunicacionales. 

Los podcasts y los videos son algunos de los formatos que han experimentado las mujeres en el programa.  «La idea es que las participantes dejen de ser solo consumidoras de medios de comunicación y se conviertan en productoras de contenidos«, indica Verónica.   

Por otro lado, el programa busca que el impacto se expanda. Así cada participante se compromete a compartir los conocimientos con, al menos, cinco familias en sus localidades.  

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