Varios ecuatorianos aprovechan julio y agosto para darse una escapadita y alejarse del ajetreo diario. Sin embargo, en un mundo cada vez más conectado y obsesionado con el trabajo, surge una pregunta incómoda: ¿las vacaciones se han convertido en una adicción al trabajo en lugar de ser un tiempo para descansar y recargar energías?
La doctora Cecilia Bustillo, docente de la Facultad de Psicología de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), amplía el panorama de los llamados workaholics. Además, analiza el perfil de estas personas, que encuentran dificultades para desconectarse completamente durante las vacaciones. Perpetúan así una cultura de adicción al trabajo.
¿Qué es un workaholic?
Un workaholic es una persona adicta al trabajo. Ellas priorizan sus responsabilidades laborales por encima de otros aspectos de su vida, como el tiempo personal y social y la salud.
Cabe mencionar que la adicción al trabajo no se contempla en los manuales de criterios de diagnósticos en el sistema de salud. Sin embargo, esta enfermedad sí puede ser tratada como un trastorno de tipo comportamental.
En nuestra cultura y a nivel mundial, confundimos la dedicación al trabajo con la adicción al mismo. Por ejemplo, en Ecuador, solemos pensar que quien trabaja más de ocho horas sin vacaciones y ni descanso es excelente trabajador. Es más, se premia este tipo de conductas en las que no existe un equilibrio.
¿Cuáles son los principales rasgos de una persona con adicción al trabajo?
Los principales rasgos de una persona adicta al trabajo están relacionados con la necesidad de reconocimiento en el ámbito laboral. Comúnmente esperan recibir halagos como: “eres un trabajador dedicado», » eres el más eficiente», «eres el mejor empleado». En esto basan su autoestima.
Además, estas personas suelen tener una obsesión marcada por el éxito, el crecimiento y el desarrollo profesional. No buscan un equilibrio entre el trabajo y otros aspectos de su vida. Ven el éxito únicamente en el ámbito laboral.
En muchos casos, la familia y los amigos son los primeros en darse cuenta de que algo no está bien. Esto aunque la persona afectada no sea consciente de ello.
Otros rasgos que caracterizan a estas personas son:
- Necesidad de tener el control total.
- Incapacidad para delegar tareas y para trabajar en equipo. Pueden llegar a pensar que los demás no harán el trabajo bien, por lo que aumentan su carga laboral.
- Sufren de un malestar intenso cuando no obtienen el rendimiento esperado.
En estos rasgos presentan tanto empleados como empleadores. Algunos jefes pueden fomentar una cultura de trabajo excesivo al transmitir la idea de que todos deben estar igual de comprometidos. Envían mensajes fuera de horario y mantienen frases como “hay que ponerse la camiseta”. Esto genera malestar en el ambiente laboral.
¿Qué efectos negativos puede tener la adicción al trabajo?
Primero, el impacto de esta adicción se refleja en la salud. Las personas adictas al trabajo tienden a descuidar su bienestar físico y emocional. Experimentan problemas osteomusculares, gástricos, trastornos del sueño, agotamiento extremo, estrés, ansiedad y dificultades para relajarse o disfrutar de momentos de descanso.
Además, presentan problemas psicológicos y sociales. Estas personas tienen dificultades para negarse a nuevas responsabilidades laborales, acumulando tareas y potenciando su estrés.
Asimismo, un adicto al trabajo puede experimentar diversos efectos perjudiciales en su vida laboral y familiar.
En el entorno laboral, una persona agotada y cansada tiene dificultades para mantener la productividad y cumplir con sus tareas efectivamente. Como resultado, esto puede llevar a presentar trabajos incompletos o entregas tardías. También, entran en un ciclo vicioso en el que siente la necesidad de trabajar más horas, incluso durante las vacaciones.
A nivel familiar, las relaciones interpersonales se ven afectadas. La persona adicta al trabajo no puede fortalecer lazos con sus hijos, pareja y familia extendida. La falta de participación en eventos importantes, fines de semana y momentos significativos crea un vacío en la familia.
La ausencia de apoyo familiar y social afecta tanto a la persona adicta como a sus seres queridos. Es más, los hijos pueden percibir que su padre o madre prefiere el trabajo sobre su presencia en eventos importantes.
Del mismo modo, las relaciones de amistad también se perjudican. El aislamiento social puede llevar a una red de apoyo más reducida o incluso inexistente. Los seres humanos necesitamos estrechar lazos y contar con una red de apoyo sólida para tener bienestar emocional y psicológico.
¿Qué recomendaciones podría dar a las personas que enfrentan este trastorno?
En primer lugar, es crucial tomar conciencia de la posibilidad de desarrollar una adicción al trabajo. A la par, comprender que esto puede tener consecuencias negativas en todos los ámbitos de la vida.
La prevención primaria implica buscar información, participar en talleres y trabajar tanto en el aspecto físico como en el emocional.
Una técnica beneficiosa que yo recomiendo es el mindfulness. Esta técnica de meditación consiste en observar la realidad en el presente, sin intenciones de juzgar, con plena apertura y aceptación.
Asimismo, es fundamental establecer límites y dedicar tiempo a actividades de bienestar físico, como el ejercicio, ya sea solo o en compañía. Además, en el entorno laboral, es recomendable tomar descansos regulares, estirarse y moverse, para evitar la fatiga visual y la falta de movilidad.
Por otro lado, a nivel organizacional, las empresas también pueden implementar acciones para fomentar un equilibrio saludable. Esto incluye revisar las funciones y la carga de trabajo de los colaboradores.
¿Algún mensaje final?
En las regiones Sierra y Amazonía estamos en época de vacaciones. Es un buen momento para hacer un corte, dejar las responsabilidades laborales y disfrutar de los roles familiares y personales. Les recomiendo aprovechar el sol, la playa, el descanso en casa o cualquier actividad que les brinde placer y bienestar.
Las vacaciones nos permiten recuperarnos, recargar energías y regresar al trabajo con una perspectiva renovada y equilibrada. Hay casos en los que las vacaciones implican más trabajo y no debería ser así.
Es fundamental ser conscientes de cómo utilizamos nuestro tiempo en los diferentes ámbitos de nuestra vida. No más correos, celulares ni computador. Es necesario encontrar placer también en el descanso.