Mientras rige un conflicto interno armado en Ecuador, en las redes sociales, proliferan publicaciones que revelan información privada. Por ejemplo, números de cédula y direcciones de domicilio de personas que han sido víctimas del doxing en esta crisis.
Pero, ¿qué es el doxing y cómo impacta específicamente en la sociedad durante momentos de conflicto interno?
Para arrojar luz sobre esta preocupante práctica de ciberacoso, conversamos con el doctor Marco López Paredes . Él es docente y director del Observatorio de Comunicación (OdeCom) de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).
¿Qué es el doxing?
El doxing se originó en los años 90. Se basa en la filtración de información en el mundo de los hackers. Principalmente, implica la construcción de violencia digital mediante la exposición de datos personales.
Así, se transmite, por ejemplo, nombres completos, lugar de trabajo u otros datos sin el consentimiento de la persona. Su objetivo suele ser humillar, intimidar, acosar o perjudicar a la víctima.
Inicialmente, Internet tenía más resguardo de la información, pero, con el avance tecnológico, la privacidad de los datos expuestos se volvió más compleja. Las redes sociales exigen datos personales, lo que contribuye a la exposición de información. Actualmente, basta con realizar una búsqueda en motores como Google para obtener números de teléfono, correos y direcciones. Esto significa que la información está disponible desde que se participa en el mundo digital.
Antes, los hackers usaban la información para chantajear. Hoy en día, con la exposición consentida de datos, han perdido parte de su impacto. Sin embargo, sigue siendo una herramienta perjudicial, especialmente, cuando se utiliza con fines de odio digital.
¿Qué ejemplos de doxing se han evidenciado en el conflicto de Ecuador?
En los días previos al estado de excepción, notamos un movimiento digital que alertaba sobre un contexto hostil ante las decisiones gubernamentales sobre violencia. Por ejemplo, se observaron cuentas en Facebook e Instagram vinculadas al narcotráfico o la delincuencia organizada. Estas cuentas expusieron datos de periodistas, como horarios de trabajo y lugares de residencia.
Por otro lado, se han evidenciado casos de doxing relacionados con intervenciones militares. Más allá de la difusión de videos que documentan la detención de bandas delictivas, han surgido perfiles en redes sociales para divulgar datos personales de criminales. Estos perfiles comparten números de teléfono y direcciones de residencia, llegando incluso a exponer a menores de edad. Este fenómeno plantea la preocupación de que no solo se estigmatice al delincuente, sino también a su familia, generando una manifestación de odio digital.
Un periodista reconocido también sufrió de ciberacosos. Su información privada, el número de placa de su vehículo y cédula, fueron expuestos desde cuentas trol.
Así, se evidencia que el conflicto nacional no solo ocurre cara a cara. También se traslada al mundo digital, especialmente a redes sociales. La gente está expresando fuertes sentimientos de odio en línea y una narrativa de miedo.
¿A nivel internacional se han detectado casos de doxing?
Claro, esto no es nuevo. La historia nos muestra cómo en momentos críticos de un país el doxing prolifera. Por ejemplo, tras el atentado con bomba en el maratón de Boston en 2013, la comunidad en línea Reddit intentó identificar al responsable. Pusieron en evidencia los datos de varios sospechosos. Sin embargo, se equivocaron en la identificación y ninguno de los señalados había participado en el atentado.
Otro claro ejemplo, es el impacto del 11 de septiembre de 2001 en el que la población de Medio Oriente fue estigmatizada como terrorista en Estados Unidos.
Tres años después de este trágico evento, surgió Facebook. La conexión aquí radica en la creación de un fenómeno peculiar: la vitalización o difusión amplia de información. Pese a que estos hechos sucedieron hace mucho, los estigmas persisten en la esfera digital, manteniéndose relevantes a lo largo del tiempo. Lo que se gesta en el mundo digital tiende a ser de manera perdurable y comúnmente en los ciclos de tiempo vuelven a aparecer y difundirse.
Este episodio marcó uno de los primeros momentos significativos de doxing en la plataforma.
¿Qué pasos debería seguir una persona víctima de doxing?
Enfrentar una situación de doxing puede ser desafiante en el mundo digital actual. Es crucial reconocer que, en este entorno, nadie es dueño absoluto de la información que comparte. Al ingresar al mundo digital, aunque existan regulaciones, al aceptar términos y condiciones, estás cediendo una cantidad significativa de información aunque, a menudo, no leas lo que implica. Tus datos, como fotografías y contenido, pueden perdurar en la red indefinidamente, incluso si decides eliminarlos de una plataforma específica.
El problema se complica, ya que la información que compartes puede terminar en repositorios digitales que escapan a tu rastreo. Esto lleva a que hackers, inicialmente centrados en doxing, ahora filtren información intencionadamente. Especialmente, su intención es extorsionar a celebridades y personas con recursos para pagar por la eliminación de dicha información.
En este contexto, la falta de cultura digital y educomunicación en la sociedad es evidente. Es esencial que la educación incluya aspectos que enseñen la responsabilidad digital desde temprana edad. La sociedad debe comprender que, al estar en una red, la propiedad de la información compartida se diluye. Además, la existencia de tratados de información digital en muchos países implica que ciertos datos pueden considerarse casi de dominio público. Esto permite a terceros acceder a información sensible, como números de cédula y teléfonos.
Pero, si tuviera que dar algunas claves, mencionaría tres:
En primer lugar, al participar en el mundo digital, es inevitable exponer datos personales. Sin embargo, la clave no es evitar las redes sociales, sino seleccionar plataformas alineadas con objetivos específicos.
Segundo, sé consciente de la información compartida, evaluando qué es apropiado para preservar la privacidad. Además, equilibra la compartición de detalles personales y la preservación de la privacidad.
Finalmente, considera los riesgos de seguridad. Evita almacenar fotos de documentos importantes en dispositivos móviles para prevenir exposiciones no deseadas.
¿Cuál es el rol del ciudadano en medio de este contexto?
La responsabilidad no recae únicamente en la persona que obtiene o busca la información, sino también en aquellas que deciden difundirla. En el contexto del doxing, es sorprendente la cantidad de personas que participan activamente en la difusión de información privada de delincuentes, periodistas y otros.
En tiempos como estos, subrayo la necesidad de asumir responsabilidad en la gestión de información en el ámbito digital. Como actores sociales en la Web, tenemos la tarea de discernir lo recibido, compartido y comprendido. La contrastación de información se torna esencial, evitando impulsividad al compartir y contribuyendo a un entorno digital menos tóxico.
No se trata solo de la lucha entre las fuerzas del orden y la criminalidad. También es cuestión de la forma en que la información puede ser utilizada para generar miedo en la sociedad.
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