Mientras mi estrés y mi desesperación sube, miro el reloj y lo que debería haber sido un viaje de 20 minutos se ha convertido en una pesadilla vehicular de una hora. Ese puede ser el sentir de cualquiera de los quiteños que deben movilizarse a diario en la ciudad. Mejorar la movilidad es fundamental para mejorar la calidad de vida y la productividad.
La arquitecta Myriam Jácome, coordinadora de la Ingeniería de Planificación Urbana y Territorial de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) nos habla sobre este tema.
¿Por qué es importante analizar la movilidad de una ciudad?
Los problemas de movilidad repercuten en las actividades diarias. Si tardo 40 minutos o más para ir a casa, cuando el trayecto puede durar 20 minutos, estamos haciendo que la ciudad sea ineficiente.
Un estudio de Global Traffic Scorecard 2022, elaborado por la firma Inrix señala que en Quito las personas pasan alrededor de 70 horas al año en el tráfico, es decir, tres días. Estos números son tenaces y catastróficos para la calidad de vida y la productividad.
Es importante entender que los problemas de movilidad en la ciudad han condicionado nuestra calidad de vida. Por eso, estoy convencida de que la gente va a apoyar cualquier alternativa que lleve a una solución. Pienso que la ciudadanía está dispuesta a un cambio siempre que venga acompañado de soluciones sostenidas, articuladas y confiables.
¿Por qué cree que en Quito los ciudadanos ven el vehículo privado como indispensable?
Es importante aclarar que en Quito el transporte no es público en su totalidad, sino mayoritariamente masivo. Tenemos transporte concesionado, cooperativas que están a cargo de las líneas de recorrido y que por intereses privados antes que de servicio público, compiten entre ellas por un tema económico. Entonces, entre más usuarios tengo, más rédito económico tiene mi cooperativa.
El transporte dejó de ser un servicio público y pasó a ser una transacción monetaria. Esto nos impide ver si el recorrido y las rutas son eficientes, si la cantidad de buses es la necesaria. Sencillamente, tenemos unas rutas concesionadas, para cubrir una cuota de transporte, que no están integradas en un sistema de movilidad. Rutas que tampoco cubren la totalidad del territorio y mucho menos con la frecuencia que se necesita.
Tenemos la concepción de que el transporte masivo es peligroso, no es confiable, no tiene horarios, ni rutas fijas. Esto ocurre, precisamente, porque al ser transporte concesionado se ve por beneficios económicos privados y no para servir a los ciudadanos.
En otros lugares del mundo, como en Europa, el transporte es una de las columnas vertebrales para que una ciudad funcione. Tú tienes horarios y rutas programadas que puedes ver en las paradas o en aplicaciones móviles. Entonces, esa articulación viene desde una concepción de que la ciudad funciona por sistemas y todos esos sistemas deben estar integrados.
¿Cómo solucionar?
Pienso que el Municipio de Quito debe tomar una decisión transcendental y municipalizar el transporte. No sé si esta Alcaldía lo ve como una opción. Claro el riesgo político es fuerte pues estamos hablando de retirar a las cooperativas el control y gestión de las rutas de transporte.
Sin embargo, si lo ves a largo plazo, eso viene a ser una transformación completa para la ciudad. Si el Municipio puede tener la gestión completa de transporte, estaríamos hablando de un de una movilidad integral. Mientras tanto, tiene que sentarse a negociar con diferentes cooperativas.
Sistemas como el Metro también son parte de la solución. Sin embargo, cuando lo abrieron, se demostró que el sistema no estaba listo, aunque la gente se volcó a utilizarlo. Ahí falló el Gobierno local, ampliando la desconfianza que sienten las personas por el servicio público.
¿Qué otras alternativas hay para mejorar la movilidad o ir hacia una movilidad sostenible?
Hablar de movilidad sostenible no es hablar de una única solución. Es hablar de varias alternativas como el sistema de movilidad integral o los sistemas nodales de transporte.
¿Qué quiere decir esto? Que si nosotros tenemos un sistema nodal, se puede cambiar el modo de transporte. Se puede ir caminando, en bicicleta, en tranvía, en metro o en bus. Todas esas opciones están articuladas y sirven de una forma en la que el que el usuario en ningún momento necesite el vehículo privado.
Debemos hablarlo desde una concepción completa de ciudad. Si separamos el sistema público de la movilidad, la vivienda, la educación o el empleo tendremos una serie de decisiones, pero sin articulación.
Quito no necesita más vías, lo que la ciudad necesita es una correcta distribución del espacio.
¿Un ejemplo?
Cuando pensamos que el problema es el transporte y no integramos a otros factores, como el acceso a la vivienda invisibilizamos el problema. Entre más lejos vivo, mi destino está más distante. Por lo tanto, más tiempo paso en un trayecto de movimiento en lugar de mi actividad diaria.
Para esto, se requieren intervenciones urbanas integrales y no acciones aisladas que no tienen mayor efecto o trascendencia.
Pienso que el secreto para que haya una movilidad sostenible es primero tener una ciudad que dé acceso a vivienda. Si no ofrecemos acceso a la vivienda, la gente se va a ir más lejos, comprometiendo su acceso a servicios, equipamientos, trabajo.
Algo tan vital como identificar que Quito, como capital, alberga el mayor número de centros educativos de tercer y cuarto nivel, que atrae un gran número de personas de todo el país, y que aún así no haya generado un solo plan de vivienda para estudiantes, es preocupante.
Si logramos generar un sistema de vivienda estudiantil, articulado con redes de espacio público, equipamientos y movilidad, habremos contribuido no solo en reducir la congestión vehicular y mejorar la calidad de vida nuestra población joven, sino también habremos contribuido a lograr una ciudad más segura.
¿Cómo ve el avance de Quito en el tema de movilidad sostenible?
Es importante destacar que la ciudad está experimentando avances significativos. Esto tanto en cuestiones políticas y administrativas como en el ámbito de las organizaciones sociales y la academia. Existen signos alentadores que merecen reconocimiento. Muchas de estas acciones positivas no provienen únicamente del Gobierno local, sino también de diversas organizaciones sociales y colectivos.
Este aspecto es particularmente alentador y demuestra una creciente participación ciudadana en temas de interés público y social, independientemente de las decisiones municipales.
Por ejemplo, del 18 al 22 de septiembre de 2023, se implementó un proyecto piloto de corredor exclusivo para transporte masivo en la ruta de los valles hacia Quito. Los comentarios en redes fueron positivos. Una muestra de, que, si la gente ve decisión y propuestas sostenidas con mecanismos de gestión, apoya esas medidas.
Por lo tanto, aunque no podemos afirmar que estemos avanzando completamente hacia una movilidad sostenible, podemos decir que estamos construyendo una base sólida para decisiones que favorezcan lo colectivo. Estas decisiones ayudarán a transformar nuestra ciudad.
Esto se refleja incluso en pequeñas acciones cotidianas, como mostrar más solidaridad y preocupación por nuestros vecinos. Si continuamos fomentando esta mentalidad de colaboración, la ciudad continuará avanzando hacia un futuro más prometedor.
Es importante dar prioridad al transporte público y medios alternativos.
Interesante el análisis que nos compromete a ser parte del cambio.