El debate presidencial 2025 dejó memes en las redes sociales para toda la semana. También algunas frases icónicas y otras curiosidades. Además, la participación de los 16 candidatos ya fue evaluada por internautas y medios tradicionales. Sin embargo, en Conexión PUCE queremos hablar sobre el formato: ¿crees que es el idóneo?, ¿qué se podría implementar para que sea un ejercicio democrático más efectivo? 

Asistimos a la clase de Campañas de comunicación, del PhD Jorge Cruz, docente de la carrera de Comunicación de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Los estudiantes de séptimo semestre comentaron el debate y sugirieron algunas ideas para que este sea más efectivo.  Aquí te compartimos algunas claves.  

Cómo funcionó el debate 

Más de nueve millones de personas se conectaron a la transmisión del debate la noche del 19 de enero de 2025. Esto según datos del Consejo Nacional Electoral (CNE). En caso de segunda vuelta, el debate se realizará el 23 de marzo.  

Sin lugar a duda, el debate es un momento clave para los candidatos. La exposición de los candidatos es masiva y su desempeño puede ser comparado con sus contrincantes en tiempo real. En esta ocasión funcionó de la siguiente manera: 

  • Se realizó un sorteo para dividir a los candidatos en dos bloques.  
  • El Comité Nacional de Debates elaboró preguntas para los candidatos sobre tres ejes temáticos: seguridad y prevención del crimen, eficiencia del Estado y servicios públicos, y crecimiento económico y generación de empleo. 
  • Las preguntas fueron entregadas a los moderadores para que guíen el debate, Denisse Molina y Fabricio Vela.  
  • Cada candidato tenía 90 segundos para responder una pregunta por eje temático. Luego, se realizaron dos interpelaciones para cada candidato. 
  • Cada bloque tuvo una duración aproximada de una hora y media. En la práctica, el debate presidencial duró casi cuatro horas.  

En términos generales, los estudiantes de Comunicación consideran que es un formato que no favoreció la profundización en las propuestas. Por otro lado, señalan que les hubiese gustado conocer sobre otros temas pues, al ser tantos candidatos, las propuestas parecían repetitivas.  

El debate para los jóvenes 

En las últimas elecciones el voto juvenil fue determinante. El presidente Daniel Noboa llegó a Carondelet con una campaña dirigida a las voces jóvenes. Utilizó así canales como redes sociales y un discurso conciso y digerible que caló en su público objetivo.  

En estas elecciones la fórmula parece repetirse. Esto debido a que el padrón electoral está conformado en el 39% por jóvenes de 16 a 29 años. Este sector consume contenidos de forma distinta y concibe la política también de otra forma. 

Pese a que la tarea de la clase de Campañas de Comunicación era ver el debate presidencial, más de uno confesó que el formato fue muy largo y que les aburrió rápidamente. Pero, por otro lado, tienen interés en profundizar sobre las propuestas y comprender mejor cuáles son las iniciativas de cada candidato.  

Debate presidencial: ¿ataque o propuesta?  

Juanse, uno de los estudiantes, fue claro al decirlo “los jóvenes ya no quieren peleas, quieren propuestas”. Para él, frases como “estoy arrecho” o “¿eres o te haces?” estuvieron fuera de lugar, transformando lo que debería ser un espacio de reflexión en un espectáculo. 

La mayoría de sus compañeros piensan igual. Sobre esto, el profesor Jorge Cruz explicó que idealmente un debate debe seguir un proceso dialéctico: presentar una tesis, contraponerla con una antítesis y, finalmente, construir una síntesis que permita conclusiones. 

En el debate presidencial, ese proceso se quedó a medias. Los candidatos presentaron sus propuestas, pero las interpelaciones no lograron ser auténticas réplicas o repreguntas. Esto dejó los temas abiertos, sin conclusiones claras ni oportunidades para profundizar. 

Rol de los moderadores 

En el debate presidencial, los moderadores tuvieron un rol más operativo: leer preguntas y dar la señal a los candidatos para responder. “Bajo ese esquema, en lugar de ser un periodista, podría ser un arquitecto que hable bien”, señaló Jorge. 

El académico explicó que las funciones sociales de un periodista van más allá y se dividen en cuatro: interpretar, informar, movilizar y desafiar al poder. Sin embargo, en este contexto, el periodista se limitó a informar un procedimiento. “El periodista no actuó realmente como tal, sino como un presentador. Es decir, alguien que siguió una guía de manera ordenada y eficiente”, agregó. 

Por otro lado, los estudiantes creen que los moderadores deberían tener un papel más activo en futuros debates. Por ejemplo, podrían repreguntar cuando las respuestas sean vagas o incompletas, y también dirigir las interpelaciones entre candidatos para que el intercambio sea más dinámico y efectivo. 

Uso de tecnologías 

Mientras el debate presidencial se transmitía, ocurrieron otros eventos comunicacionales importantes. Por un lado, varios especialistas en redes sociales realizaron fact-checking en tiempo real. Esto para verificar, principalmente, las declaraciones y datos de los candidatos. 

Por otro lado, tanto medios tradicionales como programas digitales se enfocaron en analizar lo que sucedía en vivo, aportando contexto y opiniones que tomaron fuerza después del debate presidencial. Estos elementos añadieron una nueva capa de interacción y reflexión al evento, más allá de lo que se vio en el escenario principal. 

El docente considera que, en la actualidad, muchas personas consumen el debate viendo otras pantallas adicionales con el fact-checking, memes y análisis adicionales. Destaca así, un rol más dinámico del público.   

Sin embargo, los estudiantes consideran que este elemento de verificación de datos se puede implementar en vivo durante el próximo debate. Esto ayudaría a que los candidatos estén más preparados y no se atrevan a decir cifras sin sustento.  

Participación ciudadana 

Los jóvenes sugieren que el debate tenga más voces de la ciudadanía. Es decir, que se incluyan temas y preguntas de la gente. Para lograrlo, existen distintos formatos.  

Por ejemplo, se sugiere un panel con estudiantes universitarios que pueda interpelar a los candidatos. Otra opción es enviar las preguntas y que luego estas sean sintetizadas e incluidas en la transmisión. 

Jorge considera que también es importante analizar la comunicación después del debate. Según él, en el último encuentro, los medios tradicionales se enfocaron en extremos poco efectivos. Por un lado, analizaron aspectos demasiado superficiales, y por otro, abordaron temas desde perspectivas tan complejas que resultaron difíciles de entender para la mayoría. 

“Por eso la gente va al Internet, porque ahí encontramos personas más cercanas, preparadas, pero con un lenguaje sencillo y directo. Se explica las cosas de forma distinta, sin recurrir al típico discurso técnico o distante. 

Por ejemplo, en lugar de hablar desde los datos macroeconómicos, se centran en explicar qué significan esas propuestas para un ciudadano común. ¿Qué implica, por ejemplo, que un candidato proponga construir más cárceles o eliminar el misterio sobre sus planes?”, explica.  

Martín votará por primera vez en estas elecciones. Ha intentado informarse por diversos medios, aunque la política le resulta conflictiva y le repele un poco.  Comenta que el debate es, posiblemente, el momento de mayor reflexión colectiva que tenemos durante la campaña electoral.  Por ello, es importante que el formato ofrezca las condiciones para una mayor participación popular y profundización en las propuestas. 

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