La experta responde
Ruth Jimbo Sotomayor
Doctora en Epidemiología y Salud Pública, subsecretaria para el Fortalecimiento del Sistema Nacional de Salud de la Vicepresidencia de la República e investigadora principal del Centro de Investigación para la Salud en América Latina de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
Las vacunas tienen dos efectos. El primero es directo, que lo obtiene la persona que es inoculada, es decir, la protección que yo obtengo en mi sistema inmunológico; el segundo es el efecto indirecto (rebaño), que quiere decir que mientras más personas estén vacunadas, ese entorno va a generar mayor protección, porque la circulación del virus va a ser menor.
Ahora, hay muchos grupos que no quieren vacunarse y piensan que como no les da la enfermedad, la vacuna no tiene sentido. Sin embargo, lo que sucede es que la población vacunada genera una protección indirecta a ese grupo.
Por lo tanto, es importante entender entorno a la vacunación para COVID-19 que mientras la mayor parte de la población se vacune, el efecto va a ser mejor, pues logramos una menor circulación viral.
¿Las poblaciones con menores porcentaje de vacunación generan las nuevas variantes de COVID-19?
En el contexto de la COVID-19, hemos visto claramente el panorama de cómo se generan las variantes.
Desde que estuvieron las vacunas disponibles, lastimosamente, se evidenció en el mundo algo que es un problema sistémico en salud y es la inequidad a su acceso. Vimos que los países con mayor renta e ingresos tuvieron acceso a una gran cantidad de vacunas y, claro, otros países se vieron relegados.
Hasta la actualidad, se ven cifras críticas de vacunación en algunos lugares del mundo, como, por ejemplo, África y justo ahí se generó la nueva variante, pues su población está más vulnerable. Esta población se infecta, se reinfecta y la circulación viral es amplia. Eso hace que el virus tenga un ambiente propicio para generar mutaciones.
Mientras no logremos que en el mundo la vacunación sea equitativa, las variantes se van a seguir generando. Entonces, un poco la invitación es dirigir el tema de la vacunación al mayor número de personas en el menor tiempo posible. Esa debería ser la meta mundial.
¿Cuál es el caso de Ecuador?
Ecuador ha sido un líder de vacunación en Latinoamérica y en el mundo. Eso hace que el plan de vacunación, que lleva a cabo el Gobierno Nacional, ponga al país en una situación menos vulnerable en temas de mutaciones.
Pero, obviamente, lo que no podemos evitar es el ingreso de una nueva variante, como lo que ocurrió con Ómicron. Dada la movilidad actual de las personas, esta cepa llegó a todo el mundo por su gran capacidad de transmisión.
¿Es posible que en Ecuador se genere una variante? Sí, es posible. Pero, probablemente, esa variante no tenga una repercusión o no evolucione en una manera que se forme en una de preocupación.
Siempre que haya un grupo o una población que no esté vacunada va a ser un punto de cuidado. La idea es buscar activamente a todos estos grupos, que en el caso de Ecuador parecen estar en zonas rurales.
El tema de grupos antivacunas en nuestro país es bajo. Se hizo un estudio del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y se estimó que, aproximadamente, un 1% de la población tiene la tendencia de “no creer en las vacunas”. Sin embargo, esta población sigue siendo un punto de acción a la que hay que acercarse con campañas de vacunación para explicar y desmitificar el riesgo aparente de las vacunas.
A seguirnos cuidando…
A pesar de estar vacunados, la pandemia no ha terminado. Recordemos que la vacunación no es la única medida para evitar la transmisión de la COVID-19.
Con la llegada del próximo feriado, no hay que dejar de lado el cuidado personal y el cuidado colectivo que realizamos: lavado de manos, uso de mascarilla y el distanciamiento. Por más medidas que el Gobierno ponga, si cada individuo no se cuida es difícil llegar a controlar la transmisión.
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