Hasta septiembre de 2024, el 99% de los incendios en Ecuador fueron causados por la actividad humana. Esto según datos de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos. De ese porcentaje, se estima que, al menos, tres de cada diez incendios fueron provocados de manera intencional. Esto pone el tema de la piromanía en debate. ¿Qué motiva a alguien a encender una chispa que destruye ecosistemas completos?  

Al encender una llama y ver cómo se expande, consume y destruye, el pirómano experimenta una sensación de vitalidad y satisfacción. Para esta persona, el fuego refleja sus impulsos más profundos, aquellos que no logra controlar.  

Así lo describe la magíster Alexandra Serrano, docente e investigadora de la Facultad de Psicología de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Ella también nos explica otros aspectos clave del perfil de un pirómano. 

Piromanía, un trastorno complejo 

La Organización Mundial de la Salud incluye a la piromanía en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), entre los trastornos mentales y del comportamiento. Esta se caracteriza por un impulso recurrente y persistente de prender fuego, ansiedad al incendiar mezclada con satisfacción o sensaciones agradables. 

No todas las personas que provocan un incendio intencional son pirómanas. Muchas veces, estos actos son premeditados y motivados por emociones como la venganza, el rencor o intereses específicos. En esos casos, no son impulsados por el deseo de ver objetos consumidos por las llamas. 

Es importante destacar que el pirómano no siempre actúa de manera planificada. Alexandra recalca que algunas personas pueden aprovecharse de esta condición para otros fines. Un ejemplo se vive en Brasil, donde se puede motivar a individuos con piromanía para provocar incendios que facilitan la expansión ganadera. 

Control de impulsos 

¿Has actuado por un impulso?  Tranquilo, todos hemos sucumbido a nuestros impulsos. Imagina ese momento en el que no debiste comerte la última rebanada de un pastel, pero la deliciosa cobertura de chocolate te superó.  

En la mayoría de los casos, existen límites.  En cambio, el pirómano tiene un trastorno mental que le dificulta controlar sus impulsos por ver arder las cosas. 

Alexandra comenta que todos podemos pensar cualquier cosa y sentir un impulso por hacerla. No obstante, para ejecutar ese pensamiento existen dos filtros que hay que sobrepasar:  

  • La autorregulación. Se refiere a la autodisciplina, el marco de valores personales, la empatía que hacen que evitemos o busquemos hacer algo. 
  • Factores externos. Están relacionados con las normas y estructuras del entorno para legitimar y permitir los comportamientos. Por ejemplo, el sistema judicial y la cultura, la seguridad social, entre otros.  

La docente señala que la autoregulación es crucial para tratar este trastorno a nivel individual. El segundo componente, en cambio, es responsabilidad de toda la sociedad, depende de la eficacia y funcionamiento de las estructuras. 

Por ejemplo, en el caso de la piromanía, las deficiencias en el sistema judicial que permiten la impunidad debilitan este filtro social. Entre otras cosas, esto puede llevar al pirómano a creer que sus actos no tendrán consecuencias legales, facilitándole iniciar incendios.

 

Control de impulsos en la contemporaneidad 

Debido a factores como el uso excesivo de pantallas desde temprana edad, las personas pueden presentar más dificultades para moderar sus impulsos. Este aspecto afecta aún más a quienes tienen predisposición a la piromanía.  

“Existen varios factores que influyen en esta falta de control, uno de los más importantes es el desarrollo cerebral. Está comprobado que el acceso temprano y prolongado a pantallas puede retrasar o dificultar el desarrollo del lóbulo frontal. Esta es la región del cerebro responsable del control de los impulsos. Además, factores como la crianza y el entorno digital juegan un papel crucial en la regulación de estos comportamientos”. Así lo expone la psicóloga. 

¿La piromanía se puede tratar? 

La psicóloga sostiene que es difícil saber el número de pirómanos en el país. Por un lado, en Ecuador no existe un registro de datos sobre cada trastorno mental. Por otro, diagnosticar a un pirómano es complicado.

En muchos casos, solo se identifica que una persona tiene piromanía cuando sus actos tienen consecuencias graves. Un pirómano puede hacer una fogata todas las noches en su casa, solamente para ver el fuego, sin consecuencias. Los trastornos se suelen identificar cuando causan un malestar profundo en el individuo y en su entorno o incapacidad para llevar su vida. 

Sin embargo, la terapia conductual puede ayudar en la autoregulación. Adicionalmente, un psiquiatra puede recetar medicación para la estabilización del ánimo o la ansiedad. En todo caso, Alexandra reitera que no existe una fórmula única. 

“Si hablamos de salud mental, nada es blanco o negro. Hay muchos matices que tomar en cuenta. Un psicólogo puede ofrecer pistas generales para entender ciertos fenómenos, pero es fundamental analizar cada caso. Además, es esencial considerar el entorno que rodea a la persona. ¿Qué factores en su entorno la llevan a actuar de forma que sabe que es dañina y, en muchos casos, ilegal?” explica Alexandra. 

Finalmente, como sociedad, nos compete desarrollar mecanismos y estructuras eficientes para fortalecer los sistemas de regulación social. El sistema judicial, la seguridad social y la educación holística son algunos ejes claves para lograrlo.

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