“Hablar de ciberacoso es difícil para mí. No olvidaré el día que recibí un mensaje de texto que decía: ‘La Mari se suicidó’. El bullying traspasó las aulas y llegó hasta sus redes sociales con frases como ‘¡No vales nada!’ o ‘¡Te ves horrible!’. Lo que ella vivió no le deseo a nadie. Le dije a Mari que pidiera ayuda a sus padres o alguien de confianza, pero, tal vez, fue demasiado tarde”.
Este es el testimonio de una niña de 12 años que experimentó la dolorosa pérdida de su amiga de la misma edad. En un mundo cada vez más conectado, el ciberacoso surge como una forma de propagación del acoso. Pero, ¿cuáles son las cusas y cómo prevenirlo?
De las aulas a las redes
En Ecuador, el acoso escolar afecta al 23% de estudiantes entre 11 y 18 años, es decir, a uno de cada cinco adolescentes. Esto según el último reporte de Unicef, realizado en conjunto con World Vision y el Ministerio de Educación con datos de 2015.
Por otra parte, el estudio Prevalencia de Bullying y Cyberbullying en Latinoamérica: una revisión 2018 ,asegura que entre el 4.6% y el 50% de los jóvenes han experimentado bullying en alguna ocasión o de manera frecuente.
La Mtr. Claudia Bravo explica cómo esta práctica dio un salto al mundo digital. Ella es coordinadora de la carrera de Educación Inicial de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).
“El bullying cibernético surgió como una forma de acoso silencioso. Así, trascendió los patios de la escuela para manifestarse en las redes sociales, videojuegos y otros medios digitales. Estos espacios se han convertido en herramientas para la persecución, hostigamiento o intimidación entre preadolescentes y adolescentes. Lo difícil es que la naturaleza intangible de estas plataformas complica aún más la identificación de los niños que agreden. Muchos optan por mantener el anonimato. Esto dificulta su identificación”, mencionó la Mtr. Bravo.
Las víctimas
El anonimato facilita la propagación de mensajes hirientes en el mundo digital. La experta en educación segura que este fenómeno afecta no solo la seguridad emocional de los adolescentes, también, su rendimiento académico y bienestar mental. Igualmente, pueden experimentar síntomas de depresión y, en el peor de los casos, el deseo de atentar contra su vida. Por tanto, es crucial abordar estas situaciones fomentando la autoexpresión de las emociones.
“Como cuidadores y maestros debemos invitar al chico a compartir cómo se siente al recibir esos mensajes y ayudarle a cuestionar su validez. Palabras como ‘burro’, ‘tonto’ o ‘gordo’ son comunes en estas agresiones. Debemos llevar a los chicos a la reflexión para que comprendan que esos calificativos no los definen. Promover un dialogo abierto es la clave”, dijo la docente de Educación.
Para la psicóloga Pamela Acosta, docente de la Facultad de Psicología de la PUCE, esta práctica está vinculada a la apariencia física en gran medida. Especialmente, durante la etapa de cambios como es la adolescencia. Aquí, la influencia de los pares y la aceptación de los compañeros se vuelve crucial. Cuando en lugar de aceptación reciben rechazo, inician los problemas.
Normalmente los casos se dan por una práctica de Gossiping. Este acto consiste en la creación de foros y salas de chat anónimas donde se comentan rumores sobre ciertas personas.
La otra cara del ciberacoso
Si bien, el principal afectado en casos de bullying es la víctima, la psicóloga abre otro panorama donde no solo las víctimas sufren. ¿Qué hay detrás de los niños que hacen bullying?, ¿por qué lo hacen?
“El ciberacoso involucra a tres actores principales: el bully (victimario), la víctima y el testigo. Todos cumplen un papel en este espacio de agresión”, expresó la psicóloga.
En el caso de los chicos bully, la experta explica que ciertos factores podrían determinar el por qué un niño se vuelva agresor. Entre ellos:
- violencia al interior de la familia;
- darles mal ejemplo;
- falta de límites y
- exposición a contenido violento.
Sobre este último punto, la psicóloga afirma que el contexto de violencia actual que vive el país agrava el tema.
Replican lo que ven
“La sociedad está experimentando un crecimiento en la violencia y la intolerancia. Los niños también presencian y replican estos fenómenos”, expresó la psicóloga Acosta.
Un claro ejemplo lo evidenció la docente Claudia Bravo. En unas clases virtuales, un adolescente de 14 años mencionó tener la dirección de la profesora y, en tono de broma, dijo: “Hay que secuestrarla”.
“La incorporación de un lenguaje adulto o inadecuado en el discurso entre pares sugiere una exposición a contenidos no apropiados para su edad. Es fundamental abordar estos casos desde la educación. Por ejemplo, en la PUCE, estamos llevando a cabo reformas, implementando códigos y normativas para las prácticas. Optamos por estas transformaciones porque observamos que los estudiantes a menudo carecen de las herramientas necesarias para mediar en conflictos”. Comentó la Mtr. Bravo.
¿Qué hacer?
Las profesionales abogan por la sensibilización, campañas educativas y la humanización de las interacciones en línea para contrarrestar la violencia.
A los padres se sugiere estar alertas y utilizar aplicaciones que permitan supervisar la actividad en línea de los hijos. Los colegios deben aplicar sus protocolos y evitar que casos de bullying escalen hasta un lamentable suicidio.
Además, la comunicación abierta y el fomento de espacios de confianza son esenciales para detectar señales de alerta en chicos bully y víctimas.
“Es vital incorporar la educación digital desde los primeros años. Así enseñaremos a los niños sobre el respeto en línea y las consecuencias de sus acciones digitales. Pero no solo eso, necesitamos trabajar en conjunto como sociedad para prevenir y abordar el ciberacoso. Debemos promover valores, límites y espacios seguros para los niños y adolescentes”, finalizó la docente en Educación Inicial.
Te puede interesar:
Hipersexualización infantil: adultos antes de tiempo
Grooming: protege a los menores de acosadores sexuales en línea
Investigadores analizaron el fenómeno del discurso de odio en redes sociales