En medio del ruido del mundo, de la prisa constante y del deseo de tenerlo todo aquí y ahora, Dios nos regala un tiempo para detenernos. El Adviento llega como una invitación al silencio, a la espera confiada y a volver el corazón hacia lo esencial. Mientras la agenda se llena de compromisos, compras y encuentros, la fe nos susurra: es tiempo de mirar hacia adentro, de revisar la vida y de preparar el alma. ¿Cómo te preparas para la llegada de Jesucristo?
El adviento: por qué es importante
La palabra “adviento” viene del latín adventus, que quiere decir “venida” y se asocia con las cuatro semanas de preparación para la Navidad. El adviento siempre incluye cuatro domingos y empieza desde el domingo más cercano a la fiesta de San Andrés Apóstol (30 de noviembre) y continúa hasta el 24 de diciembre.
“El adviento se remite a una doble espera: la celebración del nacimiento de Jesucristo y la esperanza puesta en su regreso definitivo, lo que la tradición cristiana llama la parusía. Es, por tanto, un tiempo de expectativa, pero también de compromiso”, agregó la doctora Mónica Sáenz, coordinadora de la maestría en Teología de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).
Aunque el adviento es una época de espera. No se trata de una espera pasiva, sino de un tiempo profundamente activo. “Esperar no es cruzarse de brazos”, recuerda Mónica. El Adviento es una oportunidad para convertir el corazón, renovar la vida y trabajar activamente por un mundo más humano, más justo y más fraterno. Por ello, se le conoce como el tiempo de la esperanza activa, una virtud que no se limita al deseo, sino que se traduce en acciones cotidianas.
¿Cómo prepararnos en Adviento?
La preparación en Adviento es un camino profundamente personal. Sin embargo, este tiempo nos invita a reflexionar en cinco puntos clave:
1. Hacer silencio interior
No basta con apagar el ruido externo. Es necesario crear espacios de silencio interior para escuchar la voz de Dios en medio de la vida diaria. La hermana invita a apartarnos, aunque sea por unos minutos al día, para orar, respirar con calma y reconectarnos con lo profundo.
2. Revisar la propia vida
El Adviento es tiempo de introspección. Preguntarnos con honestidad cómo estamos viviendo, hacia dónde vamos y qué necesitamos cambiar. Reconocer errores, agradecer lo vivido y el compromiso todo esto como parte de un proceso de conversión.
3. Mirar al otro con mayor sensibilidad
La fe se vive en comunidad. Por eso, el Adviento debe abrirnos al sufrimiento ajeno y al compromiso concreto con los demás, especialmente con quienes más necesitan acompañamiento, escucha y apoyo.
4. Resistir al consumismo
Aunque el ambiente invite a comprar y distraerse, esta fecha nos anima a volver a la esencia. Preparar el corazón más que la mesa, fortalecer los valores más que los adornos y regalar presencia antes que objetos.
5. Hacer de la esperanza una acción diaria
Esperar no es pasividad. Prepararse en Adviento implica trabajar por un mundo mejor desde lo cotidiano. Sembrar paz, practicar la justicia y vivir el amor con coherencia.
“Las noticias diarias hablan de guerras, migraciones forzadas, pobreza y violencia. Frente a ese panorama, la pregunta es inevitable, ¿qué estoy haciendo yo para construir un mundo mejor? Aunque las grandes transformaciones parecen lejanas, el Adviento comienza en lo pequeño, en lo cotidiano, en la forma como cada persona se relaciona con los demás”, dijo la doctora Mónica.
Una invitación como comunidad universitaria
La Pontificia Universidad Católica del Ecuador, a través de su Dirección de Identidad y Misión (DIM) tiene una agenda pastoral que propone espacios de recogimiento, encuentros espirituales y actividades comunitarias orientadas a redescubrir el verdadero sentido del Adviento y la Navidad.
“Estos encuentros de Adviento están pensados para reflexionar acerca de este acontecimiento de salvación y vivir nuevamente el génesis del misterio de la Encarnación, donde Dios se hace cercano y habita en medio de la humanidad”. Así mencionó David Silva, gestor Pastoral Universitaria de la DIM.
El Adviento nos desafía e invita a detenernos, revisar la propia vida y volver la mirada hacia lo esencial.

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