Son las 13h00 de un viernes cualquiera. Las calles que rodean la universidad se llenan de risas, música y jóvenes. En sus manos, usualmente, una botella. A medida que cae la tarde, el ambiente cambia: el exceso se transforma en descontrol. No se trata de juzgar ni de dar sermones, sino de entender qué hay detrás de este hábito. Hoy, en el Día Mundial sin Alcohol, exploramos las causas sociales, culturales y emocionales detrás de esta práctica.
Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) compartieron sus experiencias y perspectivas. Sus testimonios revelan realidades que van más allá de las fiestas como el peso de encajar, el estrés y la búsqueda de identidad. Para muchos jóvenes universitarios, el alcohol se ha convertido en una forma de liberar tensiones o acercarse a otros jóvenes de la misma edad.
Antes que nada, debemos aclarar que el consumo de alcohol no es un hábito semanal en todos los jóvenes, de hecho, hablamos con algunos que no beben nunca. Sin embargo, en algunos casos, el consumo entre jóvenes universitarios parece estar ligado a la forma en que manejan las exigencias de la vida académica y social.
En Ecuador, el consumo entre jóvenes universitario es superior al de los países hermanos. La Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito indicó que la tasa de consumo de alcohol en población universitaria de Ecuador fue de 32.5%, superando al 27% de Colombia y 20.5% de Perú (revisa más datos aquí).

Consumo de alcohol: ¿curiosidad o presión social?
Para Daniel Rivadeneira, estudiante de la PUCE, el alcohol no es parte esencial de la vida universitaria. Aunque reconoce que muchos lo ven como una forma de encajar.
“Yo no tomo mucho, pero sí lo hago en reuniones sociales. La primera vez fue por curiosidad y también por presión social. Muchos jóvenes beben para sentirse parte del grupo”, comenta.
Daniel confiesa que prefiere «controlar su consumo» porque, aunque al inicio parece inofensivo, después llegan los efectos. Por ejemplo, confiesa que ha notado que después de beber se siente triste o inclusive depresivo.
Alejandra Simbaña, también estudiante de la PUCE, coincide en la importancia de autoregularse, especialmente en eventos sociales. Por ello, considera clave poner límites cuando de alchol se trata.
Aunque algunos jóvenes consumen alcohol para «pertenecer al grupo», otros como Randy Tipán reconocen que el consumo frecuente puede nublar la identidad.
“A veces me arrepiento porque siento que la gente conoce una versión de mí que no soy. El alcohol me quita la timidez, pero también me cambia. No quiero que eso me defina.”

El consumo de alcohol desde la perspectiva psicológica
Una de las principales causas del consumo de alcohol en jóvenes es la presión social y la necesidad de aceptación. Así lo indica la psicóloga clínica Mishell Villarreal, quien trabaja en Bienestar Universitario de la PUCE.
“Muchos sienten que deben tomar para ser parte del grupo o para aliviar el estrés académico. Pero el alcohol no resuelve los problemas; más bien puede generar ansiedad, irritabilidad y dificultades de concentración”, explica.
Milshell también destaca la importancia de ofrecer opciones sanas para el tiempo libre. Estas pueden ser actividades fuera de clase o encuentros sin alcohol.
¿Qué estamos haciendo como comunidad universitaria?
La Organización Mundial de la Salud estima el consumo de alcohol en la adolescencia y juventud puede provocar alteraciones neurocognitivas que pueden tener consecuencias conductuales, emocionales, sociales y académicas a largo plazo. Desde Bienestar Estudiantil se trabaja continuamente en la prevención y apoyo emocional de los estudiantes.
Es decir, el objetivo no es prohibir, sino promover el autocuidado y la reflexión sobre los hábitos de consumo.
“No se busca estigmatizar el consumo, sino promover la conciencia y la responsabilidad. Queremos que los jóvenes comprendan los riesgos, pero también que aprendan a decidir con libertad y equilibrio. La universidad ofrece espacios de apoyo psicológico y actividades que fortalecen el bienestar integral”.
Cada año, la universidad celebra el Día Mundial sin Alcohol con campañas de concienciación. Además, se realizan charlas y talleres sobre salud mental, manejo del estrés y cómo mantener una vida universitaria equilibrada.
“El reto está en cambiar la idea de que para divertirse hay que beber. Promover actividades sanas y espacios de encuentro sin alcohol es una forma de cuidar la salud y fortalecer los lazos entre los estudiantes.”

Las fiestas pasan, las anécdotas también; pero las decisiones que tomamos sobre nuestro cuerpo y nuestra salud quedan con nosotros. Informarnos, cuestionarnos y hablar del tema sin miedo puede ser un acto de autocuidado profundo. Así que, antes de beber la siguiente copa, pregúntate por qué lo estás haciendo.
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