Cayambe Ecuador, tierra de rosas de exportación, es también escenario de riesgos silenciosos para cientos de trabajadores florícolas. Una reciente investigación de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) revela que, junto con el crecimiento económico del sector, se mantienen brechas críticas en la protección de la salud laboral.
Una investigación que nace de la experiencia local
El estudio Salud y riesgos laborales en productores de floricultura: análisis de los determinantes asociados en los trabajadores, fue liderado por el doctor Luis Martín Arias Pardo, docente de la PUCE en Ibarra. La idea surgió a partir de la inquietud de un estudiante oriundo de Cayambe, cuya familia trabaja en fincas florícolas. “Él se preguntó qué determinantes de la salud afectan directamente a los floricultores y desde allí construimos la investigación”, explica Martín.
La investigación se desarrolló con una muestra de 81 trabajadores. Aplicando encuestas validadas para evaluar condiciones de seguridad, hábitos de vida y percepción de riesgos.
Pesticidas y ergonomía deficiente: las principales amenazas
Los resultados son reveladores. El 75% de los trabajadores reportó enfermedades de piel, respiratorias o trastornos musculoesqueléticos. Estos problemas se asocian principalmente a la exposición a pesticidas y a las posturas repetitivas o forzadas que exige la cosecha y el cultivo.
El investigador puntualiza que, aunque existen normativas nacionales e internacionales, su cumplimiento no siempre es riguroso. «Por ejemplo, tras una fumigación deberían transcurrir hasta 72 horas antes del reingreso a la plantación, sin embargo, muchos trabajadores vuelven en pocas horas para ganar un extra, aumentando drásticamente su exposición”, señala.

Brechas en el uso de protección y capacitación
Un hallazgo preocupante es que solo el 69% utiliza de manera constante el equipo de protección personal. Un 21% lo emplea de forma parcial y un 10% nunca lo usa. “Los trabajadores suelen colocarse mascarillas o guantes únicamente cuando hay supervisión”, advierte el investigador.
Algo similar ocurre con la señalización de productos químicos. Aunque el 72% asegura reconocerla, casi un tercio de los encuestados admite un conocimiento parcial o nulo, lo que los hace vulnerables ante sustancias peligrosas.
Más allá de lo químico: hábitos y factores sociales
El estudio también identificó determinantes sociales y culturales:
- Bajo nivel educativo. El 60% de los trabajadores apenas culminó la primaria, lo que limita su comprensión de protocolos técnicos.
- Estilos de vida. Se evidenció un alto consumo de alcohol y tabaco, además de rutinas extenuantes de trabajo que dificultan la prevención.
- Acceso limitado a salud ocupacional. Muchos evitan acudir al médico por temor a perder ingresos diarios si se les otorga reposo.
Estas condiciones, según Martín, configuran un círculo de riesgo donde “la necesidad económica pesa más que la prevención de enfermedades a largo plazo”.
Recomendaciones
La investigación concluye que, aunque las florícolas han avanzado en infraestructura y protocolos, es indispensable reforzar la capacitación continua, la supervisión y la ergonomía en las labores. Entre las recomendaciones destacan:
- Garantizar uso permanente de equipo de protección personal y accesibilidad a estos equipos.
- Cumplir estrictamente los periodos de reingreso tras la fumigación.
- Implementar pausas activas y mejoras ergonómicas para prevenir lesiones musculoesqueléticas.
- Fortalecer la educación en señalización y riesgos químicos.
- Desarrollar políticas que incentiven la prevención y el acceso real a la salud ocupacional.

Una deuda con quienes sostienen la industria
Ecuador es uno de los principales exportadores de flores en el mundo. Sin embargo, como recuerda el investigador, “detrás de cada ramo que llega a un mercado internacional hay manos que trabajan bajo condiciones duras y muchas veces invisibles”.
La investigación de la PUCE no solo aporta evidencia científica, sino que pone sobre la mesa un llamado urgente. Dignificar el trabajo florícola, protegiendo la salud de quienes lo hacen posible.
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