El inicio de semestre en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador – PUCE marcó un antes y un después para quienes ingresan por primera vez a la vida universitaria. Para los estudiantes de primer semestre, el evento de bienvenida VIVE PUCE, no fue solo un acto protocolario; fue el punto de partida de un camino lleno de nervios, expectativas y descubrimientos.

“Me siento muy emocionada por pertenecer a esta prestigiosa universidad y, a la vez, con muchos nervios”, confesó Evelin Menacho, estudiante de la carrera de Psicología Organizacional, quien eligió su carrera porque une sus dos pasiones: la salud y el mundo empresarial. Para ella, la PUCE representa nuevas oportunidades.

Como muchos de sus compañeros, Evelin quedó impactada al recorrer el campus por primera vez: “Me impresionó porque la universidad tiene muchos espacios verdes, es grande y además muy hermosa”, comentó con una mezcla de asombro y alegría.

Foto: Programa de inauguración

Durante el evento, el rector P. Fernando Ponce León, S.J., recordó que la PUCE no solo forma profesionales, sino personas capaces de construir comunidad. Ese mensaje resonó en estudiantes como Eduardo Salazar, de la carrera de Psicología Clínica.

“No sabía ni dónde estaba parado, pero estaba full emocionado por empezar esta nueva etapa de mi vida”, dijo entre risas.

Sus palabras reflejan la mezcla de incertidumbre y entusiasmo que acompañó a los asistentes. Y es que, más allá de los edificios y los salones, la universidad representa una puerta a lo desconocido: nuevas materias, amistades inesperadas y proyectos que desafiarán su zona de confort.

Entre la emoción también florecen las metas personales. Karen Arias, estudiante de la carrera de Derecho tiene claro su objetivo: “Quiero pasar todas mis materias y conocer gente nueva”.

Para ella, lo esencial será adaptarse al ritmo universitario. Por su parte, Valeria, de la carrera de Arquitectura, espera profundizar su vocación: “Me gustaría conocer más acerca de mi carrera y también compañeros de otros años”.

Organizar el tiempo, equilibrar estudios y vida personal, y aprender a trabajar con independencia aparecen como los principales desafíos.

La jornada de bienvenida fue, ante todo, un encuentro entre desconocidos que pronto serán compañeros y amigos. Con ilusiones, nervios y curiosidad a flor de piel, los nuevos estudiantes entendieron que la universidad no es solo un lugar de clases, sino un espacio de transformación personal.

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