El 26 de junio de 2024, la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) llevó a cabo el evento Educación que Transforma. En él, se destacó el modelo educativo institucional que comenzó a implementarse en 2015.

Este modelo no solo redefine la educación en la universidad, también busca formar personas íntegras capaces de enfrentar los desafíos globales. El Dr. Andrés Mideros Mora, vicerrector de Docencia y Estudiantes de la PUCE, ofrece una mirada profunda de los fundamentos y objetivos de esta propuesta educativa.

El nuevo modelo educativo de la PUCE se basa en dos ideas clave:

Formar personas integrales para el mundo. No se trata de ser el mejor en algo específico, sino de convertirse en individuos completos que sirvan al mundo.

La PUCE busca formar personas capaces de entender y resolver problemas económicos, productivos, sociales, ambientales y de salud de la humanidad. Queremos contar con alumnos proactivos en la solución de problemas globales.

Acompañar a los jóvenes en sus proyectos vida. Inspirado en el modelo pedagógico ignaciano, este principio enfatiza el acompañamiento de los jóvenes en su desarrollo personal y profesional. Este modelo siempre ha estado presente en la forma de enseñar y aprender en la universidad. Lo que estamos haciendo, no solo desde 2024, sino desde hace unos nueve años, es una profunda reflexión y transformación.

La universidad proporciona espacios, servicios, herramientas, mentorías y oportunidades para que los alumnos consoliden sus proyectos de vida. Esto ya sea que lleguen con una idea clara de su futuro o aún estén explorando sus opciones. La PUCE quiere ofrecer un entorno que les permita desarrollar sus herramientas y habilidades para llevar adelante sus proyectos vitales.

Diría que el primer hito es adaptarnos a los tiempos actuales. Esto implica un esfuerzo significativo para ajustar los perfiles que queremos desarrollar en nuestros estudiantes, creando un modelo de persona integral. Hemos realizado un intenso trabajo pedagógico para identificar las capacidades, competencias y destrezas necesarias para que nuestros estudiantes prosperen en el presente y en el futuro.

Uno de los elementos clave es tener una visión prospectiva sobre hacia dónde van la humanidad, el planeta y el clima. Nos enfocamos en asegurar que nuestros graduados tengan empleo, desarrollen sus proyectos vitales e impacten positivamente en el mundo sobre la base de sus competencias. Esto se traduce en seis grandes competencias transversales para formar personas capaces de entender realidades concretas y operar en un contexto global e intercultural. En términos coloquiales, buscamos formar personas «con calle y mundo», que puedan sobrevivir y soñar.

Otro hito es reconocer que, actualmente, las personas son valoradas más por su capacidad de aprender e innovar que por cuánto saben hacer. Por ello, nuestro modelo no busca formar profesionales con perfiles homogéneos. Queremos potenciar las destrezas individuales a través de rutas académicas flexibles. Esto incluye una segunda capa de competencias interdisciplinares, como elementos completos de salud integral. También, competencias profesionalizantes en áreas específicas como derecho, economía, comunicación o literatura.

Nuestro enfoque en la formación de competencias asegura que los graduados de la PUCE sepan hacer cosas, aprender y proponer innovaciones. Además, estos graduados destacan por sus valores de compromiso, identidad y ética, incrementando su empleabilidad.

Este proceso de transformación es continuo y será evaluado con mayor detalle hacia 2028-2029. Entonces, nuestros graduados de las carreras repotenciadas ya estarán activos en la sociedad.

Finalmente, hemos adoptado una evaluación por competencias, para aprobar exámenes y también para demostrar habilidades y capacidades. Los estudiantes salen con un portafolio completo que incluye microcredenciales, certificados de competencias específicas y diferenciadas. Así, un economista puede tener microcredenciales en liderazgo ambiental y compromiso social, mientras que otro, puede especializarse en análisis de datos. La idea es que los graduados no solo obtengan un título, sino un conjunto completo de competencias valoradas y certificadas.

Creo que el rol clave tanto del estudiante como del docente radica en la flexibilidad y en el enfoque en experiencias. La universidad no debe ser solo un horario de clases que se repite semana tras semana. En lugar de eso, debe ser un espacio para vivir experiencias que potencien el desarrollo personal y profesional. 

Para los estudiantes, esto significa aprovechar al máximo las oportunidades que la PUCE presenta. No se trata solo de asistir a clases, sino de involucrarse en experiencias significativas.

El rol del docente, por su parte, implica ser más que un simple transmisor de conocimientos. Los docentes deben ser mentores capaces de individualizar las necesidades y capacidades de cada estudiante, y ofrecer rutas de aprendizaje personalizadas. Hemos desarrollado programas de capacitación y acompañamiento para que nuestros docentes sean excelentes en sus áreas de especialización y  fortalezcan sus habilidades pedagógicas y mentorías.

Estamos instalando un laboratorio de herramientas pedagógicas para ayudar a los docentes a desarrollar metodologías innovadoras. Los docentes deben identificar las necesidades de sus estudiantes no para resolver todos los problemas. Deben ser capaces de reconocer estas necesidades para saber cómo referirlos a los servicios adecuados, ya sean psicoeducativos o psicoemocionales.

Primero, rompe la lógica restrictiva de que un docente solo pueda enseñar en una carrera específica. Ahora, los docentes tienen la oportunidad de impartir clases en diversas áreas, ampliando significativamente su capacidad para desarrollar sus carreras académicas.

En segundo lugar, hemos activado una línea de desarrollo docente más robusta. Ahora, contamos con un diplomado en Docencia Universitaria para todos los docentes y un sistema de acompañamiento pedagógico. Este apoyo permite a los maestros mejorar sus competencias y herramientas pedagógicas, contribuyendo a mantener a sus estudiantes más motivados.

Los troncos comunes también han sido una experiencia enriquecedora. Los docentes se enfrentan a grupos de estudiantes con intereses diversos, lo que los reta y les permite aprender más. Enseñar a un grupo heterogéneo fomenta un ambiente de aprendizaje más dinámico y estimulante para los profesores y los alumnos.

El nuevo modelo también coincide con el modelo de investigación y vinculación, valorando las capacidades individuales de los docentes. Ellos pueden tener múltiples trayectorias: enfocarse en la enseñanza, en la investigación, en la vinculación o en una combinación de estas actividades. Este enfoque flexible permite a los docentes especializarse y recibir el apoyo para desarrollar materiales didácticos, investigar o participar en proyectos de vinculación.

Mientras muchas universidades se centran en preparar profesionales para el mercado laboral, nosotros buscamos fortalecer las competencias personales que nuestros estudiantes ya poseen. Nos inspiramos en modelos exitosos de otras instituciones, pero adaptamos y combinamos estas influencias con nuestra identidad y principios pedagógicos.

Hemos tomado elementos de la Pontificia Universidad Católica de Chile, especialmente, en el desarrollo docente, para fortalecer a nuestros profesores. Del Tecnológico de Monterrey, hemos adoptado el enfoque en rutas curriculares, troncos comunes y segundas titulaciones. Adaptamos sus estrategias para alinearlas con nuestra visión.

También, nos inspiramos en la Universidad de Deusto y en Reimaging Education Lab, que nos han aportado ideas innovadoras en educación y desarrollo local.

Un paso crucial es entender que, en una institución educativa, todos somos educadores. Desde el personal de seguridad, que recibe a los estudiantes, y el personal de limpieza de las aulas hasta los secretarios. Toda la experiencia del estudiante debe estar diseñada para motivar el aprendizaje de herramientas profesionales, interdisciplinarias y personales. No se trata solo de cumplir con tareas organizacionales, sino de entender que somos corresponsables de la educación que brindamos.

El apoyo del personal administrativo es esencial para que el proceso educativo fluya. El logro educativo, que es el desarrollo de nuevas competencias en los estudiantes, es el resultado del esfuerzo conjunto de docentes, estudiantes y personal administrativo. Cuando un estudiante aprende algo nuevo, es consecuencia de un trabajo en equipo en el que todos celebramos el éxito.

Les diría que se emocionen por lo que está ocurriendo y lo que va a ocurrir en la universidad.  Este cambio es positivo para el mundo, para los estudiantes, para los docentes y para el personal administrativo. Así que, emocionémonos por el futuro que estamos construyendo juntos.

Somos transformación: la PUCE presenta nuevo modelo educativo 

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